Provincia de Cádiz

El ocaso de las cabinas

  • En la provincia quedan sólo 650 de estos teléfonos callejeros, casi la mitad que en 2010 Industria planea su desaparición el 1 de enero de 2017.

La semana pasada se cumplieron 43 años desde la primera llamada realizada con un teléfono móvil. La proeza tuvo lugar el 3 de abril de 1973 y el responsable fue un ingeniero de Motorola, un tal Martin Cooper, que quedó en el recuerdo como el padre de la telefonía móvil. Esa primera llamada iba cargada de oportunismo porque Cooper llamó al que entonces era su principal competidor, Joel Engel.

Cooper hizo esa primera llamada mientras cruzaba la 5ª Avenida de Nueva York. Prefirió no hacerla desde una cabina de teléfono por muy cerca que las tuviera.

Y precisamente fue esta semana pasada cuando la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) propuso al Ministerio de Industria que revise la obligación de mantener estas históricas y, a la vez malheridas cabinas telefónicas. Industria tiene hasta el próximo 31 de diciembre para ver qué hace, ahora que la han liberado del yugo de tener que mantenerlas a la fuerza en nuestros paisajes más urbanos.

Y es que prácticamente ya ni se usan y el coste de su mantenimiento resulta demasiado elevado, y más si se atiende a que las cabinas suelen ser objetivo prioritario para los vándalos a los que gusta ir destruyendo el mobiliario de la ciudad.

En la provincia de Cádiz, en 2010, el número de cabinas que existía no llegaba a las 1.100. A día de hoy, la provincia tan sólo cuenta con 650 de estos dispositivos, de lo que se desprende que en seis años han desaparecido casi la mitad.

Se estima que se están perdiendo a un ritmo más o menos de un 10% al año.

Los teléfonos móviles han sido los que han llevado a la desaparición estos muebles urbanos, cuyo diseño se ha ido aligerando a lo largo del tiempo, pasando de ser cabinas cerradas a meras estaciones telefónicas que apenas robaban espacio a la ciudad.

Ya el Eurobarómetro de 2014 recogía que el 88% de lo encuestados nunca ha utilizado una cabina de teléfonos, una situación no sólo propia de la provincia de Cádiz y de España sino que se corresponde con la media europea.

La ley obliga a instalar un teléfono público por cada 3.000 habitantes, pero en este año 2016 la retirada de esta norma puede hacer desaparecer estas futuras piezas de museo.

65 de las 650 cabinas aún existentes en la provincia de Cádiz se encuentran en la capital, donde buena parte de ellas están instaladas en el tramo entre el colegio San Felipe Neri de extramuros y el hospital universitario Puerta del Mar. En Jerez hay pocas más que en Cádiz, en torno a unas 70, mientras que en El Puerto de Santa María hay unas 28 cabinas telefónicas. Estos datos se encuentran en la web www.cabitel.es, a través de la cual se puede localizar la cabina más cercana al usuario en cada momento.

Pero para poco servirá pronto esta herramienta web si se lleva a cabo lo que podría ser el exterminio definitivo de este tipo de dispositivos de comunicación.

Para colmo, hasta los emigrantes, que hasta no hace demasiado eran los clientes más fieles de las cabinas, ahora, con la proliferación de los locutorios, más cómodos y menos desangelados, han optado también por dejar de usar los teléfonos fijos callejeros.

Hasta el próximo 31 de diciembre de 2016 el servicio está protegido en el Real Decreto 424/2005, que exige al operador instalar cabinas por el país, dependiendo del número de habitantes, para así garantizar su universalidad y la protección del usuario.

Lo peor de todo es que los jóvenes con edades de hasta 25 años pueden haber pasado sus vidas sin haber tenido que entrar a llamar desde una cabina. De hecho muchos de los entrevistados estos días en distintos medios de comunicación reconocían no saber ni cómo funciona estos "aparatos".

En cuanto a su futuro, hay distintas tendencias que van dejando en las redes sus propuestas, unas más descabelladas que otras. Algunos proponen transformarlas en peceras, mientras que otros, algo más realistas y pragmáticos apuestan por reconvertir las cabinas en dispositivos preparados para videoconferencias por Skype, como ocurre en el aeropuerto de Estonia.

Martín Cooper puso su primer granito de arena a esta apocalíptica desaparición de las cabinas a las que apenas les quedan unos meses de vida. La irrupción de los móviles y sus posibilidad ligadas a internet hicieron el resto.

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