Cultura

Naturalezas nacidas de un subsuelo imaginario en Pescadería Vieja

  • El artista David Saborido inaugura en este espacio, una retrospectiva de cuatro años de trabajo en la que "lo más importante no está colgado de las paredes"

Como cataratas, el silencio cae en forma de agua. Las hojas se mueven, aunque no hay viento. La arena forma estelas congeladas por el tiempo. Añil, rojo, negro... Tras la tormenta llega la calma. Y tras el eléctrico proceso creativo, el resultado. David Saborido lo tiene, y él lo sabe. "Ésta no es una exposición cualquiera. Lo más importante no está colgado de sus paredes, sino que se muestra en el suelo". Es una forma de adelantar lo que el público verá  en la sala Pescadería Vieja.

Porque el suelo, "es el espacio, el soporte en el que yo he trabajado en los últimos tiempos. Así que los cuadros son resquicios de los suelos que yo he estado pisando años anteriores, en diferentes estudios que he tenido. Desde un garaje, a una casa en ruinas, una casa grande", cuenta el autor. La muestra, 'Estados de deconstrucción', se construye de diferentes series: 'Elemento', 'Fotogramas', 'Miradores'; o de obras ya compradas y cedidas para la ocasión. Es pura diversidad, una retrospectiva de cuatro años de trabajo que se podrá visitar hasta el 3 de noviembre. Habrá también una proyección de un vídeo y fotografías de Juan Mariscal sobre el proceso creativo del autor, con imágenes de los diferentes suelos en los que ha trabajado Saborido, y de esa capacidad de producir. "Esto no es una exposición de cuadros, es una manera de enseñar a los espectadores cómo llevo a cabo todo este trabajo". El martillo, la gravedad, el colador, la escoba, los pigmentos, las manos manchadas... "Juego con la gravedad de la tabla sobre el espacio, con la caída, el peso del pigmento provoca una sensación de deslizamiento, como algo natural. Lo vemos en el agua, las hojas, las cascadas, la arena, el viento... Sí, es una representación muy natural. En cierta forma, son lugares en los que, mientras los estaba haciendo, pensaba que tenía que estar, ahí subido, mirando desde arriba, observando el espacio. Son ideas que vienen y no hay un porqué claro. Es así y punto", comenta el autor.

Y allí se veía a sí mismo, contemplando su propio paisaje, tal como estará el público hoy, observando esos lugares inventados. Sensaciones arenosas en las que han trabajado, dejado incluso sus huellas también, los andares inquietos de un escarabajo. Artista accidental en algunas de las obras de Saborido. "Las cosas que yo a veces no había conseguido hacer, la habían hecho esos animalillos. Y las he dejado porque me han gustado, me parecían interesantes. Son líneas tan naturales como las propias obras", cuenta entre risas el artista. O gotas de agua de lluvia caídas de forma inesperada. Un rocío, un acontecimiento, un accidente que se han quedado como parte de la obra y que la han completado. Son parte de la naturaleza propia de la creación. Obras que son ventanas para respirar, contemplaciones de lugares equilibrados, puertas que se abren a otros mundos en los que meterse y explorar. Historias que surgen del subsuelo imaginario hacia la superficie de la realidad de cada uno.

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