Cultura

Y Felipa cruzó la frontera

A veces, por incomprensible que parezca, hay personas a las que les cuesta dar ese paso necesario, esa zancada que le permita cruzar la frontera y reconocer que ha sido elegida para algo más, que está tocada por los dioses. Es el caso de Felipa del Moreno, llamada a tomar el relevo de generaciones anteriores pero que, por una razón u otra, ha tardado más de la cuenta en autoconvencerse de que su sitio está ahí. Cualidades tenía pero quizás necesitaba creérselo y darse cuenta, como le demostraron las más de 500 personas que llenaron Los Claustros, que puede hacerlo.

Felipa del Moreno lideró un generoso recital en el que durante dos horas transmitió ilusiones y sobre todo emociones a un público encantado, primero con el precioso marco elegido y segundo, con la sensibilidad del espectáculo.

Ataviada con un traje coral, la jerezana se comprometió desde el principio, dando muestras de agradecimiento y sorpresa por la enorme respuesta de público. "No sabía que Jerez me quería tanto", confesó tras interpretar unas alegrías demasiado acompasadas y donde, al gual que en la soleá, que culminó haciéndole un guiño a la desaparecida María Bala, evidenció cierto nerviosismo.

No fue hasta atajar los tarantos cuando empezamos a vislumbrar su verdadero potencial. Guiada magistralmente por la rica guitarra de Manuel Valencia, Felipa, en el 22 aniversario de la muerte de Camarón, dejó destellos camaroneros y explotó definitivamente con los tientos-tangos, sin duda, un terreno donde se mueve con soltura. Mucho más segura y suelta, levantó los olés del público gracias a su capacidad para modular la voz y a ese metal que hiere.

Tras un intervalo en el que un solo de Manuel Valencia rescató a la mejor guitarra de Jerez, Felipa, ya de negro y con el pelo suelto, acabó por rematar la faena. La vimos emocionada al interpretar 'Vida mía', de Fernando Terremoto hijo, tema para el que contó con el piano de Eduardo Peña. Pareció como si Fernando lo hubiera escrito pensando en ella. Lloró de emoción Felipa que miró repetidamente al cielo para recordarle.

Fue el paso previo a otros dos grandes momentos de la noche, primero con la colaboración de Jesús Méndez, cuya quejumbrosa voz desperezó los cimientos góticos de Los Claustros. Ambos se acordaron de Manuela Méndez 'La Chati', en unas bulerías que levantaron al público, enloquecido con la pasión y la grandeza con la que cantaron.

Y llegó Fernando Soto. Sí, ese que a nadie deja indiferente. Con ese halo de artistazo que posee envolvió a Felipa y juntos volaron con aquel 'Me marcho' de Parrita. Fue una explosión de talento, sentimientos y arte. Para terminar fin de fiesta por bulerías, la mejor manera de festejar el despegue de una artista que si se lo cree está llamada a hacer historia. Quizás aún tiene cosas que pulir, claro está, pero tiene madera, que hoy día tanto se echa en falta.

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