Pretérito perfecto

De Jerez a Salamanca (y V)

 LOS pilares del crucero de San Miguel, por su compleja estructura y su ornamentación son únicos en la Baja Andalucía. Si, como apuntábamos, el modelo de esta iglesia es el primer templo hispalense, lo lógico sería que los pilares tuvieran cierta similitud con los de ese edificio, como sucede con la jerezana parroquia de Santiago. Sin embargo, estas semejanzas tan sólo se observan en la cara externa de los pilares  que conforman el crucero (a excepción del suroriental) donde la similitud abarca el pilar completo si pasamos por alto la decoración vegetal que hallamos entre los baquetones. En este caso la basa de los pilares es poligonal y en las partes citadas la planta es sinuosa a causa de los baquetones que reciben los nervios de las bóvedas. Los otros tres pilares que conforman el crucero plantean el primer problema. La planta sinuosa se ve amortiguada, presentando un aspecto más redondeado. Pero esto no es lo más llamativo, sino  la decoración que los recorre su cara interna de arriba abajo en la que, junto a las bandas de vegetación carnosa, hallamos otros elementos extraños al arte local. Uno de ellos son unos estrechos pilares colocados al bies y coronados por una piña de motivos vegetales. Otros son unos baquetones acodados que son frecuentes en los monumentos del entorno burgalés de las primeras décadas del XVI (por ejemplo en el trascoro de la Catedral de Burgos), en las obras portuguesas de la misma época (por ejemplo en los pilares de la iglesia de los jerónimos de Belem en Lisboa) y en dos zonas muy concretas de la catedral de Sevilla: las Capillas de los Alabastros y la parte trasera del altar mayor. Los otros son una serie de doseletes (los de mayor tamaño subidos en un pilar circular con anillos de motivos vegetales) que Hipólito Sancho relacionaba con tres monumentos de la Península Ibérica: el Hospital Real de Santiago de Compostela, la iglesia del Monasterio de los Jerónimos de Lisboa y las portadas laterales de la Catedral Nueva de Salamanca, inclinándose a pensar en la influencia del último de los edificios mediante la actuación directa en San Miguel del autor de la obra salmantina Juan Gil de Hontañón, presente en Sevilla dirigiendo la obra catedralicia entre 1513 y 1519. Sin embargo, y en clara oposición a las teorías de Sancho, hay que reseñar que las portadas laterales del primer templo helmántico, de accidentado proceso constructivo, no comenzaron a realizarse hasta la década de los veinte del XVI (1). No obstante, el historiador portuense observaba una estrecha relación del edificio jerezano con el lisboeta, preguntándose “¿San Miguel de Xerez posterior en data a Belén lo ha plagiado o por el contrario ambos coinciden por obedecer en su concepción a un mismo tipo estético? Difícil es la respuesta…”(2). 

Como hemos visto, el problema no es sencillo, pues no se trata de una obra aislada en una parroquia jerezana, sino de una compleja red de influencias estéticas que viaja de, de Burgos a Sevilla, de Lisboa a Sevilla, de Sevilla a Jerez y de Jerez a Salamanca. Los documentos parecen dejar claro que los pilares que nos ocupan estaban concluidos antes de la epidemia de peste de 1518, por lo que se realizaron durante el  periodo en el que Juan Gil fue maestro mayor de la catedral de Sevilla, por lo que no era extraño que se ocupase de la dirección de obras de otras iglesias del Arzobispado Hispalense, como esta que nos ocupa, repitiendo el modelo años más tarde en las portadas de la catedral de Salamanca. La extraña apariencia de los pilares del crucero de San Miguel, que presentan dos caras, una gótica al estilo de la catedral Hispalense y otra de estilo tardogótico castellano, nos hablan de una reforma decorativa llevada a cabo bajo la dirección de Juan Gil de Hontañón, quien quiso adaptar el templo a las nuevas experiencias estéticas del foco burgalés.

NOTAS

1. Sobre el proceso constructivo de este edificio véase CHUECA GOITIA, Fernando; Op.cit. 

2. SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: Introducción al estudio de la arquitectura en Xerez. Jerez. Guión. 1934. p. 64.

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