"No son personas como nosotros"

Juan Cadenas, el policía local de Puerto Serrano que perdió un ojo a manos de Los Cachimbas, declara en los juzgados de Arcos y pide un castigo ejemplar para sus agresores.

"No son personas como nosotros"
"No son personas como nosotros"
Pedro M. Espinosa

09 de mayo 2015 - 05:01

A Juan Cadenas le cambiaron la vida Los Cachimbas una fría noche del pasado enero. Allí, en la jefatura de la Policía Local de Puerto Serrano, tras el brutal asalto de los violentos hermanos, no sólo perdió su ojo izquierdo, sino que también dejó atrás sueños que se han convertido en pesadillas cada vez que rememora el horror vivido y del que salió con vida por los cuatro centímetros que separaron una de las heridas que sufrió de su yugular.

Ayer Juan tuvo que recordar ante el juez Rodrigo Merello Moral, del juzgado de instrucción número 2 de Arcos, todo lo sucedido aquel 17 de enero, aunque en esta ocasión lo hizo con el convencimiento de que era necesario ese trance. Al salir de los juzgados, acompañado por su abogado, Ramón Dávila, habló con este diario y reconoció que lo había pasado mal dentro, que lo sigue pasando muy mal. "Ahora estoy un poco más relajado, más tranquilo, pero ha sido muy duro tener que contar otra vez todo lo que pasamos mi compañero y yo, he declarado ante el juez con un nudo en la garganta, pero hay que hacerlo porque no hay otra forma de que se haga justicia. Nosotros vamos a poner todo de nuestra parte y ya luego será la justicia la que tenga que actuar. Ahora sólo espero que este proceso pase rápido e intentar seguir adelante. Pero espero que todo el peso de la justicia caiga contra los que me hicieron esto porque no son personas como nosotros y estoy convencido de que si los dejan en la calle pueden volver a hacer lo mismo, atacar a alguien con crueldad".

Juan fue operado el pasado día 21 en Sevilla nuevamente de su ojo izquierdo, que perdió después de que Los Cachimbas lo atacaran con un cristal, además de causarle gravísimas heridas en el cielo de la boca. "Remátalo, remátalo", cuenta que gritaban los hermanos enloquecidos en un frenesí de sangre. Tras la última intervención reconocía ayer que "lo pasé mal porque volver a un hospital fue como revivirlo todo".

El policía local de Puerto Serrano pudo haber disparado contra los hermanos que lo atacaban, pero pensó en ese principio de proporcionalidad que a veces deja a las fuerzas de seguridad en manos de sus atacantes. Como ya ha dicho el propio Juan en alguna ocasión "si le hubiera pegado un tiro a cualquiera de ellos seguramente me habrían condenado por homicidio imprudente. Es muy difícil tomar una decisión así en dos segundos".

El principal apoyo de Juan en estos momentos es su familia, su pareja, que está esperando ese hijo a quien Juan tuvo tan presente durante la agresión, sus amigos y compañeros de toda España. "Sigo estando mal, pero al menos siento el apoyo de la gente, de la que me rodea, de mi gente y también de compañeros de todo el país que se han interesado por mi situación".

Juan estuvo en todo momento acompañado por Ramón Dávila, su abogado y un hombre de sobrada solvencia en el mundo del derecho. "Tanto Juan como su compañero han estado muy bien en sus declaraciones ante el juez -comentaba el letrado a la salida de los juzgados de Arcos-, han dado todos los detalles de lo que ocurrió la noche del 17 de enero. Ha sido muy doloroso también, muy duro, porque recordar esos momentos cuesta y lo hemos pasado mal, incluso la secretaria que estaba redactando su declaración estaba afectada por el relato de Juan. Ha sido algo muy cruel, por eso tiene más mérito si cabe la declaración tan detallada que ha realizado Juan de lo sucedido aquella noche aciaga en la jefatura de la Policía Local de Puerto Serrano".

Hay que recordar que los hechos ocurrieron el pasado 17 de enero. Juan y su compañero detuvieron a Jorge y a un sobrino y lo llevaron a la jefatura. Tras seguirlos, Pepe, el patriarca de Los Cachimbas, y su hijo Pedro, se presentaron en las dependencias de la Policía Local, reventaron la cerradura y los cristales de la puerta y entraron como una estampida de violencia e ira. Entre los dos inmovilizaron a Juan, que cayó al suelo tras un intenso forcejeo que duró varios minutos, pero luego, cansado, tropezó y se vio agarrado por los dos brazos. Fue entonces cuando Pedro "me clavó un cristal en el ojo izquierdo y en el paladar. Desde un principio noté que me habían herido de gravedad", comentó Juan a El Mundo el pasado mes de abril.

Juan vive ahora en Ubrique, un hermoso pueblo en el que confía, junto a su familia, ir superando la pesadilla que le ha tocado vivir. Al menos, aún puede contarlo.

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