carmen moreno. escritora

"Agatha Christie marcó la forma en que contamos novela negra"

  • La autora se estrena en el género de intriga con 'Una última cuestión' (Lapsus Calami) La historia propone a una heroína no convencional, adicta a las series de misterio y la cerveza

Como ocurre con personajes y guiños de Principito debe morir (que se alejan de la ortodoxia de la ciencia-ficción y lo distópico), la incursión de Carmen Moreno en el género negro tampoco responde exactamente a lo convencional. Una última cuestión (Lapsus Calami) parte de la estructura de ratonera habitual de las tramas de misterio, pero está llena de detalles kistch y de humor que la diferencian. La protagonista, por ejemplo, responde al nombre Verónica Lago pero su prototipo tiene poco que ver (más bien nada) con el de las investigadoras supereficientes de supertacones y superpiernas.

"Verónica Lago -comenta la autora- es una pija venida a menos a la que una amiga, movida posiblemente más por el odio que por la solidaridad, le encuentra un trabajo como limpiadora en El Corte Inglés. Es adicta a la cerveza y a las series de misterio, tanto en libros como en televisión. No es Jessica Fletcher, porque no escribe lo que le pasa, ni es Miss Marple, porque es más marginal que ella".

Su nombre, evidentemente, es -como lo era el personaje de Connor en Principito debe morir- un homenaje al cine: "De las mujeres de antes, Verónica Lake me gustaba y el nombre era perfectamente traducible. Esas actrices de antes transmitían una tremenda fuerza aun metidas en los clichés machistas de los personajes que les tocaban. En la mayoría de ellos, no te terminas de creer que sea en serio el héroe el que las rescate. A nadie puede ocurrírsele rescatar a Marlene Dietrich, por ejemplo. Y, de hecho, los hombres (Monty Clift, Bogart) eran los débiles en la realidad".

La trama de Una última cuestión, que se desarrolla en un bloque de vecinos, fue armándose sobre dos puertas de armario en las que Carmen Moreno iba apuntando los diferentes pisos, los personajes, las situaciones. Todo un 13, Rue del Percebe artesanal sobre el que iría armándose el tetris del argumento, deudor de los clásicos de Agatha Christie.

"La novela, su estructura, es en cierto modo un homenaje a ella, sobre todo en la forma en que concluye. La figura de Agatha Christie parece que está hoy algo desprestigiada, en comparación con el repunte que ha estado viviendo la de Conan Doyle. Yo leía a ambos de pequeña, al igual que esas proto- novelas de misterio, tan fantásticas, que eran las de la serie de Los Cinco -cuenta Moreno-. Pero Agatha Christie marcó la forma que tenemos de contar en novela negra, en sus historias las piezas van encajando de manera insospechada. Sus investigadores no son como Holmes, una mente privilegiada que de repente tiene raptos de cómo son las cosas. Muchas veces se le ven los trucos y las trampas, claro, pero crear a un personaje omnisciente también es tramposo. Pensé que si hoy en día se escribiera una novela teniendo muy presente las de Agatha Christie, sería algo parecido".

La posibilidad de escribir una novela de intriga le rondaba, dice, desde que acude a la Semana Negra: "Paco Camarasa, propietario de Negra y Criminal y coordinador de BCNegra , me dijo que no podía imaginarse una novela negra escrita por mí ", explica Moreno.

Y, efectivamente, no es un noir al uso. La segunda de la protagonista, su vecina Aurora (por ejemplo), es una fanática del Barça que tiene montado un altar a Pep Guardiola. "Al dibujar a mi Verónica Lago, quería subrayar que una mente inquisitiva puede estar en cualquier lado".

A pesar del tinte surrealista, Carmen Moreno dice que la historia no podría haberse desarrollado en Cádiz: "Imposible -indica-. En Cádiz no hay lugar para el misterio. El misterio se solventaría en dos minutos porque una vecina diría: 'Sí, hombre, pero si estaba liada con el del cuarto que era primo del de la tienda...' De hecho, en Cádiz se cometen pocos crímenes truculentos, se da alguno tremendo cada década o así, y se resuelve a la semana creo que, en parte, porque todo el mundo sabe todo".

"Cuando presenté la novela en BCNegra, pregunté qué es lo primero que les sugería el nombre de Cádiz y dijeron, literalmente, pescaíto frito -continúa-. Así, como escenario misterioso, no llegamos muy lejos. Sin embargo, en la segunda parte, Verónica Lago viajará inevitablemente a Cádiz. Y creo que es porque ya, tras llevar un tiempo aquí, he podido recuperar y asumir la ciudad. Antes, tenía la sensación de que tanto yo como lo que me rodeaba era de una mediocridad tremenda".

Un ejercicio de desamor (y posterior reencuentro) con la ciudad por el que han pasado muchos. "En los años de juventud, que fueron los que pasé en Cádiz, pasé por episodios de anorexia nerviosa y todo lo que conlleva, depresión, agorafobia... -cuenta-. Así que, realmente, conozco mucho mejor, por ejemplo, el ritmo y los códigos de Madrid, que es una ciudad que sí viví mucho. Curiosamente, el edificio de la novela sí que está pensado como el edificio en el que yo vivía en Loreto y la mejor amiga la veo como mi vecina de abajo, Aurora".

"Ahora creo que tanto yo misma como la percepción que tengo de las cosas ha cambiando -prosigue-. Monté la editorial (el sello Cazador de ratas) porque realmente creo que hay autores potentes por aquí, y ni siquiera pienso que debiera haberla montado en Madrid, como me comenta mucha gente. Estoy bien en Cádiz y me muevo bien. Para montar Cazador de ratas tenía claro que quería hacerlo desde el sur. Ahora puedo ver lo bien que se está y lo que he crecido personalmente".

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