Enfoque | La desinformación, un peligroso 'efecto adverso' de la Covid-19

Vacunas: humanas y humanitarias

  • Ni un siglo de eficacia probada, ni haber logrado disociar las líneas de infección y muerte de esta pandemia, parecen suficiente para que un pequeño porcentaje de la población confíe en su eficacia

  • Diversos expertos desmotan los mitos negativos alrededor del medicamento que más vidas ha salvado 

Una sanitaria sostiene una dosis de la vacuna Pfizer

Una sanitaria sostiene una dosis de la vacuna Pfizer

Aunque desde la potabilización del agua, la vacuna es la medida sanitaria que más vidas ha salvado en el mundo, el medicamento “más humano y humanitario”, que lleva más de un siglo de eficacia probada, todavía es puesta en duda por un reducto de la población. Un porcentaje estadísticamente insignificante en España –un 0,9% de ciudadanos es contrario a las vacunas en general y un 1% no se vacuna nunca, según el último barómetro del CIS– que, sin embargo, ha contagiado algunas de sus infundadas suspicacias a un 28,3% de españoles que las vuelcan en su percepción sobre las vacunas empleadas para combatir al Sars-Cov-2. Y es que la crisis social y económica provocada por la Covid-19 no sólo ha dejado al descubierto muchas de las flaquezas del sistema sanitario y social público, también ha destapado un peligroso ascenso de creencias conspiranoides y, aun peor, de desconfianza hacia el método científico, algo que sólo puede combatirse con información.

“Las vacunas han marcado el punto de inflexión de esta pandemia. Ha habido un antes y un después porque hemos sido capaces de generar vacunas seguras en un tiempo récord”, reflexiona el doctor Federico Martinón-Torres, de la Asociación Española de Pediatría, exhibiendo cómo las curvas de mortalidad y de infección por Covid-19 se disociaban drásticamente en nuestro país desde la primera campaña de vacunación. Y es que parece que se nos olvida que al comienzo de esta pesadilla lo único que podíamos contar “eran ataúdes”.

Un año y nueve meses después, y tomando sólo un dato de la tasa media de las últimas 8 semanas, el fallecimiento por Covid de personas entre 60 y 79 años de edad varía del 0,1% al 2% entre vacunados y no vacunados, respectivamente; y en españoles de 80 años o más, las muertes de vacunados son del 1,3% frente al llamativo 11,6% en nuestros mayores no vacunados. Sobran comentarios.

Tasa media de las últimas 8 semanas de hospitalizados y fallecidos según el estado de vacunación. Tasa media de las últimas 8 semanas de hospitalizados y fallecidos según el estado de vacunación.

Tasa media de las últimas 8 semanas de hospitalizados y fallecidos según el estado de vacunación.

Con todo, ampliemos el foco y ofrezcamos ejemplos de la efectividad de uno de los grandes salvavidas del siglo XX en otras enfermedades infecciones para aquellas personas que todavía opinan que las vacunas, en general, causan más muerte que vida. Antes de que existiera la vacuna contra tos ferina, morían en Estados Unidos (con una sanidad pública bastante más anémica que la nuestra) 8.000 personas al año de una enfermedad que afectaba a 200.000 personas; en 2002, sólo se contagiaron de tos ferina 9.771. Más llamativo, el caso del sarampión (una enfermedad prácticamente erradicada en nuestro país) del que se producían 500.000 casos anuales, mientras que en ese mismo año 2002 sólo se registraron 44 casos.

Entonces, ¿por qué nos da miedo vacunarnos? “Porque existen una serie de mitos que rodean a las vacunas que se han instalado en las creencias de algunas personas pero sin ninguna base científica ni racional. No, las vacunas no provocan autismo; no, las vacunas no contienen mercurio ni aluminio y no, vacunarte no te provoca la enfermedad de la que te vacunas –reflexión muy extendida con la vacuna de la gripe– porque no se introduce el virus, sólo un fragmento de una proteína de ese virus muerto”, explica Jesús Ruiz-Aragón, microbiólogo clínico experto en vacunas del Hospital de La Línea y coordinador de las Jornadas de Vacunología Basada en la Evidencia de la provincia de Cádiz.

Daniel Ocaña, médico de Familia del CS Algeciras Norte y miembro del comité de expertos del Plan de Vacunas de Andalucía, suma, además, que “con la era antibiótica” las enfermedades infecciosas “se habían infravalorado, hasta la aparición de la Covid, claro”. “Paradójicamente con la introducción de las vacunas de la viruela, del sarampión o de la polio se había dejado de percibir la gravedad de las enfermedades infecciosas. Y ahora nadie te va agradecer que le salves de una enfermedad que nunca supo que iba a tener”, valora el facultativo que comprende que “la prevención es muy desagradecida” y “este tipo de medidas de sacrificio son muy complicadas de conseguir porque persiguen un beneficio que no se ve”. Y hasta si se ve, si de reticencias a las vacunas contra la Covid-19 hablamos...

Aún así ambos expertos reconocen “el esfuerzo” y “la madurez” de la mayor parte de la ciudadanía de este país (94,9%) y de nuestra comunidad autónoma (80,8% con la pauta vacunal completa) que ha confiado en la seguridad y efectividad de la campaña de vacunación que le ha hecho frente a la pandemia.

Sin embargo, a Ruiz-Aragón le preocupa ese 9% de españoles que esgrimen que no se vacunan por creer que se está inoculando a la población un medicamento fabricado con premura y falto de análisis clínicos (barómetro del CIS). “Completamente falso, y aquí se denota la falta de información real que tienen los ciudadanos del trabajo que hacemos los científicos. Y es que si ha sido posible poner remedio tan pronto es por el fruto de investigaciones que se llevan realizando durante años, como las de las vacunas de ARN mensajero, que parece que son cosa de hoy”, desmonta el experto el primer argumento de los temerosos.

Ocaña se ocupa del segundo, de la falta de análisis: “Dos terceras partes del procedimiento que rodea la creación de una vacuna se va en controles de seguridad. Ese férreo control de calidad hace que hasta se bloqueen lotes no sólo por que una vacuna pueda conllevar algún riesgo sino, incluso, porque tenga menor eficacia de la prevista. Lo que se ha acelerado con estas vacunas ha sido su aprobación en los Consejos regulares, en cuanto a que se han convocado de manera urgente, pero los controles de calidad por los que han pasado son los mismos que cualquier otra vacuna, de hecho, el sistema de vigilancia de posible efectos adversos, es más escrupuloso en una vacuna que en cualquier otro medicamento”.

Y es aquí donde ambos científicos se siguen sorprendiendo del extraño comportamiento del que, a veces, hacemos gala los ciudadanos. “Un paracetamol, un ibuprofeno, el medicamento más usual que tenemos a nuestra disposición, conlleva una serie de posibles efectos adversos; sin embargo, se consumen, a veces, hasta alegremente, y no se los cuestiona en la misma medida que a las vacunas que, precisamente, pasan por un control de calidad más duro”, se maravilla Ruiz-Aragón, al igual que Ocaña que todavía recuerda “la indignación” cuando se decidió que no se dispensara sin receta el ibuprofeno 600 “ya que el de 400 hacía el mismo efecto para casos leves y tenía menos contraindicaciones”.

“Los efectos adversos que se achacan a las vacunas no te los planteas en otro grupo de fármacos que, por el contrario, se consumen con una libertad... Y es que, hasta cierto punto, se han banalizado mucho los medicamentos y, como yo les digo a mis pacientes, si se venden en farmacias y no en kioscos es por un motivo, y es que algunos medicamentos para algunas personas pueden conllevar efectos secundarios graves o mortales. No digamos en medicamentos con corticoides o el Sitron, y nadie duda que el balance entre riesgo y beneficio nos sale a favor... Más innecesarias son las operaciones estéticas, que también conllevan, como toda operación quirúrgica, un riesgo que es mucho mayor que el que lleva aparejado una vacuna, incluida la de Covid”, razona.

Algunos datos para ilustrar la cuenta: la vacuna contra la hepatitis b, una enfermedad que infectaba a 300.000 personas al año y provocaba 5.900 muertes, sólo muestra una reacción alérgica grave en 2 de cada 600.000 dosis. Un par de ejemplos de reacciones adversas más: la vacuna contra el sarampión, rubeola, paperas (SRP) puede desatar una reacción alérgica grave en 1 de cada 3 millones de casos y encefalitis en 1 de 1 millón; el componente anti tosferina de la vacuna DTPa, por ejemplo, provoca fiebre de 40,5 en 1 de cada 3.000 casos, llanto prolongado en 1 de cada 2.000 y convulsiones en 1 de cada 14.000 dosis. Tomen un prospecto de cualquier medicamento que tengan en casa, y comparen. Quizás se lleven una tremenda sorpresa...

Datos de 2018 y 2019 de la cobertura de la primovacunación en Andalucía Datos de 2018 y 2019 de la cobertura de la primovacunación en Andalucía

Datos de 2018 y 2019 de la cobertura de la primovacunación en Andalucía

Estas cifras, además, remiten hoy a enfermedades, prácticamente, desaparecidas en España y en Europa aunque en los últimos tiempos algunos casos exportados y la negativa de los padres antivacunas a proteger a sus hijos han provocado hospitalizaciones y brotes infecciosos por la reaparición de estas enfermedades.

“Creo recordar en Granada un brote de sarampión en una escuela porque algunos padres no quisieron vacunar a sus hijos y creo que finalmente un juez llegó a obligar la vacunación de esos niños porque su situación se había convertido en un problema de salud pública”, rememora el microbiólogo sobre esta situación que, efectivamente, se vivió en la capital granadina en el año 2010 y que se ha replicado en otras partes de nuestro país tal y como demuestra el caso del niño de 6 años de Olot (Girona) ingresado en 2015 en estado grave por difteria (era el primer caso en nuestro país desde 1987).

Con todo, tanto Ruiz-Aragón como Ocaña recuerdan la “alta cobertura” de la población infantil andaluza puesto que la adherencia al calendario de vacunación, de la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía arroja una media del 98% de cobertura, según los últimos datos disponibles (los de 2018 y 2019 del departamento de Cartografía y Estadística). “A ellos se suma la vacunación en embarazadas de la Tdpa que no sabemos cuántas vidas habrá podido salvar”, coinciden los expertos que insisten en que “la población andaluza está muy protegida” gracias a su confianza en la primovacunación.

Curiosamente, otra adherencia que se ha visto reforzada es la de la vacuna contra la gripe, a tenor de las cifras históricas de cobertura de esta vacuna en mayores de 65 años. Así, si en la temporada 2011-12 fue un 57,7% de españoles de esta franja de edad los que decidieron vacunarse contra esta enfermedad, en la pasada campaña el dato creció en 10 puntos. Así, un 67,7% de los mayores de 65 años (un 67,6% en Andalucía) acudieron a la llamada en este 20-21.

Datos sobre la vacunación de la gripe en España y de la campaña andaluza 20-21. Datos sobre la vacunación de la gripe en España y de la campaña andaluza 20-21.

Datos sobre la vacunación de la gripe en España y de la campaña andaluza 20-21.

Realmente, tiene su lógica. Hay que recordar que “el pasado año en fechas de la campaña de la gripe no estaba disponible la vacuna antiCovid” con lo que “hubo bastantes personas que, al menos, se inmunizaron contra la gripe” buscando una medida preventiva”, certifica Ruiz-Aragón. “Esto pone de manifiesto la vulnerabilidad que saca a la luz una enfermedad infecciosa y que, como decimos nosotros en prevención, la peor vacuna es buenísima y que en seguridad todo es bueno y hasta lo poco es muchísimo”, añade Ocaña que además valora que “este año también se ha producido un efecto arrastre en ambos sentidos, ya que voy a pincharme la de la Covid me pongo la de la gripe y viceversa”.

Y es en este punto donde el microbiólogo llama la atención sobre “otro de los mitos que hay que desmontar” sobre la efectividad de las vacunas. “Está avalado científicamente y probado que la coadministración de la vacuna contra la Covid junto a otras como la de la gripe o el neumococo no es perjudicial ni resta efecto a ninguna de ellas”.

Es más, Isabel Jimeno Sanz, médica de familia, directora del centro de salud Isla de Oza de Madrid y miembro de la red de neumoexpertos recuerda que “la Junta de Andalucía, además de otras comunidades y otros países como Holanda, recomienda la vacunación antineumocócica 13 valente para pacientes post Covid grave” con el objetivo de “ayudar a prevenir la mala evolución de los pacientes y, también, la posibilidad de que estos pacientes luego tengan una infección por neumonía neumocócica”. Además, “según un estudio muy reciente de este mismo 2021” esta misma vacuna “parece tener un cierto efecto de prevención” del Sars-Cov-2. “Este estudio describe que de 530.000 pacientes” vacunados con la 13 valente “se asoció una reducción del 35% para el diagnóstico de Covid y una reducción del 32% para la hospitalización y la mortalidad”.

Un argumento más que viene a reforzar la realidad de que las vacunas no sólo aportan más beneficios que efectos adversos sino que gracias a la constante investigación y control en este campo pueden sumar hasta valores adicionales a los inicialmente previstos.

“Y es cierto que, más allá de los efectos adversos, las vacunas pueden causar ciertas molestias pero que se comprenden perfectamente una vez que se entiende cómo funciona una vacuna en el cuerpo”, anticipa el microbiólogo del Hospital de La Línea la explicación que también ofrecerá el médico del centro de salud de Algeciras en la entrevista con este periódico.

“El preparado vacunal carece de riesgo de la infección. El caso típico, la vacuna de la gripe, lo que se coge es un trocito de proteína que luego el cuerpo identificará para producir la respuesta inmunitaria óptima si la persona se contagia del virus de verdad. Digamos que en la vacuna lo que se introduce es la matrícula, no el coche. Es una especie de retrato robot, de huella dactilar del patógeno para engañar al cuerpo y que se pueda hacer un ensayo general para estar preparados si llega el agente causal . Y justo por eso, porque estamos haciendo un simulacro, en el cuerpo saltan las señales de alarma, y vienen los bomberos, la policía, protección civil... Y tal revuelo pues provoca las fiebres, los dolores... Son la respuesta de la defensa de tu cuerpo y, es más, a mayores defensas más incomodidades como hemos visto con la vacuna de la Covid-19, que las personas con un sistema inmunitario más envejecido han tolerado mejor que el cuerpo de un chaval”.

Chavales a los que Ocaña quiere especialmente reconocer su “comportamiento ejemplar” porque “a pesar de que la opinión pública se ha cebado mucho con la juventud por su comportamiento durante la pandemia por querer salir a la calle o irse de fiesta” hay también que destacar “su comportamiento absolutamente solidario acudiendo a vacunarse en masa”. “En el caso de los adolescentes es especialmente llamativo y loable porque su motivación ha sido proteger al entorno de sus mayores y a su comunidad”, agradece recordando que en Andalucía el 91% de personas de entre 12 y 19 años se ha vacunado, al menos con una dosis, frente a la Covid (85,2% entre 20 y 29 años y un 83,5% lo han hecho entre 30 y 39 años).

La disposición mostrada “en el ámbito escolar” y, por supuesto, “en el sanitario” en este contexto de pandemia también han sido reconocidos por los expertos consultados. Ocaña, además, incide en “el esfuerzo enorme” que ha hecho la Administración andaluza en el área “de la distribución” de las vacunas contra la Covid-19. “La conservación de estas vacunas también es muy importante, su distribución muy cuidadosa, y aunque a veces la ciudadanía ha incidido en si tardaban más o menos tiempo en llegar, no somos conscientes de lo que significa a nivel geográfico una Comunidad como la nuestra y además con tantas provincias donde no sólo un almacén de llegada puede centralizarlo todo”, apunta.

El microbiólogo Jesús Ruiz-Aragón. El microbiólogo Jesús Ruiz-Aragón.

El microbiólogo Jesús Ruiz-Aragón.

Una comunidad “referente en vacunación”, no dudan los científicos gaditanos que aseguran que nos podemos “sentir orgullosos” de una población que, con sus excepciones, ha reflejado una vez más su “generosidad” y su “sólido concepto social”.

Por ello, en este contexto, preguntamos, ¿sería necesario implantar la obligatoriedad de las vacunas? Ninguna respuesta es fácil ni contundente. “Es un debate ético todavía abierto”, vienen a decirnos los expertos que, desde luego, ven la “necesidad” de que todas personas estén vacunadas contra la Covid y otras enfermedades infecciosas y “mantener y reforzar” las medidas de higiene y de distanciamiento social recomendadas.

También consideran “importante” la aplicación de la “tercera dosis” en los tramos de población recomendados y ven “muy positiva” la vacunación en los menores de doce años y, “en primer lugar, siguiendo la misma lógica que con los adultos, en los que padecen algún tipo de patología o enfermedad crónica”, como recomienda el doctor Martinón-Torres.

“Las vacunas son seguras”. “Las vacunas son efectivas”. “Las vacunas salvan vidas”. Insisten e insisten científicos, médicos, expertos de diferentes países, queriendo inocular la lucidez de la lógica en todas aquellas personas que todavía dudan, que todavía temen al medicamento más humano y humanitario.

Humano. Tan “simple en su funcionamiento”, tan “acorde” a nosotros, a nuestra “fisiología”.

Humanitario. Y más en la comunidad andaluza donde está financiado al 100%. Con las vacunas “llegamos a todo el mundo, de cualquier estrato social, de cualquier nivel cultural, independientemente de los ingresos económicos con los que se cuente”.

Fíjese si son importantes las vacunas que encierran el conocimiento para nuestras defensas, para nuestro sistema inmunitario. Y qué más importante que el conocimiento y que la información veraz.

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