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Cultura

Mankiewicz, el centenario del director más perfecto

Buscador de la perfección en el cine para compensar las imperfecciones de la vida, el cineasta Joseph Leo Mankiewicz, de cuyo nacimiento se celebra el centenario estos días, diseñó con minuciosidad y finísima inteligencia obras maestras como 'Eva al desnudo' o 'Julio César'. "La vida destroza el guión" fue su eslogan, tal y como recoge el biólogo y cinéfilo barcelonés Christian Aguilera en su libro 'Joseph L. Mankiewicz: Un renacentista en Hollywood', que edita T&B y que repasa las claves de su carrera.

Ante la imposibilidad de controlar la existencia, el director (Pensilvania, 11 de febrero de 1909- Nueva York, 5 de febrero de 1993) disfrutó ejerciendo de demiurgo del pequeño mundo en el que convertía cada película. Un mundo de diálogos punzantes y barrocos, de sofisticación del cinismo y punición de las virtudes. Tenía, según Aguilera, "un perfil de francotirador que le ha sido vetado al albur de los ropajes con los que vestía sus producciones". Esa ambición escondía un profundo disfrute de la manipulación, como reflejan sus personajes, desde Addison de Witt, el cínico crítico teatral interpretado por George Sanders en 'Eva al desnudo', hasta Cecil Sheridan Fox, el hombre con cuatro ex esposas al que dio vida Rex Harrison en 'Mujeres en Venecia'.

"Me fascina la idea del juego y el hecho de que jugamos tanto tiempo que, al final, es el juego el que juega con nosotros», explicaba el cineasta. En 'La huella', por ejemplo, hizo trampas: anunció en el reparto a la actriz imaginaria Margo Channing -nombre del personaje interpretado por Bette Davis en 'Eva al desnudo'- y metió en uno de los cuadros de la casa a la actriz Joanne Woodward.

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