Arte

Dalí, un panorama convincente

  • La ambiciosa muestra que le dedica el Reina Sofía al pintor de Figueras permite percibir y valorar la obra de un artista con frecuencia desfigurado por las tensiones de nuestra cultura.

Más allá del número de visitantes (celebrado por la Administración que antepone siempre cantidad a calidad), la muestra dedicada a Dalí por el Centro Pompidou y el Museo Reina Sofía tiene el valor de proporcionar un convincente panorama de la obra de un artista con frecuencia desfigurado por las tensiones de nuestra cultura. Muchos de mi generación recordarán cómo las opiniones conservadoras celebraban sus cuadros posteriores a los años cincuenta, mientras los defensores del movimiento moderno consideraban su obra sólo hasta unos diez años antes, donde colocaban una frontera que no cruzaban. Ni unos ni otros acertaban. Los devotos del último Dalí no advertían la ácida carga kitsch que había en esos cuadros (¿sabían qué era el kitsch?) ni la reflexión sobre el mito que contenían. Quienes lo criticaban desde el movimiento moderno no vieron la peculiar mitología de Dalí que (como quizá también ocurre en Balthus) evita el contrapunto racional, con que la modernidad acompaña al mito, cuestionándolo. Aún habría que citar las opiniones políticas del artista y su histrionismo, pero sobre ello, de lo que ofrece la muestra ciertas claves, volveré más adelante.

Fechada en 1926, Depart. Homenaje al Noticiario Fox es una de las obras más logradas de los primeros años de Dalí. Un probable canto a la paz, simbolizada por una monumental Venus, que por sí sola articula el cuadro, y celebrada por un infantil Dalí que reposa en su regazo. El cuadro, trabajado con un meditado cubismo, es también un homenaje al cine (al noticiario cinematográfico), a la aviación y a la moda femenina de la época.

Al año siguiente Dalí rechaza en un artículo el surrealismo pero en ese mismo año, sus cuadros acusan huellas de Miró y Tanguy, y en 1929, el catálogo de su exposición en París (que incluía entre otros cuadros El gran masturbador) contiene un elogioso texto de Breton. Incorporado al grupo surrealista, Dalí se singulariza proponiendo el método paranoico-crítico. El surrealismo rastreaba el inconsciente a través de las asociaciones automáticas de imágenes e ideas, la propuesta de Dalí consistía en dar especial valor a algunas de esas asociaciones, las que procedían de la paranoia. Esto se traduce en imágenes cercanas a la alucinación (en las rocas del cabo Creus ve arcaicos animales, monstruosos y amenazantes), en una reflexión crítica que indaga la razón de ciertos miedos y obsesiones (como el que le hace detectar el paralelo entre el recogimiento de la campesina de El Angelus de Millet y el gesto de la mantis religiosa, símbolo de la castración), y en obras cuya capacidad de metamorfosis permite que se lean de formas diversas, como ocurre en España (1938), obra relativa a la Guerra Civil, en la que un combate forma en realidad el rostro y la cabellera de una melancólica mujer.

En 1939, el grupo surrealista decide expulsar a Dalí por sus simpatías hacia los autoritarismos (de lo que da cuenta el catálogo mediante concisa documentación). Un año más tarde, después de terminar sus excelentes dibujos para Los Cantos de Maldoror, centrados en El Angelus de Millet, parte a Estados Unidos y poco después inicia la etapa que él mismo llamará mística. Una de sus primeras muestras es un lienzo de complicado título, Niño geopolítico contemplando el nacimiento del hombre nuevo (1943) en el que figuras humanas ancestrales contemplan un cuerpo que pugna por salir de la esfera del mundo convertida en huevo ensangrentado. Poco después seguiría La tentación de San Antonio que hace pensar en Buñuel y su Simón del desierto. Pero frente a la ironía con que el cineasta aragonés trata los viejos mitos (recuérdese Viridiana y la réplica a la Última Cena de Da Vinci), Dalí quiere rastrear en ellos miedos, deseos e ideales elementales que pese a su arcaísmo siguen influyendo en la vida de los individuos. El mismo afán lo lleva a reflexionar sobre la pintura académica del XIX y a meditar sobre el kitsch, como en la conocida instalación dedicada a Mae West.

La muestra ofrece así un recorrido por la obra de Dalí que, con los numerosos textos del artista que incluye el catálogo, permite percibir y valorar el alcance de su obra. Alcance que no debe oscurecerse por su innegable simpatía hacia los autoritarismos: éstos al fin son también hijos de la razón moderna. Así lo han mostrado pensadores tan distantes entre sí como Berlin y Adorno. Muestra y documentación permiten también aquilatar el histrionismo de Dalí, fruto de la voluntad de convertir en obra de arte su propia vida. Algo parecido buscaron Marcel Duchamp y Andy Warhol. Aquél desde el silencio y éste desde una elegante displicencia, pero esas actitudes eran sumamente ajenas a Dalí.

Arriba, 'Niño geopolítico contemplando el nacimiento del hombre nuevo', una obra de 1943. Abajo, la versión de Dalí de 'El Ángelus', de 1932, y 'Depart. Homenaje al noticiario Fox', que el autor pintó en 1926.

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