Cultura

Adiós a Juan de la Cátedra

AÚN cuando fue conocido como Juan de la Plata, al rendirle tributo en este obituario, he preferido nombrarle Juan de la Cátedra ya que la Cátedra de Flamencología ha sido Juan -por espacio de casi sesenta años-, y viceversa. El martes 3 de marzo nos dijo definitivamente adiós desde el Hospital de Cádiz en donde había sido ingresado después de sufrir un derrame cerebral. ¿Por qué en Cádiz?, se preguntarán muchos aficionados. Sencillamente porque después de haber sufrido varios infartos, su hija Conchita, y el esposo de ésta, Juan Carlos, decidieron con lógico criterio llevarle con ellos a su domicilio gaditano en el que ha permanecido largo tiempo, en ocasiones confiados en su recuperación. Lamentablemente no ha sido así y el martes 3 de marzo, cogido de la mano de su hija, dio su último suspiro. Descanse por siempre en la paz del Señor. Su cuerpo sin vida será velado en el Tanatorio de nuestra ciudad y con posterioridad, mañana jueves, 5, recibirá cristiana sepultura en el Cementerio de Ntra. Sra. de la Merced, junto a la tumba en la que responsan los restos de la que fue su compañera, Concha Soto Lahera, desde 1964 hasta el 19 de agosto de 2001 en que falleció tras padecer una prolongada e incurable enfermedad.

Fue tal la unión de Concha y Juan -de cuyo matrimonio nacieron sus hijas Concha y Rosario- que ahora, cuando me siento ante el ordenar a fin de dedicarle un último saludo al amigo, al compañero de Cátedra y Academia, en lugar de reseñar sus andanzas -que fueron incontables-, por los entresijos del mundo flamenco al que tan íntimamente estuvo vinculado, o la relación de sus múltiples publicaciones, quiero centrarme en un texto suyo que, a manera de epílogo dedicó a Concha y que tituló 'Una gitana irrepetible', con el que cerró su libro 'Los gitanos de Jerez', editado precisamente en 2001, haciéndolo coincidir con la Fiesta de la Inmaculada Concepción.

En la dedicatoria de dicha publicación Juan dice así: "A la memoria de mi queridísima esposa, Concha Soto Lahera, a la que durante más de cuarenta años entregué lo mejor de mi vida y junto a quien proyecté y escribí este libro, en honor de su raza, de su familia y de su gente, recordando todas las ilusiones y el gran amor que compartimos, en todo momento".

Al cierre, en el epílogo citado, el autor, el esposo, Juan Franco Martínez, Juan de la Plata, se manifiesta en los siguientes términos: "Hacer el panegírico de Concha, aquí y ahora, es muy triste para mí, y muy difícil, por mi condición de esposo. Sí puedo decir que para ella parecía escrito el verso de Miguel Hernández: "Te me mueres de casta y de sencilla". Porque estas dos palabras -casta y sencilla- eran las que mejor la definían. Y así fue hasta el último día de su vida. Su recuerdo me acompañará siempre. Concha -mi Concha-, gitana buena, con alma de niña era todo corazón; todo amor para con los más débiles y su generosidad no tenía límites. Ahora tengo la certeza de que Dios la tiene en su gloria y allí espero encontrarla algún día; si Dios así lo quiere".

Ya llegó el momento Juan; han transcurrido catorce años en los que, al faltarte Concha, tu Concha, te dedicaste aún más si ello fuese posible a tu Cátedra de Flamencología, la que junto a tus entrañables amigos Manuel Ríos Ruiz, Manuel Pérez Celdrán y Esteban Pino fundaste en 1958 y de la que en 2008 celebramos las Bodas de Oro. La Cátedra queda huérfana de ti que fuiste su alma y sostén. ¿Qué ocurrirá ahora? Es muy posible que en tu honor, perpetuando con ello el reconocimiento que se te debe, la Cátedra pueda ser retomada por otras personas -hombres y mujeres-, nombrándote a título póstumo director honorario y permanente.

De tus libros, de tus títulos, de tus conferencias, de tus creaciones: 'Revista de Flamencología', 'Premios Nacionales del Flamenco', 'Concurso fotográfico', 'Fiesta de la Copla', 'Juegos Florales del Flamenco', 'Concierto de Jerez', 'Misa de la Nochebuena de Jerez', 'Cursos de Verano' y un tan largo etcétera que haría interminable este escrito, habrán de ocuparse otros. Quede aquí constancia y testimonio de mi amistad y el recuerdo de quien durante años trabajó junto a ti dentro y fuera de la Cátedra de Flamencología. Descansa por siempre en paz, amigo y compañero Juan de la Cátedra.

Pepe Marín es periodista y flamencólogo

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios