Cultura

Delicadeza y pasión

  • El pianista alemán Christian Zacharias se ganó al público del Teatro Villamarta con su sinceridad, entrega y maestría

La gira española del pianista germano Christian Zacharias empezó el pasado lunes en Pamplona y concluirá el próximo día 9 en Las Palmas, durante estos ocho días solo varias ciudades de nuestro país habrán tenido el privilegio de escuchar a este virtuoso del teclado y entre ellos se pueden contar los espectadores que asistimos al magnifico concierto que el pasado viernes ofreció en Villamarta. Pero antes de entrar en apreciaciones concretas sobre su recital conozcamos un poco mejor a este gran interprete.

Christian Zacharias comenzó sus estudios de piano con Irène Slavin y Vlado Perlemuter en Paris, en 1969 ganó el Concurso de Piano de Ginebra y cuatro años más tarde el prestigioso Van Cliburn, renovando sus triunfos con el primer premio del Concurso Ravel de Paris en 1975, comenzando de esta forma una carrera internacional que le ha llevado a las salas de concierto más prestigiosas del mundo, como solista o formando parte de conjuntos de cámara de la talla del Cuarteto Alban Berg, el Cuarteto Guarneri o el Cuarteo de Leipzig.

En 1992 debutó como director de orquesta al frente de la emblemática Orquesta de la Suisse Romande y desde entonces ha continuado dirigiendo a otras formaciones de igual prestigio, como son la English Chamber Orchestra o la Orquesta Filarmónica de Dresde. En septiembre del año 2000 fue nombrado director principal de la orquesta de Cámara de Lausana.

Ha grabado más de cuarenta compactos con obras de Domenico Scarlatti, J. S. Bach, Michael Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Chopin, Schumann, Dvorák y Soler, entre otros.

Esta escueta nota biográfica puede dar una ligera idea de la importancia de este pianista, sin embargo, es imprescindible acudir a uno de sus recitales para apreciar la grandiosidad de su juego y la nobleza de su interpretación. Para su cita jerezana Zacharias escogió como programa las Kinderszenen, op. 15 de Robert Schumann, diez sonatas de Domenico Scarlatti y la Sonata D. 959 de Franz Schubert, a las que se sumaron como propina el Rondó en Re mayor K. 485 de Mozart y una Sonata en Sol mayor de Scarlatti.

Desglosar la interpretación de cada pieza en este comentario sería, simplemente, inútil, ya que es obvio que el pianista alemán conoce perfectamente el programa y, como bien ha demostrado durante toda su carrera, no le gusta aventurarse por caminos que no domina, pero a pesar de tener tan trillado este repertorio su juego nunca cae en la rutina.

En este sentido se agradece su sinceridad y entrega, plasmadas en una pulsación y un fraseo cristalinos, en una eficaz proyección del sonido y en la maestría de dominar todos los recursos expresivos del instrumento, logrando momentos únicos, ligados estrechamente a las posibilidades que ofrece cada partitura; como pudo ser el caso en la Sonata en Sol mayor Kk 13 de Scarlatti o en el Andantino de la Sonata de Schubert, sin por ello decaer en el resto. Su interpretación fue en todo momento equilibrada y llena de carácter, de una delicadeza subyugante y apasionada.

Tras el concierto, Zacharia manifestó que había quedado gratamente sorprendido por la acústica de la sala, la calidad del piano y, por supuesto, con el público.

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