Antonio Muñoz Molina. Escritor

"Atreverse a mirar es un acto que tiene una dimensión política"

  • El autor anima a "aceptar la complejidad del mundo y no sustituirla por estereotipos o trampas ideológicas" en su recopilación de ensayos sobre arte.

Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) ha reunido en el libro El atrevimiento de mirar (Galaxia Gutenberg) los ensayos sobre arte que ha ido escribiendo a lo largo de dos décadas. Animado por la "apasionada claridad" del crítico australiano Robert Hughes, que falleció el año pasado, el autor jiennense se acerca aquí al universo ético y estético de los pintores Georges de la Tour, Edward Hopper, Pablo Picasso, Christian Schad, Francisco de Goya, Juan Genovés y Miguel Macaya, así como del fotógrafo Nicholas Nixon. Desde Nueva York, ciudad en la que reside parte del año junto a su esposa, la también escritora Elvira Lindo, Muñoz Molina accedió a esta entrevista que completó por correo electrónico tras regresar de Oriente Próximo, donde recogió el prestigioso Premio Jerusalén que le reconoce como "una de las mayores figuras literarias internacionales de los siglos XX y XXI". Convencido, como escribiera su admirado Marcel Proust, de que "únicamente a través del arte podemos salir de nosotros", el autor de El jinete polaco y Todo lo que era sólido (Seix Barral), libro éste que salió a la venta hace escasos días, anima a sus lectores a buscar los vínculos de las obras plásticas con el mundo real e intentar ver en ellas lo que vieron sus contemporáneos.

-¿Qué papel jugó Andalucía en su formación estética?

-Mi primera educación visual es el valle del Guadalquivir, visto desde Úbeda. La segunda la obtuve en Granada, paseando por la ciudad, viendo exposiciones y asistiendo a algunas clases de Historia del Arte.

-¿En qué momento se le abrieron de pronto los ojos al arte? ¿Qué autores le ayudaron en ese camino?

-Empecé conscientemente durante la carrera, en Granada. Subiendo a la Alhambra, viendo la colección de cuadros de Isabel la Católica en la Capilla Real. Mis primeras influencias fuertes fueron Pierre Francastel, Giulio Carlo Argan y Panofsky. A Hughes lo descubrí mucho después. Y por supuesto una influencia definitiva son los escritos de arte de Baudelaire: claridad y pasión, que es lo contrario de confusión y frialdad, tan frecuentes en el lenguaje de muchos especialistas.

-¿Cree que atreverse a mirar es todavía un acto político?

-Atreverse a mirar con plena soberanía, dedicando toda la atención, no dejándose llevar por las consignas de la moda, es un acto de libertad de conciencia que tiene una dimensión política. La idea del disfrute del arte por sí mismo, sin motivos religiosos ulteriores, es de la Ilustración.

-El éxito de exposiciones como la que el Thyssen Bornemisza dedicó el año pasado a Hopper, pintor analizado en uno de los capítulos más bellos de este libro, constrasta con el distanciamiento que el gran público mantiene respecto a distintas expresiones del arte más actual.

-Hay muchos públicos distintos, y hay formas de arte y artistas muy variados, como para establecer una norma general. Pero el arte contemporáneo, el más destacado, se ocupa sobre todo de seducir a los plutócratas y a los gerentes políticos, no al aficionado normal. Al aficionado el único papel que le dejan los entendidos y los negociantes es el de asentir acríticamente a lo que ellos dicten.

-¿Qué papel podría jugar el arte en la sociedad en este momento, en esta Europa en crisis no sólo económica sino también de valores?

-Al adiestrarnos en la atención, el arte nos enseña, o puede enseñarnos, a prestar una atención más profunda a la realidad, y ese es el primer paso en cualquier emancipación.

-Textos como los que entrega en este volumen contribuyen a sacar el arte del territorio de los especialistas. ¿Piensa que la crítica de arte es actualmente un coto vedado? ¿Encuentra autores o especialistas que le interesen tanto como Gombrich en su día?

-Tampoco es que yo lea a muchos especialistas. En España leo mucho a Calvo Serraller. En Estados Unidos Camille Paglia escribe cosas muy interesantes.

-En El atrevimiento de mirar reivindica la experiencia directa de la obra de arte, el poder admirar de cerca las texturas y escalas de las piezas, convencido de que, como escribió Walter Benjamin, "en la reproducción la obra pierde su aura, que no es otra cosa que la irradiación de su presencia". ¿Debería ser ése el sentido principal del turismo cultural?

-Cada cual disfruta a su manera, ¿no? Desde luego para mí uno de los alicientes de viajar a una ciudad es ver en ella obras de arte que no están en ningún otro sitio.

-En las páginas dedicadas a Goya reivindica el carácter independiente, la valentía y la actualidad del mensaje iconográfico del artista zaragozano. ¿Cómo ha sido su relación con la obra de Goya a lo largo de los años? ¿Encuentra actitudes similares en el arte español contemporáneo, más allá de los ejemplos de Genovés y Macaya que incluye en estas páginas?

-Es muy difícil encontrar paralelismos, porque los tiempos son muy distintos. Pero cuando un fotógrafo o un reportero están contando, por ejemplo, el horror de una guerra actual, están siendo discípulos de Goya.

-Al residir parte del año en Nueva York tiene acceso a exquisitas colecciones, como la Frick Collection, y a las galerías y museos más vanguardistas. ¿Qué papel ha jugado esa experiencia en su obra literaria?

-Ha jugado y juega. En Nueva York estoy educándome siempre, y eso es un privilegio del que soy consciente. Pero el nivel de los museos y de las exposiciones en Madrid es muy alto también. En Madrid hay exposiciones que no tienen nada que envidiar por su ambición y su rigor a las del Metropolitan de Nueva York.

-¿Cuál es su relación con manifestaciones del arte actual como el land art, las videoinstalaciones, la performance y el arte conceptual que representa, por ejemplo, el creador chino Ai Weiwei?

- Hay artistas que hacen instalaciones que me gustan mucho: Jaume Plensa, Francesc Torres, por ejemplo. Me gustaba mucho lo que hacía Juan Muñoz. Pero tampoco estoy muy al tanto de lo último último.

-En un mundo tan complejo, ¿cree más en el papel del arte que en el de la literatura para enseñarnos a entender la verdad?

-Todo ayuda: el arte, la literatura, la música, los periódicos, el cine, etcétera. Todo ayuda si nos enseña a aceptar la complejidad y a no sustituirla por estereotipos o trampas ideológicas.

-Acaba de recibir el Premio Jerusalén, distinción en la que sucede a autores como Coetzee que, al igual que usted, han combinado la excelencia estilística con un claro pronunciamiento en favor de los derechos humanos. ¿Qué ha supuesto incorporarse a un palmarés donde figuran además las mayores luminarias de la literatura en castellano, como Borges o Vargas Llosa? ¿Qué posición o compromiso moral supone recibir este galardón?

-Si le digo la verdad, es una lista abrumadora que me produce sobre todo la sospecha de no estar a la altura de muchos de los que hay en ella.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios