críticas de cine

Elegante historia de fantasmas

Suspense, Reino Unido, 2011, 107 min. Dirección: Nick Murphy. Guión: Nick Murphy, Stephen Volk. Fotografía: Eduard Grau. Intérpretes: Rebecca Hall, Dominic West, Imelda Staunton, Lucy Cohu, John Shrapnel, Diana Kent, Richard Durden.

El espiritismo y los relatos de fantasmas conocieron su edad de oro (oro monetario ganado por los espiritistas y oro literario de grandes relatos) en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX y los primeros 30 años del siglo XX. En su primera etapa victoriana fueron la respuesta al desconcierto o hasta el pánico causado por el darwinismo, el pragmatismo, el materialismo y el ateísmo: la superstición intentando llenar el vacío dejado por la religión. En su segunda etapa respondieron al dolor causado por la Primera Guerra Mundial y por la epidemia de gripe española de 1918 y 1919 -aludida en el arranque de esta película- que causó 250.000 víctimas en Inglaterra. Charles Dickens, Sheridan Le Fanu, Elizabeth Gaskell, Thomas Hardy o Margaret Oliphant escribieron algunos de los mejores relatos de fantasmas del XIX; y Henry James -como frontera entre los dos siglos con la extraordinaria La vuelta de tuerca (1898)-, M. R. James, Arthur Machen o Algernon Blackwood fueron autores de algunos de los mejores relatos escritos en las tres primeras décadas del siglo XX.

A este último filón, con la vuelta de tuerca como fuente de inspiración, se remite esta película superficial y comercialmente influida por éxitos españoles como Los otros o El orfanato; pero superior a estos tal vez por remitirse con mayor fidelidad y legitimidad a las fuentes tradicionales anglosajonas que sus modelos españoles imitaban. Curiosamente, uno de los tres pilares que garantizan la solidez de esta interesante, aunque imperfecta, película es un español: el joven director de fotografía Eduard Grau, formado en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña y en la National Film and TV School de Londres, consagrado como gran valor internacional por A Single Man y Enterrado. Empiezo por él porque la limpieza, precisión, rara transparencia y capacidad de crear sugestión sin recurrir a trucos de la fotografía dan personalidad y distinguen a La maldición de Rockford.

Los otros dos pilares son la sobria realización del debutante Nick Murphy, que sólo pierde el control al final de la película, y las estupendas interpretaciones de una Rebecca Hall maravillosamente ambigua en su frágil fortaleza, un Dominic West que al fin encuentra un papel que le permite mostrar un talento que otras películas sólo dejaban intuir y la siempre grande Imelda Staunton. La primera es una especialista en desmontar engaños de espiritistas, casi como una versión femenina del cazador de espectros Carnacki creado por W. H. Hogdson. El segundo es el profesor de un colegio en el que suceden fenómenos extraños, atormentado por los recuerdos de las trincheras. La tercera es la gobernanta del colegio. La descreída y escéptica investigadora acude allí para investigar los fenómenos que amenazan arruinar el colegio. Naturalmente está convencida de que se trata de sugestión o superchería. Pero no es así. Oscuras fuerzas que no desconocen sus íntimas fracturas -ocasionadas por su infancia y por la muerte de su prometido en la Gran Guerra- la aguardan allí.

Ocultos mundos de dolor y soledad, presencias entrevistas fugazmente, la sensación de estar acompañado en habitaciones vacías y de ser observado estando solo... Durante setenta u ochenta minutos de los poco más de cien que dura la película Nick Murphy logra construir -con el poderoso auxilio del trío de intérpretes y del director de fotografía- una contenida, elegante y perturbadora película de fantasmas cuya fuerza dramática está en los personajes, no en los efectos; que en algunas ocasiones roza el gran cine y bajo la cual late una idea llena de trágica fuerza que a veces -la secuencia del páramo, tras descubrir la aparente engañifa- se deja transparentar con gran sutileza. Hay algo aún más terrorífico que la existencia de fantasmas: que no existan. Lástima que cuando al final entre a matar desluzca con malas soluciones de guión esta buena faena.

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