cádiz CREER CREAR 3 Capítulo V: Turismo

El turista frena en seco

  • Inquietante caída en los últimos años de todos los índices turísticos en la provincia con una oferta estancada Los grandes proyectos se sustituyen por modestos emprendedores

En Barbate aún duele el fracaso del proyecto de Hipotels y la operadora alemana Tui en Trafalgar. La localidad jandeña, con un desempleo esclerótico, veía esfumarse por culpa de la burocracia y la lentitud de las administraciones 600 empleos directos. El propietario de Hipotels, el mallorquín Juan Llull, que ha contribuido en buena medida a que Novo Sancti Petri sea lo que hoy es, se agotó y vendió los terrenos. Es un ejemplo a gran escala de lo que los pequeños emprendedores que quieren montar en la provincia modestos proyectos en la provincia tienen que sufrir para entrar en uno de los pocos sectores que contribuyen, aunque sea estacionalmente, a la creación de empleo.

Muy distinto a lo que sucedió a finales de los 80, cuando la provincia se sumó con vigor a esta industria gracias al impulso del entonces alcalde de Chiclana, José de Mier, que se trajo inversores de toda España para enseñarles un pequeño tesoro oculto que tenía en su municipio, la playa de La Barrosa. Puede discutirse si el Novo es más bonito o más feo, va en gustos, pero lo que nadie puede negar a ese empuje de este político es que trajo riqueza.

Los datos del Observatorio Turístico de la Provincia son preocupantes. Desde 2007, el mejor año de la historia para el turismo de la provincia, se ha perdido en todos los índices que marcan la salud de esta actividad. El principal, una vez más, el empleo, donde se han perdido 2.346 puestos de trabajo. Se han perdido porque ha caído todo lo demás. El desenso en el dato de llegada de pasajeros es escalofriante: 342.356 menos. Este dato es proporcional a descenso de actividad del aeropuerto de referencia, el de Jerez, que en los últimos cinco años no ha parado de ver desaparecer conexiones hasta convertirlo en un aeródromo irrelevante y muy lejos de lo que a princpios de siglo se pensó para él. Es un ejemplo de cómo una vez más una provincia que debía tener un trato de discriminación positiva por sus ituación de emergencia social es abandonada por los poderes públicos.

Estamos en medio millón de viajeros alojados menos que en 2007, lo que supone haber perdido en torno a 500 millones de euros. La cifra se mueve levemente por encima de los dos millones al año, pero, de seguir así, se bajará de esa cifra y nos devolverá a los datos de 2005, lo que supondría haber perdido casi una década. Incluso cambia el perfil. Lo sucedido en 2004 con el número de pasajeros ha terminado por ser un espejismo. En aquella temporada el número de visitantes extranjeros superó al del turismo nacional. Los datos históricos arrojan que fueron 336.000 los extranjeros y 216.000 los nacionales. Ahora Cádiz ha vuelto a alimentarse del turismo doméstico que en 2012 no fueron muchos más que en aquel 2004, 228.000. Pero la sangría está en el turismo exterior: 197.000.

En este sentido, los alemanes siguen siendo nuestro gran mercado y que un gran operador de este país como Tui siga creyendo en la provincia por los altos grados de satisfacción de sus clientes sostiene las constantes vitales. El Reino Unido, nuestro segundo mercado, sigue cayendo (se superaban los cien mil al año y ahora estamos por debajo de los 70.000) y la provincia no acaba de hincar el diente a mercados emergentes como el ruso, que parece preferir las aglomeraciones de la Costa del Sol.

Desde el patronato de Turismo de Diputación se intenta orientar el negocio a otras latitudes y a finales del mes pasado propició un encuentro en una bodega de Jerez entre algunas de las principales agencias de viajes chinas y profesionales españoles. Se trabajó con lo más tradicional de lo tradicional: visita a una yeguada, degustaciones de jerez y espectáculo flamenco. Del encuentro se obtuvieron buenas palabras, pero lo cierto es que China ni siquiera aparece en los ranking de visitantes que anualmente ofrece el Observatorio Turístico.

Estos apabullantes pasos atrás no se traducen en el mismo porcentaje en las plazas existentes. Se han perdido poco más de mil en este tiempo y la provincia está por encima de las 38.400, pero con una ocupación media del 39%, la más baja en los últimos treinta años. En 2002 con 26.700 plazas, casi 12.000 menos que en la actualidad, lo que da muestra del crecimiento experimentado, la ocupación anual se acercaba al 50%. Hay temor en el sector. La crisis se ha llevado por delante treinta establecimientos, lo que puede hacer pensar que no son muchos, pero de continuar la tónica -y ya hay casos flagrantes como la quiebra de Las Lomas, del empresario de turismo de golf Joaquín Garat- el número se puede incrementar. A las grandes cadenas les ofrecen hoteles a precios nunca vistos en el sector, pero lo cierto es que las grandes cadenas no están, por el momento, por la inversión. Ahí está el caso de un edificio emblemático, como el palacio Valcárcel en Cádiz, que se cae a pedazos y que su propietaria, Zaragoza Urbana, no se atreve a acometer el proyecto de gran hotel previsto en su día.

Frente a esto, se observa la tímida aparición de jóvenes emprendedores que abren pequeños establecimientos dirigidos a una clientela cuyo objetivo no es necesariamente, o no solamente, el golf, el sol y la playa. Casos como el de Carlos Millán, un diseñador que ha regresado a la casa familiar de El Puerto para transformarla y convertirla en la Casa de Huéspedes Santa María con un concpeto moderno, ilustrarían el modo de ser de estos nuevos empresarios que aportan frescura y personalidad a la oferta de la provincia.

Desvincularse de la monotemática oferta de los grandes centros turísticos también depara pequeñas satisfacciones. Todo el engranaje que se monta en torno al atún de almadraba arroja en primavera grandes porcentajes de ocupación en La Janda y su potencial se vio en el último Fitur, donde el despiece de un atún se convirtió en lo más comentado de todo lo que ofreció la provincia en la feria del turismo. Igualmente, la Sierra se rebela contra su mal fario y la lacra del paro. Un pueblecito como Villaluenga, el más pequeño de la provincia, no para de inventar cosas, desde sus homenajes al queso a llenar de ovejas el pueblo para crear una ruta trashumante. O Tarifa, bien asentada entre la clientela del surf, pero que ahora, además, se 'vende' conjuntamente con Tánger. Hay ideas y no hay resignación. Esa es la mejor noticia que se puede dar en estos tiempos sobre la industria del turismo en la provincia.

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