Cultura

Contaminación visual

SE va acercando las fiestas navideñas y las ciudades van preparándose - las luces de las calles las llevan poniendo los empleados de Ximenez desde pocos días después de que usted dejara el apartamento de Valdelagrana - para sus exornos y todas esas majaderías típicas de las fechas y de las prosaicas sociedades de consumo en las que nos ha tocado vivir. Y, precisamente, en estas fechas es cuando una ciudad demuestra la imagen de sí misma y de lo que algunos quieren ofrecer de ella. Espero que para los días en que el pueblo se echa a la calle a por la compras, retiren del Centro esos artilugios psudoartísticos que nos han colocado como esculturas callejeras y que las han querido vender como la quinta maravilla del mejor escultor de occidente. Pues, prepárense porque, me temo, que vendrán cosas peores. De todas maneras ya lo veremos y lo padeceremos. Además, en estas fiestas - entrañables, dicen algunos - se pone de manifiesto la pobreza mental de muchos. Llevamos mucho tiempo soportando los mismo adornitos, los mismos mensajes, las mismas luminarias, los mismos poco edificantes - artísticamente - anuncios y los mismos diseños de Navidad. Lo mejor que hemos visto en los últimos han sido los diseños para las botas de González Byass de Carlos Laínez. Desde entonces sólo hemos asistido a burdas variaciones de lo mismo o absurdas invenciones con más quiero y menos puedo. Ya mismo, si no lo han hecho ya, verán ustedes al odioso papanoel escalar las fachadas y los balcones de muchas casas adosadas; verán almanaques con las sempiternas imágenes de la Virgen del Rocío o los ñoños perritos melosos - ya, por mor de los tiempos, nadie se acuerda de las recurrentes imágenes de mujeres en pelotas -. Todo en la misma línea de casposa imaginería. Por cierto, para que nadie pueda achacarme de catastrofista y aguafiestas - sobre todo para los que, todavía, se creen eso de fiestas entrañables - les diré que entre tanta vulgaridad visual como ya nos están invadiendo, he visto, con gran satisfacción, algo que se salía de esa línea de pobreza absoluta. Una obra que ha sido la escogida en la Escuela de Arte para la portada de un folleto de Villancicos. Se trata de un falsograbado que dice mucho de la calidad artística de su autora, la alumna de Segundo de Bachillerato de Arte, Ana Domínguez Corrales. La joven sabe lo que hace y cómo llevarlo a la práctica. Algo de lo que adolece muchos de nuestros insignes hacedores de "entrañables" tonterías navideñas. ¡Que a usted no le pase nada ante tanta idiotez contaminante como nos espera!

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