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Juan Pedro Cosano. Escritor y Abogado

"Acabo de mucho peor humor cuando salgo del despacho que cuando escribo"

  • El autor jerezano presenta su nuevo libro 'El abogado de pobres' (Ediciones MR-Planeta), ganador del Premio Abogados de Novela 2014

"En el candelero", como él mismo dice, como abogado de asuntos tan sonados como el 'caso Holgado', los asesores de Pacheco, los ERE, los Ruiz-Mateos..., el nombre del abogado Juan Pedro Cosano (Jerez, 1960) vuelve a sonar, esta vez, por cuestiones literarias. Pasiones ambas, la abogacía y la escritura, que cosecha desde la infancia. Presenta esta semana su nuevo libro, El abogado de pobres (Ediciones MR- Planeta), galardonado con el Premio Abogados de Novela 2014.

-¿Cómo nace El abogado de pobres?

-Yo me encuentro con la figura del abogado de pobres leyendo una novela que no he conseguido identificar cuál es, como un personaje residual, que aparece en una página. Me gustó el nombre, la circunstancia del personaje y empecé a leer sobre el abogado de pobres. Me di cuenta de que no había nada escrito sobre él, sólo la obra de teatro de Bretón de los Herreros, con el mismo nombre. Creí encontrarme con un filón en cuanto a posibilidades del desarrollo del personaje y de la trama. Empecé a escribir como yo hago habitualmente: no sé lo que voy a escribir. Los primeros capítulos son bastante impactantes porque nos encontramos con un abogado lúbrico, desleal con sus clientes, que poco a poco va evolucionando y se va convirtiendo en el personaje en que termina. Y así me encontré con el personaje, me acuesto con él, me levanto con él y no sé hasta qué día seguiré durmiendo con él.

-Es una relación con futuro...

-Bueno, ya estoy escribiendo la segunda parte, que se llamará 'El crimen del Hospital de la Sangre'. Ya la propia editorial me la pidió.

-Un libro que tiene una base histórica importante. ¿Se ha empapado de ella para escribirlo?

-Sí. Lo que pasa, y lo digo en mi perjuicio, yo escribí en los 80 Hispania, una novela histórica ambientada en el Cádiz del siglo I a.C. No existía Internet, la escribí a mano..., y documentarse entonces sí que era difícil. Hoy, el 90% de lo que necesito lo tengo en la Red. Para este libro sólo he tenido que comprar las obras de Bartolomé Gutiérrez, un personaje nuclear de la novela, de Mesa y Xinete, estudios jerezanos de la época... Bueno, soy lector compulsivo, sobre todo, de novela histórica.

-Vamos, que si no hubiera sido abogado, hubiera sido historiador.

-No. Me gusta la historia, me encanta, pero como lector, como la historia concebida por Montanelli. La científica me aburre. Desde pequeño ya tenía la vocación de ser abogado.

-Lo suyo ha sido presentar el libro y ganar este premio...

-Sí (ríe). Yo acabo el libro en septiembre de 2013. Los compañeros de despacho lo leen y me animan a presentarlo a este premio. Pero yo nunca he confiado en los premios porque pensaba que era una pérdida de tiempo, pero lo hice. Me olvidé después. Me llamaron en marzo para decirme primero que estaba entre los finalistas, que era uno de los favoritos y curiosamente ya me piden que empiece a hacer correcciones, que haga una segunda parte... Y luego, una semana después, me comunicaron que había ganado. Esa semanita que yo pasé no se la deseo a nadie (ríe). Estuve descompuesto, me lo deberían haber dicho el mismo día. Y el jurado fue unánime... Me siento que no me lo creo. Llevo un mes sin despertar del sueño.

-¿A qué le anima este reconocimiento?

-Bueno, yo siempre he escrito, ya he publicado tres libros. Me anima a seguir, pero con la ilusión de que mi obra llegue a más personas. Ver tu libro en Madrid, Barcelona, Córdoba, en el aeropuerto... Pues me siento avergonzado. Las críticas están siento muy buenas.

-Y ubica usted la escena en Jerez, en el XVIII, un espacio real, por primera vez en sus novelas.

-Sí, las otras veces han sido ciudades imaginarias. He disfrutado una barbaridad conociendo mejor Jerez, costumbres, nombres antiguos de calles, las fiestas, celebraciones, el modo de gobierno... Y creo además que puede ser un acicate para una ciudad tan deprimida, que la gente ya hable de venir aquí para conocer el lugar en el que transcurre la novela y donde vive Pedro de Alemán (el protagonista).

-Sin embargo, hay zonas del casco histórico que ni menciona.

-Me da mucha pena ver cómo está el casco histórico, ha habido un gran desprecio hacia él. Se lo han cargado entre los profesionales técnicos y los políticos. Por eso, calles de San Mateo, San Lucas..., zonas tan derrumbadas, no aparecen en la novela. Pero sí una buena parte transcurre en San Miguel. Está igual que en el XVIII, aunque con las reformas técnicas habituales de la ciudad. Te ubicas muy bien en la época.

-Otro dato destacable es la trama, la falsificación de los cuadros de Zurbarán que existían en Jerez.

-Sí, una historia que nace a fuerza de escribir, ante la pantalla. Una trama que no decae, un buen ritmo, un lenguaje con reminiscencias del XVIII..., al menos eso me dicen (ríe).

-Y un 'elenco' de personajes de casi medio centenar...

-Sí, y muchos son reales, históricos, de Jerez. He disfrutado poniendo palabras mías en sus bocas, pero acordes a su personalidad.

-Respecto a la abogacía, ¿qué quiere mostrar en esta novela?

-Sí. He pretendido engrandecer una profesión que adoro y trasladar la lucha del abogado en el día a día, no sólo su faceta pública. Quería hacerlo ver desde un abogado imperfecto, Pedro de Alemán, y que se decantase por el bien. Y hablar de la soledad del abogado, en un despacho, con un pleito en el que te piden 15 años para tu cliente...

-¿Hay algo de usted en Pedro de Alemán?

-No, sólo las técnicas de la abogacía. No tiene ni mis valores, ni mis defectos.

-Muchos de sus pleitos darían para un libro, 'caso Holgado', el Xerez, El Indio, los asesores de Pacheco, los Ruiz-Mateos, los ERE...

-Bueno, sobre el tristísimo asunto de 'Padre Coraje' ya hay uno hecho. De lo que me arrepiento es de no haber llevado un diario, pero lo que uno conoce como abogado no se puede desvelar, escribir, publicar.

-¿Ejerce usted el turno de oficio, de abogado de 'pobres'?

-Yo no lo ejerzo ahora, salvo en casos puntuales. Compañeros del despacho sí lo desempeñan. Pero hemos sido abogados de pobres muchas veces, en casos muy sonados, como el crimen del 'Poti-Poti'. Pero sentirse mejor porque te van a pagar, es rebajarse al materialismo. Simplemente son retos.

-También es usted un abogado poeta, o viceversa.

-Bueno, la poesía fue un amor de juventud. Ahora Pedro de Alemán me ha descuadrado mis esquemas. Lo que antes era una evasión, amenaza con convertirse en otras cosas (ríe). Más o menos en una obsesión. Me dedico a la abogacía por las mañanas y por las tardes a la literatura. Acabo de mucho peor humor cuando salgo del despacho que cuando acabo de escribir a la hora que sea.

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