Cultura

Mala suerte con sesenta años de edad y treinta y cuatro de alternativa

  • La cogida de Frascuelo marcó la tarde, ayer en la plaza de Las Ventas de Madrid

La cogida grave de Carlos Escolar "Frascuelo" y el fallo a espadas de Israel Lancho cuando estaba a punto de cortar una oreja, son las notas sobresalientes de la corrida de ayer en Las Ventas.

Se soltaron cuatro toros de los hijos de Celestino Cuadri, bien presentados y de los que tres resultaron complicados y uno, el último, fue un gran toro. Los dos primeros, remiendos de San Martín, uno de ellos rajadito y el otro muy molesto.

Carlos Escolar "Frascuelo" fue cogido por su primero, al que no llegó a matar y del que se hizo cargo Iván García: estocada casi entera y descabello (silencio).

Iván García: pinchazo, metisaca, dos pinchazos más y seis descabellos (pitos tras dos avisos); y cuatro pinchazos, estocada y tres descabellos (silencio tras aviso).

Israel Lancho: dos pinchazos y estocada delanterilla (silencio tras un aviso); tres pinchazos y estocada caída (silencio); y estocada baja que hace guardia y estocada (ovación tras petición).

En las cuadrillas, saludaron montera en mano Luis Carlos Aranda en el segundo, y Raúl Adrada y "Tito" en el quinto.

La plaza tuvo lleno de "no hay billetes en tarde de lluvia hasta una hora antes de empezar el festejo, y de frío soportable.

Mala suerte de Frascuelo, que a los sesenta años de edad y treinta y cuatro de alternativa todavía tiene cosas importantes que decir en los ruedos. Y en el intento de decirlas, lección de entrega y pureza, ha caído herido grave. Nada menos que dos cornadas, una de ellas con dos trayectorias. El toro no le ha perdonado.

Mala suerte también del confirmante Israel Lancho, todavía inexperto pero que ha querido mucho en los tres astados que tuvo que matar, y que después de acoplarse en buena medida con el toro de la corrida, el sexto, ha estropeado con la espada un triunfo seguro.

El tercer contratiempo de la función fue, exceptuando el mencionado sexto, las nulas posibilidades del ganado. Iván García, el gran derrotado moral de la tarde, las solventó con escaso ánimo y, si cabe, menos recursos.

Del herido, decir que apenas tuvo tiempo para una artística apertura de faena por abajo, en la que dos pases de trinchera fueron auténticos carteles. Una tanda más por el derecho, con el toro rebrincado y descompuesto, tuvo asimismo aroma muy torero. Y ya al intentar el natural, la voltereta y las cornadas. Todas las ilusiones de Frascuelo, y de sus seguidores acabaron en el quirófano.

Se hizo cargo del toro agresor Iván García, quitándoselo de encima tras ligero macheteo. Un Iván García que en los dos de su lote tampoco se confió. Reservón y frenándose el primero, y sin emplearse el quinto, no obstante, nada justifica tanta inseguridad.

Lancho, todavía con limitaciones técnicas, y teniendo en cuenta también que dos de los tres toros que estoqueó fueron muy ásperos, sin embargo, estuvo muy dispuesto. Incluso resolvió pasajes de cierto interés en el de la ceremonia corriendo la mano a media altura con decisión y aplomo.

Tuvo más dudas frente al reservón cuarto. Pero en el buen sexto se quedó en puertas de un triunfo importante. Ya está dicho que la condición del toro fue más que notable, pronto y desplazándose largo. Un arma de doble filo para Lancho, que aguantó hasta acoplarse en lo fundamental con muletazos de cierta enjundia, enganchándole por abajo y ajustándose cada vez más conforme crecían las series. Los de pecho, perfectos. Y sin concesiones para mendigar aplausos fáciles. Muy recio y muy de verdad. Sin embargo, se perdió en la suerte suprema. Tendrá que esperar a otra oportunidad. Desde luego se la merece.

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