Cultura

Miguel Poveda, el invitado más deseado

  • El cantaor ha aparecido ya tres veces en el Festival de Jerez, siempre muy bien recibido

El cantaor catalán Miguel Poveda no es cabeza de cartel en ninguno de los espectáculos de la presente edición del Festival de Jerez. Sin embargo, en tan sólo la primera semana, ya ha participado en tres de sus funciones principales. Lo hizo en el estreno de la bailaora Eva Yerbabuena, apareciendo al final de su baile por soleá para cantarle en cuplé por bulerías el tema de Manuel Alejandro Se nos rompió el amor que popularizó Rocío Jurado. Esa misma noche, también apareció por el concierto que el tocaor Moraíto dedicara a la memoria de La Paquera de Jerez. Para la ocasión, eligió uno de los temas que el compositor Antonio Gallardo compuso para la cantaora de La Plazuela y lo hizo aportándole su particular sello. Por último, en el espectáculo Tórtola Valencia de Isabel Bayón también colaboró en sus postrimerías para cantarle a la bailaora sevillana por soleá. Tras unas letras, vino la apoteosis final con la entrada en escena de la maestra Matilde Coral. Esta le había pedido que le cantara también por soleá en lo que calificaba como una de sus últimas apariciones sobre las tablas de un teatro. Miguel cantó templado estilos de Alcalá rematando por Jerez el baile sereno y majestuoso de la figura de la escuela sevillana del baile. El momento, tan cargado de emotividad, ha quedado sin duda en la memoria de cuantos pudieron vivirlo.

Más allá de la descripción de estas intervenciones del cantaor de Badalona, lo que motiva la escritura de estas líneas son un par de reflexiones. De un lado está la manera con la que Poveda es recibido en cada una de sus apariciones. Nada más salir a escena un rumor creciente, entremezclado con un clamor contenido, recorre la sala. Cuando, una vez terminado el espectáculo, Miguel saluda junto al resto de los artistas, los aplausos y aclamaciones se elevan a una altura más que considerable. Es un artista al que se espera, se aprecia, se quiere. Quizás tan sólo sea una justa correspondencia a la generosidad que él muestra con esas intervenciones invitadas a las que, en ocasiones, acude de manera desinteresada.

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