Cultura

Un Barceló de verdad

No podía llegar a Málaga una exposición de Miquel Barceló en un momento más oportuno - aunque creo que si es este Barceló el que configura una muestra, cualquier momento es bueno y bienvenido -. Todavía se escuchan los ecos de la inauguración de esa fabulosa obra por él realizada para la cúpula de la Sala XX, la de los Derechos Humanos, en el palacio de las Naciones Unidas de Ginebra. Los que, a estas alturas, puedan tener duda de la valía artística de este pintor español, tienen la oportunidad de encontrarse con un artista muy grande, que demuestra con estas más de ochenta obras, por qué ha llegado hasta donde ha llegado y cuál es la razón de haberlo conseguido.

Esta exposición, comisariada por Enrique Juncosa, probablemente quien más y mejor sabe de Barceló y de su obra, nos sitúa en el que es el periodo creativo más importante y de mayor enjundia plástica y pictórica, el que resulta de una de sus largas estancias en Mali. Ello posibilita un total acercamiento a ese Barceló genial, dominador de la circunstancia artística, moldeador poderoso de una materia pictórica que en sus manos - nunca mejor utilizado el término, pues su pintura está al margen de la utilización de cualquier sistema - alcanza suprema potestad.

La exposición de Barceló, con su iconografía humana mostrando todo el interés cultural de un país que él ha puesto de moda, con su galería de personajes dejando constancia de su estamento humano, con los modelos de actitudes, con la referencia de una cotidianidad que él pinta como testimonio notarial, con la realidad social de un territorio marcando pautas y, además, con el planteamiento de una oferta pictórica desmedida, abre las puertas para que nos entre todo el potencial creativo, aquí más que nunca, de un Barceló genial, ese del que sabemos desde hace varias décadas y que sólo hemos encontrado en pocas ocasiones. Estamos ante un artista de verdad, sin los postulados hiperbólicos que conceden las modas y los intereses del momento. Nos encontramos ante el Barceló matérico, ante el dominador de la técnica pictórica, pero también ante un íntimo pintor de realidades cercanas - las mujeres africanas en sus menesteres cotidianos -, un pintor que traslada a los variados soportes, de forma rápida y exacta la visión extrema de una realidad sin vuelta de hoja. También la muestra nos acerca al Barceló ceramista, patrocinador de un primitivismo que sólo hace trasladar al barro lo que sus ojos contemplan, sin intermediarios culturales.

La muestra del CACMÁLAGA nos pone, una vez más, en sintonía total con el arte grande, con esa realidad artística extrema donde se encuentra la verdad de un arte contemporáneo que, con este Barceló, acentúa su carácter de postmodernidad y nos posiciona en los entornos de una creación sin tiempo ni medida.

Es el Barceló de las grandes composiciones en las que un mar de fuerza pictórica, compuesta a base de materiales diversos, algunos de ellos en proceso de descomposición, provoca el impacto directo en el atónito espectador. Se trata de una serie de obras en las que la impresión expresionista alcanza su cota más acentuada. Pero, al mismo tiempo, la belleza del paisaje y las gentes de Mali, rescatan al pintor poderoso, gestual y casi imposible y lo conduce por un pintor tradicional que se deja llevar por los colores, el paisaje y las actitudes de unos personajes que son tratados con el máximo respeto pictórico y humano.

Estamos, pues, ante la exposición de un artista que muestra toda la magnitud creativa del arte. Es una exposición para encontrarnos con ese Barceló genial que, a veces se nos ofrecía más como leyenda que como realidad. En Málaga aparece en todo su esplendor.

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