Cultura

Degradación de negro a 'gore'

Thriller, EE UU, 2014, 109 min. Dirección: Jim Mickle. Guión: Jim Mickle y Nick Damici. Música: Jeff Grace. Intérpretes: Michael C. Hall, Sam Shepard, Don Johnson, Wyatt Russell y Vinessa Shaw.

En Mulberry Street los humanos se convertían en bestias caníbales y en Vampiros del hampa, en vampiros. En Somos lo que somos la dieta familiar era carne humana. Que mutando o no unos seres humanos devoren a otros o se beban su sangre parece una obsesión del realizador Jim Mickle. Con Frío en julio se diría que quiere distanciarse de lo fantástico y lo truculento para cultivar una variante de cine negro que podría llamarse gótico-tejana, con evidentes influencias de Carpenter (la banda sonora se puede entender como un homenaje a sus músicas electrónicas) y los Coen, tal vez con un toque de Scorsese y Schrader. Demuestra tener gran estilo, sobre todo en la primera parte de la película, al retratar a un tipo común que se ve metido en una historia muy poco común tras matar al intruso que una noche irrumpió en su hogar.

Desafortunadamente lo que empieza muy bien, sin concesiones, con una gran eficacia narrativa y un sobrio tratamiento formal, deriva al mediar la película hacia lo esperpéntico. De tal forma que lo que parecía una reflexión sobre la culpa, el demonio de las armas, el culto a la violencia, el héroe que representa los miedos de la colectividad y la agónica lucha de un hombre por salvar a su familia (porque el intruso muerto podría ser hijo de un peligroso delincuente), acaba convirtiéndose (cuando el tipo común deja de serlo para convertirse en un guerrero) en una trama de corrupciones que rompen la verosimilitud. Esta ruptura parte la película en dos. Una primera magnífica -la muerte, la culpa, la venganza, el pánico- y una segunda cada vez más desmadrada hasta acabar en una orgía setentona que ni tan siquiera excluye las cámaras lentas. En ambas partes el trío protagonista, bastante insólito, actúa muy bien. Probablemente el pecado original esté en la novela de Joe R. Lansdale, si el guión Nick Damici y el propio Mickle le ha sido fiel. Pero desde luego el estilo, y esto sí es responsabilidad exclusiva del director, agrava esa culpa bajo pretexto de autorreferencialidad, reescritura, homenaje y otras tonterías que justifican las debilidades del llamado neo-noir. Al final Jim Mickle no logra dejar atrás su anterior filmografía gore para meterse por los caminos del cine negro.

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