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Cultura

Museo de sombras

  • La Filmoteca Fnac cumple cinco años y edita una caja con una veintena de sus películas, clásicos del cine de autor

Directores Varios. Fnac/Avalon.

La Filmoteca Fnac cumple su quinto aniversario y saca al mercado una caja conmemorativa que reúne 20 propuestas editadas por el sello, un significativo espigueo, para todos los gustos, dentro del canon clásico, moderno y posmoderno: Una mujer bajo la influencia de Cassavetes, Le trou de Becker, Bajo el peso de la ley de Jarmusch, El dinero de Bresson, Epidemic de Trier, Black Jack de Loach, Domicilio desconocido de Ki-duk, Flirt de Hartley, Wise blood de Huston, Los bajos fondos de Renoir, La flauta mágica de Bergman, Ascensor para el cadalso de Malle, La strada de Fellini, Fraude de Welles, Close-up de Kiarostami, La ley del más fuerte de Fassbinder, Underground de Kusturica, The insect woman de Imamura, En el curso del tiempo de Wenders y La linterna roja de Yimou.

Lo novedoso de esta reedición viene de la mano de una pequeña y paralela compilación de textos que las comentan y en la que participan directores de cine, de filmotecas, de festivales, críticos, actores y periodistas. Se trata de un conjunto de notas libres y breves que ya las contextualizan, ya rescatan anécdotas y detalles de las mismas, o, a veces, adquieren el tono de la confesión más o menos íntima ante los estragos del celuloide en el alma del cinéfilo. Hay curiosidades en estos comentarios, extrañas filiaciones y también trazos que reúnen a camaradas estéticos nacidos en países y décadas distintos. Casi todas, eso sí, cumplen la difícil tarea, siempre en cierta medida fracasada, de ponerle palabras a la resaca que deja el paso del celuloide por nuestros ojos, oídos y cerebro, los primeros abriendo los sentidos a la materia fílmica, el segundo, que como recordaba Kluge hace poco tiempo es el que registra el negro entre los fotogramas, completando lo que las verdaderas imágenes y sonidos sólo proponen. Recojamos algo de las impresiones que nos parecen más valiosas: Isaki Lacuesta (Cravan vs. Cravan, La leyenda del tiempo), invita a ver La strada como el nacimiento de la escritura felliniana, el desembarco de una subjetividad rica y portentosa que anulará la realidad a partir del rozamiento entre los aparentemente diversos ("Chaplin llevando a Rossellini en patinete", en sus propias palabras); Javier Rebollo (Lo que sé de Lola, La mujer sin piano) es el encargado de comentar la última película de Bresson, El dinero. Clara influencia en su cine despojado y económico, Rebollo recalca la importancia del azar en el cine bressoniano al tiempo que señala, con gran perspicacia, el componente tierno y reposado que siempre habitó en su cine, incluso en este testamento "sin gracia y redención, sólo (de) sangre derramada"; Esteve Riambau, veterano crítico, realizador, y, en la actualidad, director de la Filmoteca de Cataluña, escoge Wise blood de Huston para desarrollar las claves de su sin par crepúsculo. En su pequeña introducción destaca la fidelidad de la película con la novela de Flannery O'Connor -la que, según ella misma, trataba sobre un "católico a pesar suyo"-, especificando que es en el trazo grotesco y carnavalesco donde Huston encontró la vía para singularizar la mirada y compenetrarse con su protagonista, aquel Hazel Motes que desgranaba parábolas de ruido y furia entre los fingidores; en La ley del más fuerte de Fassbinder encuentra Albert Serra (Honor de cavallería, El cant dels ocells) el equilibrio perfecto de un cineasta dado a la desmesura. Entre etapas (es decir, dirigiéndose desde Brecht a Sirk), Fassbinder nos describe la tragedia de Franz Biberkopf, noble y bruto en el centro de todas las explotaciones (económica, cultural y sexual). Por último, haremos referencia al texto que la cineasta y crítica Mercedes Álvarez (El cielo gira) dedica a una de las mejores películas de la selección, Close-up de Kiarostami. En él Álvarez plantea un inteligente paralelismo entre ésta y Ladrón de bicicletas en tanto espejos donde distintos públicos pudieron rastrear su identidad en tiempos de mudanza. Luego, con pertinencia, penetra en su condición de filme mutante, inasible por las categorías al uso en el habla cinematográfica.

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