Sanidad

“Me siento como un número que no le importa a nadie”

  • Una portuense denuncia el calvario que vive desde hace cuatro meses por la burocracia sanitaria

Una consulta médica vacía, en una imagen de archivo.

Una consulta médica vacía, en una imagen de archivo. / D.C.

Todos hemos sufrido en mayor o menor medida las consecuencias que ha traído consigo la pandemia del coronavirus en lo que a la atención sanitaria se refiere, con la cancelación de las consultas presenciales y la saturación de los servicios médicos.

Esta situación, no obstante, ha llegado ya a un extremo insoportable para una portuense de 56 años que ha querido hacer público su caso, después de llevar ya cuatro meses afectada por unos dolores invalidantes e ir enlazando visitas a urgencias y cancelaciones de consultas sin que hasta la fecha haya conseguido ser diagnosticada.

Esta vecina de El Puerto reside desde el principio de la pandemia con su madre, de 83 años de edad, a la que debe atender y cuyos cuidados se le hacen prácticamente imposibles a día de hoy, teniendo en cuenta la situación de dolor constante y el estado de ansiedad en el que vive desde que comenzó su calvario.

Todo comenzó en el mes de abril con unos picores muy fuertes en la zona genital, con la inflamación de la zona gineuretral y una presión intestinal que le produce desde entonces un intenso dolor. Tras ser atendida en su centro de salud -Pinillo Chico- por teléfono su médico de cabecera le mandó una crema que empeoró la situación.

Tras varios días la situación no mejoraba y su médico la derivó al ginecólogo por vía preferente. El 14 de mayo la atendió el ginecólogo en el hospital Santa María de El Puerto, donde le extirparon un pólipo y le tomaron varias muestras, que quedaron pendientes de resultados para su seguimiento. Ahí es donde la cosa empezó a ir de mal en peor, porque nadie la llamó para darle los resultados de dicho seguimiento. El escozor que sentía la mujer no remitía y volvió a Urgencias del hospital portuense el 27 de mayo, donde un ginecólogo diferente el dijo que los resultados de las pruebas realizadas estaban listos desde diez días antes, aunque nadie se puso en contacto con ella, informándole entonces el médico de la presencia de la bacteria e-coli en la zona vulvar. Le mandó tomar un antibiótico pero la situación no mejoró y el 2 de junio volvió de nuevo a Urgencias, donde una nueva doctora le prescribió otra crema antibiótica, achacando a la menopausia el origen del problema.

“Solo pido que se agilien los tiempos porque cada día de dolor es insufrible”

Tras una noche de un dolor intensísimo, volvió una vez más a Urgencias a la mañana siguiente y otra doctora le detectó dos heridas en el introito y le recetó estrógenos.

Cansada de ser atendida cada vez por un profesional diferente, decidió acudir a una ginecóloga privada, que le recomendó ser atendida por un urólogo para detectar el origen de los intensos dolores, que no remitieron.

Ya el 19 de julio decidió acudir al hospital de Puerto Real , a Urgencias, donde le mandaron una resonancia que se hizo el 28 de julio. Le dieron cita para ginecología y urología los días 11 y 17 de agosto, anulándose poco después la de ginecología, sine die, por falta de personal.

El 9 de agosto, aún con dolores insoportables, vuelve a Urgencias de Puerto Real para ser atendida por el urólogo, pero al estar pendiente del resultado de la resonancia no lo consideran urgente y el médico que la atiende insiste en que es un problema ginecológico. Sin embargo, el 12 de agosto vuelve a las mismas Urgencias de Puerto Real y el ginecólogo de guardia cree que la debe ver un urólogo... Tras recibir un cóctel por vía intravenosa para calmar el dolor, fue atendida a las 11:30 de la mañana, después de pasar toda la noche llorando en Urgencias, impotente, desde las 4 de la madrugada. El urólogo que la vio consideró que no había nada relevante urgente y le dio el alta. Esa misma tarde volvió de nuevo al Santa María de El Puerto, donde otro ginecólogo le dijo que podía haber una bactería latente y que ya la llamarían, pero que tardarían al menos un mes. A día de hoy, esta mujer sigue sin tener un diagnóstico.

“A las mujeres que tenemos cierta edad y somos menopáusicas no se nos escucha”

Tras esta odisea, y sin que haya resuelto el problema en estos cuatro meses, esta portuense se considera “un número al que nadie importa” y entiende que está siendo víctima de la burocracia administrativa y de violencia obstétrica. “A las mujeres que tenemos cierta edad y somos menopáusicas no se nos escucha y se da por hecho que cualquier dolencia es a causa de nuestra nueva etapa. No sé qué más debo de sufrir para que la sanidad me atienda y estudie. Solo pido que, habida cuenta de que han pasado cuatro meses y todavía no estoy diagnosticada, agilicen los tiempos y las pruebas porque cada día de dolor para mí es insufrible y me está originando graves problemas psicológicos pues, ante las reiteradas crisis de dolor, padezco continuados ataques de ansiedad, estoy extremadamente irascible y tengo una sensación de abandono por parte de la administración sanitaria, al no aportarme una solución más ágil”, lamenta.

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