Chucho Valdés. Pianista

"Cuba le debe un tributo a mi padre"

  • El músico cubano recibe la Medalla de la Ciudad de Almuñécar donde homenajeó en un concierto a algunos de sus maestros más queridos y presentó su último disco, 'Border Free'

La excelencia artística de Chucho Valdés y su calidad humana han sido motivos suficientes para que el festival Jazz en la Costa de la localidad granadina de Almuñécar le rindiera homenaje días atrás con la entrega de la Medalla de la Ciudad. El pianista lo celebró con un concierto en el que presentó su último disco, Border-Free.

El músico, que compareció en Almuñécar junto a la banda Afro-Cuban Messengers, ingresó hace tiempo en la historia de la música cubana con letras de oro. Fue un niño prodigio perteneciente a una estirpe de músicos ilustrados. Sus padres, Bebo Valdés y Pilar Rodríguez, se preocuparon no sólo de que su hijo recibiera desde pequeño una exquisita formación clásica, sino de que también escuchara a Chano Pozo, a Chico O'Farril y a todos esos músicos de jazz que iban al club Tropicana a tocar con su padre, fallecido el pasado mes de marzo a los 94 años. Además de haber sido fiel a su vocación clásica tocando con las mejores orquestas filarmónicas del mundo, Chucho Valdés forma parte indiscutible del elenco de los grandes maestros de jazz de nuestros días.

-Se ha convertido en un andaluz ilustre, vecino honorario de Málaga y ahora de Almuñécar...

-Es un honor. Mi relación con España es también a través de la música, a través de la malagueña de Lecuona, que la tocaba de niño. Toqué también mucha música clásica española: Albéniz, Turina, Falla... Vine a ver a mi papá porque estaba enfermo y luego a nosotros nos han recibido con las manos abiertas, y ya me he quedado.

-En Cuba su padre fue innombrable. ¿Ha cambiado algo tras su fallecimiento?

-Cuba le debe un tributo especial a mi papá, que fue una figura mundial de la música. Me han dicho que la radio y la televisión cubanas sí hablaron de él el día que murió, pero Cuba tendrá que hacerle un tributo. Se lo debe.

-En Border-free, su disco más reciente, hay dos temas dedicados a sus padres. ¿Sentía que tenía que hacerlo?

-Claro. Tuve la suerte de que compuse el tema para mi padre sin imaginarme ni por un instante que fallecería poco tiempo después. Lo grabé, se lo llevé y a él le encantó. Le expliqué que en ese tema había un segmento en el que con la mano izquierda tocaba como él, tocaba el tumbao de Bebo, y con la derecha improvisaba a mi manera. Se mostró muy feliz.

-¿Cómo fue su relación con su padre?

-Fuimos más que padre e hijo, fuimos tremendos amigos, desde la época en que yo tocaba en su orquesta cuando él era muy joven y yo apenas un niño. Luego estuvimos 18 años sin vernos hasta que nos volvimos a encontrar en Nueva York.

-¿Llamar a un disco Libre de fronteras tiene segundas lecturas para un cubano?

-No en ese sentido al que se refiere. Las tiene en el sentido cultural: hay raíces de flamenco en el tema Santacruz, de la música gnawa, está Bach, Rachmaninoff, está el son cubano, la contradanza... Es como romper la barrera entre géneros, que la música libere y rompa todos los estilos.

-¿Es el primer disco que ha grabado en su propia casa malagueña?

-Ahí lo empecé y lo acabé, pero lo primero que grabé allí fue el himno de la escuela de mi hijo [risas]... Es un coro de 54 niños con una pequeña banda, quedó muy bien. Y bueno, también he grabado cosas de piano solo.

-Cuba Messengers, Chucho's Steps… ¿Está haciendo usted guiños a la historia del jazz?

-Es un homenaje a todos los músicos que me han antecedido remontándonos hasta la época de Nueva Orleáns, a los Coltranes, Blakeys, Zawinuls... a los que han hecho grande esta música.

-¿Y los que le siguen? Porque los tiempos han cambiado y salen enormes músicos de Cuba ¿Cuándo llegarán los nuevos Chuchos?

-No están pero los estamos esperando. Que salgan genios de ese calibre requiere su tiempo, no pierda la paciencia, que están en camino, pero para eso se necesitan varias coincidencias. Claro que hay muchos, la lista sería enorme, pero no terminan de grabar discos con lanzamientos internacionales y no llegan al público. Pero a cada uno le llegará su hora, seguro. A mí durante muchos años nadie me hizo caso y luego tuve mi momento, y lo aproveché.

-En este disco sale también vestido de indio comanche... ¿Cómo surgió eso?

-Hay un capítulo poco conocido de la historia de Cuba como cruce de culturas. Igual que hubo una notable emigración china, a finales del siglo XIX, varios cientos de comanches fueron deportados a Cuba desde México, y allí se establecieron, haciendo un tipo de música propia que, pese a no haber quedado registrada, yo intento imaginar en afro-comanche, una especie de mardi gras, como un carnaval indio-africano.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios