Cultura

Malestar entre los espectadores por la falta de ambigú en el interior del recinto

La ausencia del tradicional ambigú en el interior del Alcázar provocó el malestar de los más de 1.400 espectadores que acudieron al concierto, que no pudieron beber ni comer nada durante el tiempo que estuvieron allí. El Ayuntamiento, en otro capítulo de nula planificación, no ha sacado a licitación al bar, y eso que hablamos de un ciclo de verano que debería haberse programado con mucha antelación, no es algo que haya surgido de imprevisto. La única solución de emergencia fue en la misma línea de cutrerío y despropósito de los últimos tiempos, es decir, conceder en consumo licencias express a determinados carritos ambulantes para que vendieran algo de agua y refrescos en la misma Alameda Vieja. La historia se repitió en la noche de ayer con David DeMaría a cuyo concierto acudieron muchas personas de fuera.

Sólo la iniciativa del patrocinador del ciclo, Bodegas Fundador, ha servido para paliar el temporal, ya que durante estos dos días ha montado un stand de degustación dentro del patio de San Fernando donde ha repartido su marca más consolidada, Harvey's Bristol Cream.

La falta de previsión no quedó sólo ahí ya que el escenario se asemejó más al de una verbena de pueblo que al de un ciclo en la quinta ciudad más importante de Andalucía. Ni un distintivo aludiendo al verano o a los propios Viernes Flamencos (sólo se colocó una proyección difuminada antes de empezar el mismo, luego desapareció), únicamente un fondo negro agarrado con dos cartones, uno para colgar el logo del Ayuntamiento y otro para Fundador y el anuncio de la 50 Fiesta de la Bulería, que por cierto sigue sin ser presentada algo más de un mes para su puesta en escena.

La imagen de ciudad atrasada se ofreció también a la salida del recital, con dos contenedores de basura colocados en la misma puerta del Alcázar, en otro ejemplo más de la descoordinación de los responsables municipales.

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