Provincia de Cádiz

"Que no prescriban"

  • 150 personas se manifiestan en Cádiz para exigir su derecho a saber qué pasó con sus bebés ·Del hospital al cementerio pasando por los Juzgados, donde nadie los recibió

Están los de siempre y algunos más. Nuevos rostros de otras tantas madres, padres y hermanos que quieren saber ya la verdad. Qué ocurrió con sus bebés, con el centenar largo de niños dados por muertos a las pocas horas de nacer en varios hospitales de la provincia. Los casos que han sido denunciados , primero ante la Fiscalía, que los ha ido trasladando a los Juzgados, donde están siendo archivados en su mayor parte por supuesta prescripción del delito. Así, sin más, de un plumazo, sin investigar qué ocurrió, quiénes estaban implicados y lo más importante, dónde están ahora esos niños. Alrededor de 150 personas atendieron al llamamiento de la asociación SOS Bebés Robados Cádiz, que organizó ayer una manifestación en la capital para protestar contra esos archivos aunque también contra los planes del Ayuntamiento gaditano de derribar el cementerio de San José, para construir un parque.

Esta vez, van mucho más preparados. Con numerosas pancartas, apelando a la conciencia de los jueces, para que investiguen. A la conciencia de los supuestos compradores de esos bebés, para que digan la verdad. Y a la conciencia de todos los ciudadanos, para que unan sus voces a las suyas exigiendo justicia contra "las mafias organizadas". Y con camisetas, blancas con letras negras, encima de la ropa, con un dramático llamamiento: "¡Señores jueces, investiguen nuestros casos!".

Margarita Díaz, de El Puerto, que busca a su hijo, nacido en 1976, cuando ella tenía 17 años, en el Hospital Militar, se revela pronto como una de las más reivindicativas. Tras 34 años de silencio, ha decidido no callar más. Bocina en mano, se une a la presidenta de SOS Bebés Robados Cádiz, la isleña Chary Herrera, y a la vicepresidenta, la jerezana Luisa Fernanda Terrazas, para iniciar la manifestación. Son las once menos cinco de la mañana y salen desde el punto de encuentro, cómo no, el Hospital Puerta del Mar, la antigua residencia Zamacola en la que se registraron la mayor parte de los casos denunciados. Con ellos, marchan también Josefa y José, una pareja que busca a su hija, y que se ha colocado sobre los hombros sendos carteles denunciando su caso.

La marcha enfila por la Avenida. Comienzan a repartir folletos entre los viandantes, para reclamar su ayuda. Empiezan las primeras consignas, "Queremos justicia". Después, los primeros cánticos, "Unidos en la lucha", que no dejarán de escucharse durante el recorrido.

La segunda parada, tras el hospital, son los Juzgados. Un coche obstaculiza su paso en la calle Melkart. Un agente de la Policía Local, que desde el principio va acompañando a la cabecera de la manifestación, les pide paciencia. "Ahora os abrís otra vez", les dice. La manifestación se estrecha para, tras salvar el obstáculo del coche, ensancharse y llegar reagrupada a los Juzgados de San José. Primero ante la puerta. Después, enfrente. En el lateral de la izquierda, y en lateral de la derecha, ante la puerta del Juzgado de Guardia. "Que salga el juez. Queremos justicia", gritan en vano. Nadie sale para escuchar sus demandas.

"Que no prescriban", es el último grito desesperado que lanzan antes de volver a la Avenida, para enfilar hacia su destino final. Son ya las 11,25 y Juan Antonio, que busca a una hermana nacida en Zamacola en 1965, se sienta en la carretera. Le sigue Luisa Fernanda. Y Carmen. Y Nicolás. "Nosotros los parimos y ellos los robaron", gritan en medio del tráfico.

Se levantan y se dirigen hacia el cementerio. Una puerta cerrada a cal y canto les devuelve a la triste realidad. Allí, ante nadie, reclaman que el camposanto no se derribe hasta que no se exhumen los restos de los supuestos bebés que fueron enterrados allí. Niños que murieron en Zamacola, en el Hospital de Mora, en el Militar, cada uno hasta por tres y cuatro causas distintas, según los papeles oficiales, metidos en cajas sin que los familiares los vieran, y haciéndose cargo la mayoría de las veces el personal de los hospitales de los enterramientos. Un camposanto que "no es tan santo", resume el chiclanero Jesús.

Una hora después, la movilización ha concluido. No será la última. No callarán hasta saber.

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