Provincia de Cádiz

La caída de la producción y el retraso de las ayudas asfixian al sector apícola

  • Los empresarios de la miel luchan por mantener en pie sus negocios después de sufrir pérdidas en la última campaña · La recolección se ha reducido a la mitad en algunas explotaciones

La producción apícola en la provincia gaditana aguanta el tirón como puede para mantener el negocio de la miel después de sufrir pérdidas en la última campaña de recolección por la baja rentabilidad. La organización agraria COAG estima que la producción se ha reducido este año al 50 por ciento en algunos puntos de la provincia a causa de lo estragos de la meteorología que ocasionó una atípica primavera. Si en temporadas óptimas una colmena produce unos 20 kilos de media en campaña, este año ha caído en picado la producción reduciéndose a la mitad en algunas explotaciones agrarias diseminadas por los distintos términos de la provincia, según la organización agraria.

En la Sierra, las explotaciones han tenido pérdidas de entre un 20 y un 30 por ciento, según dicen los productores. Algo que ha venido a complicar más la situación que padecen ya que 2007 no fue tampoco un año de ganancias.

A este descenso se suma el retraso del pago en los últimos dos años de las ayudas económicas medioambientales que reciben los apicultores por el desarrollo de su actividad. Algo que está mermando la capacidad empresarial de más de un productor, que puede terminar por tambalear los negocios.

Cádiz produce unas 600 toneladas de miel de media anual si se dan las circunstancias óptimas ambientales. La producción fluctúa de un año a otro ya que cuenta con condicionantes como la pluviosidad y las temperaturas para su éxito. El sector apícola provincial lo componen unos 150 productores, que a su vez dan trabajo en campaña a varios centenares de personas para la extracción del producto o las tareas de envasado. Aunque varía la cifra de un año para otro, unas 500 personas pueden estar implicadas en esta actividad agroalimentaria, según cuenta Ángel Ruano, responsable provincial del sector de la ganadería de COAG, en Cádiz

A todos les afectó esta última campaña, que fue de mayo a octubre, por culpa de la climatología que no acompañó para la floración. Los productores no han recibido un euro de ayudas económicas en los dos últimos años, por lo que se quejan de la situación. El 50 por ciento de esta cuantía la afronta la Unión Europea y el resto es de la administración estatal y autonómica.

Los apicultores se quejan de la asfixia que supone el retraso en los pagos mientras tienen que hacer frente al incremento de los costes de producción, empezando por la preocupante subida del precio del gasoil, que se experimentó durante la campaña. Ahora encuentran dificultades para pagar gastos y pedir adelantos en los propios bancos. "No han salido las resoluciones de los dos últimos años, por lo que no podemos ir a los bancos para que nos adelanten", explica Andrés Escalante, responsable de la marca Pradomiel, que tiene 600 colmenas. "Nos han hecho polvo los dos últimos años. Antes si cogías una mala cosecha al menos te bandeabas con las ayudas", añade

La Sierra cuenta con 30 productores. La mayoría se estructuran en empresas familiares o son autónomos. La concentración más importante está en de Prado del Rey, con un censo de 20 recolectores. El resto se extienden por Benamahoma, El Bosque, Algar, Ubrique, Grazalema, El Gastor y Zahara de la Sierra.

Una de las características de todo el sector es la movilidad ya que los propietarios pueden instalar las colmenas fuera de sus poblaciones. Esta actividad tiene un importantísimo valor ambiental que la hace necesaria para el mantenimiento de los ecosistemas. Por eso las ayudas priman ese aspecto. "Si no es por las subvenciones no podemos sobrevivir", apostilla Escalante.

Otro productor con una explotación de 1.500 colmenas es Alfonso Gutiérrez, que regenta la marca Puremiel, también en Prado del Rey. Destaca los obstáculos a los que se asoma esta actividad agroalimentaria. Por un lado, la competencia de los países como China y Argentina, que abaratan los precios de los mercados. "No somos capaces de ser un referente en el marcado nacional ni tenemos una base comercializadora estructurada. No podemos subir los precios por la fuerte competencia exterior", sostiene. Y es que la asignatura pendiente, por ejemplo en la comarca serrana, es la comercialización de un producto de altísima calidad que aún no está lo suficientemente reconocido. Por ejemplo, la mayor parte de la miel de la Sierra se vende a granel a mayoristas de Salamanca, Valencia, Barcelona, Cuenca y Madrid.

Los apicultores consideran que una denominación de origen serrana vendría a consolidar esta actividad de marcada herencia familiar, en muchos de los casos.

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