Pretérito perfecto

De Jerez a Salamanca (IV)

 La parroquia de San Miguel de Jerez de la Frontera tiene su origen en una edificación de carácter militar que se transformó en ermita tras la conquista definitiva de la ciudad a los musulmanes por parte del Reino de Castilla en 1264. Con el tiempo, la población del entorno de esta ermita fue creciendo, por lo que la edificación se quedó pequeña. Así, hacia 1455 se inició la construcción de un nuevo templo, casi con total seguridad según las trazas del por entonces maestro mayor de la catedral de Sevilla, Juan Normán. La primera fase de las obras se prolongó hasta 1484, correspondiendo a la zona más antigua del edificio que se conserva en la actualidad. Este sector presenta tres naves cubiertas con bóvedas de crucería apoyadas en pilares. La dependencia estilística de esta parte con la catedral de Sevilla es evidente y se aprecia en la estructura general de ambas obras. Al espacio de la nave central, de gran altura, se yuxtaponen los de las naves laterales, una a cada lado en el caso jerezano y dos en el sevillano, cuya altura disminuye conforme se alejan de la principal. Para más coincidencia, los tres primeros tramos se cubren con bóvedas de crucería simple, idénticos a los del las naves laterales del primer templo hispalense. Al igual que todos los edificios de la época del ámbito sevillano las naves se comunican mediante arcos apuntados, los pilares que no han sido reformados (los que se adosan a los muros laterales y la cara exterior de los del crucero) presentan una planta romboidal y en ellos los baquetones marcan las líneas de los nervios de las bóvedas que reciben, y la portada principal (oculta en parte por la torre fachada del XVII) se abre entre dos caracoles creando una composición muy similar a la de la portada principal del templo sevillano, cuyas proporciones generales son muy similares a las de San Miguel. Respecto al perfil de los nervios, imita a los de la catedral de Sevilla. En la nave central encontramos un perfil mixtilíneo que arranca con una moldura recta que en su parte inferior se curva hasta terminar en una punta, para luego formar una pronunciada concavidad a la que sigue una convexidad similar, continuando en dos concavidades menos pronunciadas y rematándose de manera plana en el borde del nervio. El de las naves laterales es exactamente igual si bien el remate se resuelve mediante un estrecho baquetón cilíndrico(1).

Tras esta primera fase, hay que esperar unos años para que se reactiven los trabajos, que se van a centrar en la cubrición del brazo sur del crucero. Alonso Rodríguez es el encargado de la dirección de las obras en este momento, realizando una versión de la capilla de la Antigua de la catedral de Sevilla(2), donde fue maestro mayor entre 1496 y 1513. Precisamente es Alonso Rodríguez una figura clave en el asunto que nos ocupa, pues en 1511 (y a sólo cinco años de su inauguración), se hundió el cimborrio de la catedral de Sevilla, siendo despedido. En este momento llegan a las obras del primer templo hispalense y provenientes del foco burgalés Simón de Colonia (nombrado maestro mayor en 1495) y Juan Gil de Hontañón  (quien hará lo propio entre 1513  y 1519), revolucionando el panorama constructivo local, en especial el repertorio decorativo, pues van a traer desde  Burgos elementos ornamentales nuevos que a su vez se estaban exportando por esas mismas fechas a las más importantes fábricas portuguesas del momento de la mano de Juan del Castillo.

Una vez concluida la actuación de Alonso Rodríguez en San Miguel la obra continuó, pero sufrió una nueva pausa prolongada por la grave epidemia de peste que asoló la zona entre 1518 y 1523. Según cuentan las crónicas contemporáneas la enfermedad azotó con gran fuerza la comarca, muriendo tanta gente que no había quien cultivase los campos (se llegó a afirmar que no había vivos suficientes para enterrar a los muertos), por lo que una hambruna generalizada se sumó a la principal calamidad(3). Si tenemos en cuenta que la financiación de las obras eclesiásticas se basaba en su mayor parte en las rentas agrarias, comprendemos que era muy difícil continuar un edificio de la envergadura del crucero de la Parroquia de San Miguel. 

En 1523 tenemos noticias de la reanudación de los trabajos. El 19 de marzo el calero Pedro García de Villanueva se obligaba con el mayordomo de la iglesia de San Miguel, Cristóbal González, a cocer un horno de cal para fabricar los morteros de la obra de la iglesia(4). La construcción tuvo que avanzar a buen ritmo, lo que deducimos de un documento fechado en 1527. El 7 de marzo de este año varios vecinos de la parroquia presentaban una petición al Ayuntamiento solicitando su ayuda. Al parecer, el provisor del Arzobispado de Sevilla pretendía tomar el dinero destinado a San Miguel, a lo que los vecinos alegaban que si se quedasen sin fondos “podría ser todo lo obrado venyr al suelo”. En la misma petición explicaban que la obra estaba en marcha “y tiene mucha neçesydad de se cobrir dos capillas prinçipales que son del cruzero enmedio de la dicha yglesia y el agua que cahe del çielo se queda dentro y trahe mucho perjuizio a la obra que ya esta fecha y cala fasta los muertos”(5), es decir, se introducía en los enterramientos practicados en el pavimento del templo. Como se puede comprobar, aún las bóvedas no estaban cerradas, pues el agua entraba en el edificio, si bien la estructura de las mismas tenía que estar muy avanzada, probablemente  encimbrada, de ahí que los vecinos augurasen una ruina de no continuarse los trabajos.

El documento que analizamos es bastante claro al respecto: en 1523 y tras un importante parón en las obras, estaban por cubrir los dos tramos de bóveda que faltaban en el crucero, la central y la septentrional. Sin embargo, nada se dice de los pilares, lo que demuestra que ya estaban construidos. 

NOTAS

1. Sobre este periodo constructivo de la parroquia de San Miguel véase ROMERO MEDINA, Raúl y ROMERO BEJARANO, Manuel: Un lugar llamado Jerez...; Op.cit. pp. 173-288.

2. ROMERO BEJARANO, Manuel: “Los maestros mayores de la Catedral de Sevilla y su actuación en el entorno constructivo de la misma: Alonso Rodríguez y Diego de Riaño en la parroquia de San Miguel de Jerez de la Frontera”, en La Piedra Postrera. Actas del Simposium Internacional sobre la Catedral de Sevilla en el contexto del gótico final. Sevilla. Catedral de Sevilla. 2007. Tomo II, pp. 451-463.

3. Para más información sobre esta terrible epidemia véase DAZA, Juan: Estracto de las ocurrencias de la peste que aflixio a esta ciudad (Jerez de la Frontera) en el año 1518 hasta el de 1523. Edición de Hipólito Sancho de Sopranis. Larache. Centro de Estudios Históricos Jerezanos. 1938.

4. A.P.N.J.F. Archivo de Protocolos Notariales de Jerez de la Frontera. Oficio I. Francisco Román de Trujillo. 1523. Fol. 68 vto. y ss. 19 de marzo. Citado por ROMERO BEJARANO, Manuel: “Los maestros mayores de la Catedral de Sevilla...; Op.cit. pp. 451-463. El plazo para entregar la cal era el próximo 15 de abril. El mayordomo debía pagarle 6375 maravedíes y además proporcionarle toda la palma que necesitase para quemar en el horno.

5. A.M.J.F. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Actas Capitulares. 1527. Fol. 616 vto. y ss. 7 de marzo. Citado por ROMERO BEJARANO, Manuel: Op. Cit. Los vecinos que presentaban la petición eran Antón de Salamanca, Pedro Rodríguez de Grajales, Francisco de Cuenca, Antón García Copín, el licenciado de la Guardia, Juan de Grajales, Pedro Díaz Bonifacio, Pedro Sánchez del Postigo, Diego de Villafranca, Baltasar de Ureña, Diego Martín de Astorga, Pedro Díaz Hinojosa, Cristóbal Riquel, Antón Díaz, Simón Martínez, Alonso de Mesa, Antón Gil, Francisco Alemán, Pedro Alemán y otros cuyo nombre omitimos porque así lo hace el documento original.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios