Cultura

EL PRINCIPIODEL FIN

  • Hace ahora 50 años cuatro californianos traspasaron las puertas de la percepción con un disco ya histórico que se abría y se cerraba con dos canciones míticas: The Doors

EL PRINCIPIODEL FIN

EL PRINCIPIODEL FIN

"Este es el fin, mi viejo amigo, el fin". Esto mezclado con la imágenes apocalípticas de un Apocalypse now del Coppola demencial podían tener un efecto devastador. Por entonces, el que se había inventado lo de 'amigo, esto es el fin' estaba en el fin hace un tiempo. Se murió en París en una bañera. El más bello animal del rock, Jim Morrison, había muerto gordo y barbudo sólo cuatro años después de que hubiera lanzado un disco revolucionario que se abríacon Breaking through to the other side y se cerraba con The end. Dos leñazos tremendos e inclasificables subrayados por el órgano demoledor de Ray Manzarek y la percusión machacona de John Densmore. Hacía tiempo que se venía coqueteando con eso. Poesía elevada a la diversión pop. Jim Morrison, la cara bonita del grupo, The Doors, llamados así por las puertas de la percepción de Huxley, iba de poeta. Pero marcó el camino a otras estrellas del rock. Incluso muriéndose. Un Jesucristo moderno. Sin embargo, The Doors, con seis discos en muy poco tiempo no dejaron huella en los 70. Pocos siguieron su senda porque no se sabía muy bien cuál era.

Lo cierto es que en 1967 causaron sensación con el disco que se llamaba como ellos. Vamos a tener en cuenta que además de las dos canciones mencionadas, el disco incluía The Crystal Ship, una alegoría absolutamente desquiciada embotellada en una deliciosa melodía y, sobre todo, una canción generacional, que es algo que necesita todo disco mítico, Light my fire, que en cierto modo enfurecía a Morrison porque había sido compuesta por Robby Krieger, el guitarra, que era lo menos que se servía en poeta. Y Morrison aguantaba mal la envidia de que ese rif mágico fuera la canción más célebre del disco. A día de hoy si alguien mencionaa The Doors, a uno le es imposible no tararear el Light my fire, himno seductor que a más de uno le podía hacer cambiar de bando observando la sensualidad en pantalones de cuero de Morrison.

Aquel debut, el más glorioso en la historia del rock, observado con indiferencia por las otras grandes bandas del momento, se ha convertido en un icono de ascendencia y decadencia. Doors hicieron más discos, algunos muy estimables y con hermosas canciones, pero nada hay comparable a lo que pudo suponer en aquel tiempo esa irrupción de ese elemento extraño que no era un producto jipi ni neoyorquinos ni británico, que iban de otra cosa. Que eran psicodélicos y no lo eran. Que nadie los quería enmarcar en ninguna corriente. Ni ellos sabían de qué. Es de suponer que aquello aceleraría su destrucción logrando el objetivo de Morrison de atravesar las puertas de la percepción por la vía de la destrucción. A los otros tres integrantes no les hizo tanta gracia el descenso al infierno de su líder.

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