Cultura

Cumpleaños de papel

  • El mundo del cómic, que vive ahora una nueva época de oro, celebra el aniversario de varios de sus personajes más famosos, desde Popeye hasta Astérix

Quién le iba a decir al fabricante americano de espinacas que tendría en un marinero de fea cara, robustos brazos, traje de primera comunión y perenne pipa, a su vendedor más efectivo, aquel que con solo consumir la planta herbácea conseguía una fuerza sobrehumana venciendo siempre al malo de turno para conseguir los favores de su eterna amada, de nombre Olivia.

El joven marino, Popeye, acaba de cumplir 80 años, los mismos que han pasado desde que su primer tira cómica se publicase en The New York Evening Journal un 17 de enero de 1929.

Popeye, Olivia, la gallina mágica, el bebé Swee´Pea… nacieron del lápiz y la imaginación de Elzie Crisler Segar, creador unos años antes del Thimble Theatre y que aportaba a la prensa americana las tiras que llenaban los enormes suplementos infantiles y no tan infantiles, tan característicos de los Estados Unidos.

Popeye celebra este 2009 aniversario redondo como lo hacen también Astérix, Batman, Mandrake, Donald, Terry y los piratas, Li´l Abner. Todos ellos, y alguno más que se escapa de esta felicitación, forman parte de lo más selecto de este arte que es el cómic y cuya vigencia se constata en el éxito reciente de la última edición del Salón del Cómic de Barcelona o en las ediciones más humildes que sobre esta forma de cultura para todas las edades se celebran en Cádiz.

El cómic, puerta para muchos del mundo del libro y denostado por otros que consideran que es "cosas de niños" ha aportado y sigue aportando auténticas obras maestras uniendo dibujos que nada tienen que temer en una hipotética comparación con los grandes artistas de la pintura y guiones dignos del mejor escritor.

Cuenta Javier Coma, en su Diccionario de los Cómics, que Popeye llegó a ser "el primer superhombre de la narrativa gráfica". Ahí están los poderes extraordinarios que consiguió al frotar de forma repetida a la cabeza de una "mágica gallinácea". O los logrados gracias a las espinacas, que dejaba en su sitio a Bruto y en más de un apuros al joven lector que veía como su madre le ponía como ejemplo a la hora de obligarle a tragar el vegetal.

Ciertamente, entre todos los héroes del tebeo Popeye no es el más popular. Incluso entre generaciones más jóvenes su relevancia es casi nula, como son las contadas reediciones de sus obras. Frente a él, Astérix y, especialmente, Batman, lideran el mercado de fieles seguidores que los han convertido en auténticas fábricas de hacer dinero.

Curiosamente, Astérix el Galo también logra su fuerza sobrehumana gracias a un producto gastronómico: en este caso la poción mágica de Panorámix.

El guerrero galo, que sólo teme que el cielo caiga sobre su cabeza, eterno amigo de Obélix, cumple ahora 50 años. Hace ya unos cuantos sus historias comenzaron a decaer. René Goscinny, su guionista, imprimió hasta su muerte una profunda ironía, una lectura entre líneas y, sobre todo, una extrema originalidad, a toda la obra de Astérix que, de forma paulatina, se vino abajo cuando el magistral dibujante de la obra, Albert Uderzo, se hizo cargo también de los diálogos. Pasa con el guerrero como con otras grandes obras del mundo de la historieta: Blueberry, Thorgal o el mismísimo Mortadelo, que no han sabido poner un broche de oro a lo que ya es un puro negocio económico.

En todo caso el trabajo de Goscinny y Uderzo ha dejado auténticas obras de artes y retratos afinados de los lugares recorridos por sus personajes: Galia, Britania, los germanos, Egipto, una peculiar América o la misma Hispania. Y 'actores secundarios' que hacen de ésta una obra coral.

Astérix ha sobrepasado las hojas de Pilote para hacerse un hueco en el cine, tanto animado como real, logrando ser incluso protagonista de un parque temático e incluso de un litigio familiar sobre los dineros de esta obra.

Si Pilote fue la revista de regencia para el cómic europeo, Detective Comics lo fue para la historieta estadounidense. En sus páginas, en el mes de mayo de 1939 se publicaba la primera aventura de Batman, de la mano de Bob Kane y Bill Finger.

El caso de Bruce Wayne es muy peculiar entre la gran familia de los superhéroes. No puede volar, no se convierte en fuego ni en hielo, no tiene una fuerza extrema ni desaparece. A pesar de ello es invencible gracias al apoyo que le da la más avanzada tecnología (para él fácil de conseguir: es multimillonario) y sobre todo una fuerza de voluntad que le lleva a luchar contra el crimen como forma de respuesta a una tragedia juvenil: fue testigo del asesinato de sus padres.

Wayne esconde bajo una disfraz de murciélago su identidad. Al igual que el Superman periodista es torpón y tímido, el Batman millonario aparece en muchas de sus historietas (la última, por ejemplo, en Barcelona) como una personas altiva, amante de las fiestas y despreocupado de las necesidades de sus prójimos lo que acaba por afectar a sus sentimientos y a su propia estabilidad emocional algo que, por otra parte, permite enriquecer los guiones de sus historia como ocurre también con Spiderman y que le diferencia de aquellos superhéroes cuya columna central de cada historia es el puñetazo.

Batman, como ha pasado también con Astérix, se ha convertido en una marca que ha superado el propio papel. Llegó a la televisión en 1966, con episodios hoy claramente casposos, y desde los ochenta reina en el cine. La edad de oro que hoy vive el cómic-book, en España gracias a Panini y Planeta, pone en el mercado a varias líneas de historias diferentes del personaje creado por Bob Kane, para desgracia del siempre corto bolsillo del aficionado a los tebeos.

Mandrake, Li´l Abner y Terry y los Piratas, han superado también este 2009 la barrera de los 70 años aunque con una atención del público casi limitada a los más clásicos aficionados a este arte. Aquí la maestría de Milton Caniff, en su obra-río sobre Terry Lee; de Lee Falk y Phil Davis, como padres del mago vestido de frac; o la de Al Capp, creador de una de las obras maestras del cómic (recuerda Coma que Chaplin o Welles eran fervientes seguidores de las aventuras de "las crónicas de la sociedad americana de la depresión protagonizadas por Li´l Abner") eleva a su máximo exponente al mundo del cómic.

Las últimas viñetas se la dedicamos al pato más famoso del mundo: Donald, nacido para el cine y pasado al papel hace 75 años.

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