cita en sancti petri

Cuestión de fe

  • El Barrio cumple con sus fieles y regresa a su tierra para inaugurar el ciclo de actuaciones Concert Music Festival

Selu Figuereo cumplió con 4.000 espectadores en dos horas de concierto.

Selu Figuereo cumplió con 4.000 espectadores en dos horas de concierto. / román ríos

El Barrio es una cuestión de fe. Como el arte, el amor y la vida. Explicable difícilmente si no se profesan hasta el extremo los preceptos de la religión barriera e intensamente entretenida para el profano que se abandone a la comunión extasiada que generan sus himnos.

Con figura de profeta de esa doctrina envuelta de un "nuevo lenguaje para expresar emociones cotidianas", según sus más fieles devotos, José Luis Figuereo guarda bajo su eterno sombrero la capacidad de aunar sensibilidades hasta hacerlas bailar, cantar, estallar al unísono con la sensación de que cada concierto, cada melodía no es sino el bautismo renovado del éxito de la sencillez hecha espectáculo de masas.

Selu -porque así lo vitorean sus fieles- parece tener la mágica llave que abre los corazones y los retuerce hasta hacerlos latir a mil por hora. Se palpa en los asientos, en el centro de la pista, a pie de escenario, en la exaltación de la camaradería, en las miradas cómplices del respetable conscientes de hablar un idioma común, una lengua barriera tan propia como universal.

También tiene El Barrio la llave y la clave de la conexión sentimental entre distintas generaciones. No es casualidad que haya sido el encargado de dar el pistoletazo de salida la noche del sábado a la serie de conciertos con los que la promotora Concert Tour pretende llenar de música el verano gaditano. "Un marco incomparable", en palabras del artista, como el poblado de Sancti Petri otorga magia a semejante propuesta, única en la provincia de Cádiz, que en esta primera cita consiguió congregar a alrededor de 4.000 espectadores de todo pelaje. Un triunfo religiosamente anunciado.

Dispuesto a reventarse Las costuras del alma, El Barrio cumplió en dos horas de concierto con su encomienda de ofrecer a su público lo que deseaba experimentar, la emoción compartida de sentir y sentirse libre a través de la música. Para el incondicional, casi un ritual. Para el neófito, la ocasión idónea de mover el esqueleto con atávico afán de disfrute. Cádiz se convirtió en el mantra más pronunciado y no era para menos. Selu se sabía en casa y demostró que, gustos musicales aparte, posee un sentido del espectáculo más que envidiable.

Así sabe jugar con los tiempos y coloca estratégicamente los talentos de las cantaoras Nani Alemania y Reyes Martín Figuereo como remanso sonoro entre descargas de exitazos sin pausa. Cantes de la tierra para regar un terreno fértil a cualquier manifestación del corazón envuelto de impecable factura. Posee, además, José Luis Figuereo la inteligencia de rodearse de músicos de primera línea -¡esas manos divinas de Antonio Reina!- que visten con túnica de hilo dorado más de dos décadas de repertorio incesante. Y tiene El Barrio tino, el buen tino de desvestir su voz en las versiones de Todo tiene su fin, Tu frialdad o La Llorona en el capítulo más emocionante de un concierto donde ganaron por goleada las más recientes composiciones del autor gaditano, integrantes del disco Las costuras del alma.

Sonaron contundentes Playa de La Luneta, Si no te quieren, Al sur de tu cama, Con lo puesto, Estirpe, El primer amor y Torpe Canción. Retumbaron como salmodias Ángel malherido, Réquiem por una Magdalena y Mi amor (para todos los públicos). Y convirtieron el fin de fiesta en alabanza por unos bises más Orgullo y Pa' Madrid. El resultado de esta amalgama de confesiones fue una liturgia sin sotanas ni escapularios, un mar de sombreros con el ala desplegada al aire fresco de la noche barriera y al son del mismo credo. El Barrio, como el amor, el arte y la vida, es simplemente una cuestión de fe.

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