Turismo de costa frente a la pandemia

Conil tiene un Plan

  • El Ayuntamiento de la localidad ha puesto en marcha un Plan de Contingencia Especial Casco Histórico para hacer frente al Covid-19

El verano de la nueva normalidad tiene cada vez más tintes de la pasada primavera. A medida que los contagios se han multiplicado, las restricciones y medidas de seguridad no han hecho más que intensificarse. Buena prueba de ello son las once medidas obligatorias y tres recomendaciones acordadas para todo el territorio nacional entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, fruto de la reunión extraordinaria celebrada el pasado viernes 14 de agosto.

Junto con el uso obligatorio de la mascarilla impuesto por la Junta de Andalucía o los controles de aforo llevados a cabo en las playas andaluzas, todas estas decisiones se han tomado con la intención de hacer frente a los rebrotes que cada vez asolan más provincias del país. Porque, si bien es cierto que se está produciendo un endurecimiento de las medidas higiénico-sanitarias acorde con la cifra de infectados registrada durante los meses de julio y agosto, adelantarse a problemas futuros (y pasados) es el remedio más eficaz que existe a día de hoy contra el virus. Una anticipación a los acontecimientos que conocen de primera mano en el municipio gaditano de Conil de la Frontera.

Las autoridades conileñas, a las puertas de un nuevo periodo estival, tenían ante sí una combinación altamente peligrosa en vistas de la situación sanitaria: elevadas aglomeraciones de personas en las calles y la imposibilidad de mantener la distancia mínima de seguridad. Es por eso que, más allá de las medidas que se venían adoptando en todo el litoral de la provincia de Cádiz siguiendo las instrucciones de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Conil presentó un segundo plan de contingencia (además del establecido en las playas) para el casco urbano, “a la vista de lo que pudiera ocurrir en un futuro breve”, afirma José Manuel Vallejo, Jefe de la Policía Local del municipio gaditano.

El pasado 23 de junio, el alcalde de esta localidad de la comarca de la Janda, Juan Manuel Bermúdez, junto con los concejales y responsables de las diferentes áreas municipales, presentaban el Plan de Contingencia Especial Casco Histórico. Con el objetivo de “minimizar el riesgo de contagio”, el uso obligatorio de la mascarilla en el centro urbano del municipio pasaría a ser la mayor de las preocupaciones para Policía Local y Protección Civil. No obstante, esta medida no sería aprobada por el Gobierno andaluz para toda la comunidad autónoma hasta el 15 de julio.

Conil toma la delantera

“Tenemos la satisfacción de que hemos ido por buen camino y que con esto quizás se está evitando un riesgo de contagios masivos”, afirma el propio Jefe de la Policía Local. Y es que, para sorpresa de las autoridades conileñas, las restricciones impuestas por la Junta de Andalucía a medida que avanzaban las semanas iban en consonancia con los protocolos establecidos en Conil para “regular y paliar en lo posible los riesgos que, con motivo de la pandemia de COVID-19, pueden generar la acumulación de personas durante la época estival en nuestro pueblo”. Empezando por la elevada presencia de agentes, tanto de Policía Local como de Protección Civil, que desde un principio han velado por la seguridad y el cumplimiento de las normas en todo el municipio.

Así lo confirma Andrés Obies, natural de Cádiz y residente durante los meses de verano en Conil: “Mientras que en el municipio la policía se encuentra en las entradas principales al centro para asegurar el uso de la mascarilla, en la playa ves a los agentes de Protección Civil circulando todo el tiempo, comprobando que se respetan las distancias de seguridad”.

Por su parte, en cuanto al Plan de Contingencia se refiere, está amparado en la norma del distanciamiento social. Y es que, tal y como señala Juana Sánchez, presidenta de la Asociación de Empresarios de Conil, “Conil tiene un casco antiguo con calles estrechas”. Al tratarse de zonas con una gran afluencia de personas, y previamente a que el uso de la mascarilla fuera obligatorio, los agentes de Policía Local sí podían obligar a los peatones a llevarla. A través de los tres puntos de control (El Pasaje, Arco de la Villa y la Puerta de Cádiz) que se han establecido en la entrada al casco urbano con el Plan de Contingencia, explica José Manuel Vallejo, se obliga a las personas a usar la mascarilla debido a que no se garantizan las medidas de distanciamiento social entre personas. Tres emplazamientos estratégicos para llevar a cabo dicho control: “Prácticamente todo el mundo, casi el 80% de las personas, tienen que pasar por esos tres puntos para visitar las terrazas y bares de copas del casco urbano”.

Asimismo, tal y como dio a conocer el Ayuntamiento de Conil, la ampliación del espacio público para garantizar al máximo la distancia social y la señalización de itinerarios recomendados dentro del conjunto histórico han sido otros de los puntos importantes del Plan de Contingencia. En palabras del Jefe de la Policía Local de Conil, “nosotros no podemos prohibir a una persona deambular libremente por la calle, pero a la vista de las circunstancias que estamos viviendo, se recomienda un sentido de la circulación de las personas”. Es el caso, entre otras, de las vías paralelas a la calle Cádiz, que actúan como itinerarios alternativos para el movimiento de los peatones.

Por el bien de todos

“Está entrando en zona de gran afluencia. Es obligatorio el uso de la mascarilla” es el mensaje que muestran los carteles fijados por el Ayuntamiento de Conil en todo el municipio. La intención no es otra que la de concienciar a la población de la importancia de esta medida, estando muy perseguidas por las autoridades aquellas personas que parecen no ser todavía conscientes a día de hoy de la situación en la que vivimos. Policía, empresarios y habitantes, todos hacen hincapié en que “la mayoría de personas son conocedoras de la norma de la Junta de Andalucía y utilizan mascarilla. Pero siempre está el despistado de turno o el que no tiene miramiento por nadie y no se la pone. Pues para ese tipo de personas están las sanciones”. Porque, como defiende la presidenta de la Asociación de Empresarios de Conil, “el respeto hacia a ti y hacia los demás es lo que hace que todo funcione y no haya que multar a nadie”.

Pero desde que el Gobierno andaluz estableciera una multa de 100 euros por no llevar mascarilla, tanto en espacios abiertos como cerrados, las denuncias se han disparado.

“Llevamos más de 300 denuncias entre julio y agosto”, se lamenta José Manuel Vallejo. Aunque el cumplimiento sea mayoritario por parte de conileños y turistas, siempre existen excepciones. Muchos buscan cualquier tipo de excusa para no hacer uso, al menos durante todo el tiempo que transitan por las calles, de la mascarilla. “Es más difícil multar por el centro porque hay mucha gente tomándose un helado. Algunos aprovechan cualquier oportunidad para fumar o hablar por teléfono con la mascarilla bajada, y se suelen escapar”, advierte el joven estudiante gaditano. Incluso, según informa el Jefe de la Policía Local, “hemos tenido a una señora detenida por no querer ponerse la mascarilla”.

Por tanto, es en la persecución a estos individuos donde radica la importancia del Plan de Contingencia y la ubicación de los puntos de control en la entrada al casco urbano de Conil. Así explica José Manuel Vallejo cómo, tanto la Policía Local como los miembros de Protección Civil, llevan semanas esforzándose para que esa amplia mayoría de personas siga haciendo uso de la mascarilla: “El personal de Protección Civil advierte a todo el mundo de que tienen que llevarla. Si alguien hace caso omiso a sus indicaciones, de inmediato nos avisan y las patrullas a pie de la zona centro intentan localizar a esa persona. Si tiene mascarilla, se la tiene que poner directamente, además de la denuncia, y si no la tiene, debe abandonar la zona”.

Al final y al cabo, más allá de la responsabilidad social a la que llevan semanas apelando todas las autoridades tanto políticas como sanitarias, las penalizaciones económicas no dejan de ser un incentivo más para que la gente cumpla con la normativa. Porque, tal y como dice Andrés Obies, “no es lo mismo incumplir las normas sabiendo que no va a haber ninguna consecuencia, a incumplirlas sabiendo que tu conducta va a repercutir económicamente en tu bolsillo”. Una reflexión igualmente defendida por Juana Sánchez, quien añade que “hay una pequeña parte de la sociedad que parece que si no es así no hace lo que se debe”.

Los negocios, al límite

A quienes sí les están tocando el bolsillo y no precisamente por saltarse las leyes es a los empresarios. Las medidas de seguridad, cada vez más restrictivas, tienen a muchos negocios del municipio gaditano de la Janda en la cuerda floja. No obstante, conocedores de la situación sanitaria que atraviesan tanto la provincia como el país en general, los empresarios son conscientes de que toda precaución es poca cuando se trata de conseguir que “el ciudadano que llegue a Conil vea que se está prestando atención” y se sienta seguro. Es por eso que, desde la Asociación de Empresarios de Conil, vieron adecuada la implantación del Plan de Contingencia allá por el mes de junio. “Todo el bueno habla bien de las medidas tomadas, tanto a nivel público como privado”, afirma su presidenta.

Tal y explica José Manuel Vallejo, se llevó a cabo una reducción del aforo de las terrazas, incluso a la mitad. Y es que, históricamente, siempre ha habido calles del casco urbano del municipio plagadas de gente, mesas y sillas, las cuales a día de hoy no permitirían cumplir con las medidas de distanciamiento social. “Por regla general, los responsables de la hostelería son muy escrupulosos con los clientes. Los colocan en las mesas, evitando que la gente se ponga de pie y esté dando vueltas por el local”, defiende el Jefe de la Policía Local de Conil. Los hosteleros se la están jugando y “saben que por culpa de uno de ellos podemos cerrar todos los locales”. Razón de más para que, como dicen desde la Policía Local, “se estén preocupando y todos estén colaborando”.

En pleno verano, el cierre de los negocios supondría una ruina económica para el sector turístico de Conil. De ahí la importancia de establecer una serie de protocolos sanitarios de obligado cumplimiento para todos los establecimientos, de cara a evitar contagios masivos. No obstante, es indiscutible que “un negocio se monta para ganar dinero”, y sin la capacidad ni siquiera de cubrir los gastos debido a las limitaciones existentes, son muchos los empresarios que dirán: “No merece la pena abrir”. Juana Sánchez, presidenta de la Asociación de Empresarios de Conil, es consciente de que “económicamente, va a afectar a muchos puestos de trabajo y a muchas personas que durante el invierno viven de lo que han ganado durante los meses de verano”.

Las limitaciones de aforo y, sobre todo, de horarios “no solo repercuten en el ocio nocturno”, como defiende Juana Sánchez, “sino que repercuten en una heladería, una cafetería o un restaurante”. No solo los jóvenes hacen uso de los lugares de ocio, ya que las familias también han visto limitadas sus posibilidades de “salir por la noche, cenar y tomar un helado o una copa sentados en una heladería o una cafetería”. Al límite de la vulneración de ciertos derechos, como la libertad deambulatoria, José Manuel Vallejo confía en la responsabilidad de las personas para no seguir dando pasos hacia atrás. Y es que, viendo de donde venimos, la mascarilla supone a día de hoy el menor de los esfuerzos.