Patrimonio y Medio Ambiente

Tres siglos del Guadalete moderno

  • Ecologistas en Acción y la asociación Betilo conmemoran el tricentenario de la obra que recuperó el antiguo ‘Río del olvido’ para el comercio y la navegación

El grupo de visitantes, con el largo tramo del río, conocido como ‘La Calle Larga’, al fondo.

El grupo de visitantes, con el largo tramo del río, conocido como ‘La Calle Larga’, al fondo.

Trescientos años no es nada, y menos en la historia de un río como el Guadalete, cargado de historia, donde se funde la realidad con el mito. Un río donde tuvo lugar la batalla que dio a los árabes la llave para entrar en la Península Ibérica; conocido por los antiguos como Leteo (río del olvido), a cuyas orillas atribuye la leyenda la llegada del caudillo ateniense Menesteo, que fundó un puerto al que dio su nombre.

Trescientos años no es nada, en especial para un río cuya configuración actual tiene poco que ver con el que conocieron los antiguos, que desembocaba en un gran estuario marino, cuyas orillas fueron pobladas desde tiempos remotos y donde florecieron, entre otras, las culturas fenicia y romana; en un territorio salpicado de islas cuyos habitantes excavaron grandes canales navegables que han desaparecido pero siguen ahí, desecados y perdidos en la campiña.

El Guadalete es un río parcialmente domesticado desde la antigüedad, su desembocadura fue excavada de manera artificial en tiempo de los Balbo (siglo I a. de C.), influyente familia gaditana que gozó de un gran poder en Roma y que hizo de esta zona un emporio comercial.

De izquierda a derecha: Fernando Jiménez, Enrique Pérez Fernández y Juan Clavero De izquierda a derecha: Fernando Jiménez, Enrique Pérez Fernández  y Juan Clavero

De izquierda a derecha: Fernando Jiménez, Enrique Pérez Fernández y Juan Clavero / D. C.

Mucha agua debía arrastrar entonces, ya que durante siglos, a pesar de la obra de canalización de época romana, el río siguió manteniendo dos brazos en su tramo final: su desembocadura mercantil en El Puerto y su salida natural por el cauce de San Pedro.

Se puede decir no obstante que la gran obra que ha configurado el río tal como lo conocemos, la que concedió partida de nacimiento al Guadalete moderno, se remonta a tres siglos atrás, a 1722, cuando se excavó a pala y azada por decenas de esclavos y remeros de galeras un gran canal para encauzar el tramo final y salvar los numerosos meandros y bancos de arena que hacían imposible la navegación fluvial.

El objetivo de aquella obra, perfectamente documentada en el Archivo Histórico Municipal y en otros, fue facilitar el transporte de mercancías y productos agrícolas desde las zonas de Jerez y El Portal, para darles salida hacia los puertos de la Bahía y favorecer los intercambios y negocios con América, con la consiguiente ventaja económica para El Puerto de Santa María.

Paralelamente, se cegó de manera definitiva el brazo del río San Pedro que estaba activo, transformándose el Guadalete en el caudaloso río que exigían los nuevos tiempos, en los que la actividad comercial era cada vez mayor.

Para conmemorar el tricentenario de esta ambiciosa obra, que los antiguos marineros llegaron a bautizar como ‘La Calle Larga’, Ecologistas en Acción, con Juan Clavero como coordinador, y la Asociación Betilo de Defensa del Patrimonio Histórico, presidida por Fernando Jiménez, han organizado unas visitas al lugar donde se construyó el canal que cambió la historia y que hizo recuperar su vitalidad al antiguo ‘Río del olvido’.

El canal de 3.800 metros que se construyó para unir el río San Pedro y el Guadalete, ya integrado en este último. El canal de 3.800 metros que se construyó para unir el río San Pedro y el Guadalete, ya integrado en este último.

El canal de 3.800 metros que se construyó para unir el río San Pedro y el Guadalete, ya integrado en este último. / D. C.

La visita guiada fue conducida, los sábados 12 y 26 de este mes, por el investigador Enrique Pérez Fernández, conocedor aventajado de la geografía y la historia de la provincia, que acaba de publicar en la revista sanluqueña Gárgoris un estudio sobre uno de los canales de los que hablaba el geógrafo griego Estrabón.

La jornada para conmemorar el nacimiento del Guadalete moderno comenzó en la venta El Pollo, en El Portal. Allí, se hizo entrega a los asistentes de fotocopias de mapas y planos antiguos explicativos del gran proyecto, recordando los cambios realizados por el ser humano en el curso del río, entre ellos el de 1648, cuando Jerez unió por su cuenta y riesgo la madre vieja del Guadalete con el cauce del San Pedro.

Posteriormente, los asistentes, repartidos en varios vehículos, se trasladaron al arranque del camino que une la carretera de Bolaños con la salina de La Tapa, donde el historiador contextualizó la importancia de estos campos en época romana, cuando fueron propiedad de los Pusio gaditanos, familiares de los Balbo.

Con un espléndido sol otoñal, y las salinas de Cetina y Santa María en el horizonte, los participantes llegaron al tramo del Guadalete donde se distinguen a la perfección los 3.800 metros de ‘La Calle Larga’. Tras bajar a la ribera, pudieron contemplar la ‘corta’ que se hizo en el río San Pedro para inundar el inmenso canal, con una represa de piedras y estacas, de la que afloran aún algunos restos visibles.

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