Cultura

Luminosa la mañana

Ahora que parece que Sea Change (2002) gozó siempre de la consideración de obra magna en la trayectoria de Beck, cabe recordar que, bien al contrario, buena parte de la crítica se precipitó en su día al defenestrarlo, presentándolo como la prueba palpable de una supuesta pérdida de pulso creativo en la que la originalidad de su deslumbrante primera etapa -aquel arrebatado, contagioso y marciano aire festivo de títulos como Mellow Gold (1994), Odelay (1996), Mutations (1998) y Midnite Vultures (1999)- daba paso a una aparente rendición frente a cierto clasicismo rock tan propio de la Costa Oeste de Estados Unidos. La fiesta acababa y tras ella quedaba una hermosa y resignada desolación, un calmo y orquestado repertorio que esquivaba cualquier atisbo freak previamente celebrado para empaparse en una tradición cuyas fuentes, de Neil Young a Nick Drake, resultaban tan obvias como vivificantes.

Fueron el tiempo y el público los que pusieron a Sea Change en su sitio -quizás también a quienes con tanta ligereza se apresuraron a dar por amortizada la discografía del californiano-, ese podio que hoy sigue ocupando como uno de los álbumes más destacados en la larga y fructífera carrera de nuestro protagonista.

Tras Sea Change vinieron títulos notables que, justamente, pusieron de nuevo el punto de mira en el Beck inventivo y abierto al cruce permeable de géneros que define buena parte de la música de nuestros días. Sin embargo, ni Guero (2005), ni The Information (2006), ni Modern Guilt (2008), aun con los muchos aciertos y estupendas canciones, consiguieron equiparar su impacto en la audiencia al de los títulos de la primera tanda. Tampoco al del preciosismo formalista de Sea Change, calando de manera tan sutil como irrefrenable en el ánimo de sus agradecidos oyentes.

Algo de esto, quizás, rondara por su cabeza a la hora de dejar aparcada durante seis años su discografía oficial y ocupar el tiempo en proyectos de terceros, con producciones para el ex Sonic Youth Thurston Moore (Demolished Thoughts, 2011), el ex Pavement Stephen Malkmus (Mirror Traffic, 2011) y, aún con mayor grado de implicación, para la actriz y cantante Charlotte Gainsbourg (IRM, de 2009, y Stage Whisper, de 2010), a la que, de hecho, le escribió un amplio repertorio.

Incluso más allá de su curioso Record Club -con reconstrucciones ad hoc de varios títulos emblemáticos, y no tanto, de la historia del rock-, merece mención especial, por inusual, aquel Song Reader de 2012: una veintena de canciones nuevas publicadas, exclusivamente, como partituras (aunque posteriormente registradas por el Portland Cello Project con la colaboración de diferentes cantantes).

Con todos estos antecedentes, Morning Phase aterriza ahora en nuestros oídos reivindicando sin sonrojo su condición de pareja natural de Sea Change, casi de atemporal continuación. Y del mismo modo que la pregunta inevitable es si Beck pretende repetir la jugada de hace doce años, la respuesta, a la vista del resultado, es que el motivo da exactamente igual. Al güero le sobra tanto oficio como talento. Tanto, se diría, que si se le mete entre ceja y ceja sacarse de la manga un álbum sentido y majestuoso, le basta con ponerse a ello para no dejar ni un cabo suelto.

Y así, al margen de la sinceridad o necesidad de la operación, Morning Phase despliega desde su arranque, a lomos de los arreglos de cuerda de su padre, David Campbell -el mismo que firmó los de Sea Change-, una soberbia colección de canciones siempre mecidas en los medios tiempos, exuberantes en la variedad de matices armónicos -ríase de la polifonía coral del penúltimo rock barbudo norteamericano- y subyugante en la perfilada belleza de sus resplandecientes melodías.

Morning Phase no flojea; pese a su absoluta ausencia de prisa, jamas aminora el paso. Uno tras otro, sus trece cortes repiten la pirueta del más difícil todavía: conseguir desterrar la sensación de que lo que vendrá a continuación no podrá ser tan enorme, tan perfecto como lo que acabamos de dejar atrás. Y una vez terminado, persiste la necesidad de volver a escucharlo una y otra vez. ¿Se puede decir algo mejor?

Morning Phase . Beck. Capitol. Rock. CD / LP / DD

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