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Tribuna libre

Pemán y Pemartín, en el Villamarta

  • La familia de su esposa le traía de continuo a Jerez y le recordamos con Jean Cocteau.

 NO, el titular no se refiere a que se vaya a reponer el ‘Divino Impaciente’, ni ‘La Casa’, ni otra de las innumerables obras de teatro, que tan brillantemente escribiera el ilustre académico de la Real de la Lengua Española José María Pemán y Pemartín. Excelentísimo señor por ser poseedor del Toisón de Oro, entre otras condecoraciones españolas y extranjeras, siendo éste el honor más preciado por el poeta, pues correspondía a toda su vida de fidelidad a la Corona. Es para encabezar estas notas con el propósito de que todos los que crucen el vestíbulo del Teatro de Jerez,  vean el  busto sobre un pedestal de mármol, recuerden un poco mas de los días jerezanos de este autor gaditano, de familia jerezana,  que el fin de semana pasado fue celebrado, en  justo homenaje,  por la familia Pemán-Domecq y Pemán-Guerrero y por las autoridades municipales y académicas de la provincia, así como por el presidente de las Reales Academias de Andalucía.

El que Pemán naciera en  1897 en Cádiz, donde tan fecunda vida desarrolló desde su domicilio de la plaza de San Antonio, se debe tal vez a que a la muerte, el año de la filoxera, de su abuelo José Pemartín Laborde, su señor padre Juan Gualberto Pemán Maestre – sobrino del Cardenal Spínola- estuviese más interesado en vivir en la capital. De manera que poco disfrutaron la bonita casa numero 12 de la calle de la Porvera, que recibió de recién casada María Pemartín Carrera. Y que, a pesar de tener la madre de Pemán a sus otras dos hermanas, Carolina y Elisa, en los números 1 y 3 de la misma calle – esquina y vuelta sobre la plaza de Rivero-, tiraron más los aires marineros de los que disfrutaría el resto de su vida. Primero como bachiller de San Felipe Neri – y de regreso de licenciarse en Derecho en Sevilla y doctorarse en Madrid-  y aunque se casó en 1922 en nuestra ciudad con la joven María del Carmen Domecq Rivero,  sólo mantuvo en nuestro término,  su segunda casa,  la viña de ‘El Cerro’, que heredó de su tía Elisa Pemartín, donde no sólo contaba con las anécdotas de su capataz ‘El séneca’, sino historias familiares de ilustres visitantes como las de la de  Montpensier y la Infanta, la de Ravel el arquitecto discípulo de Garnier y la de los muchísimos amigos y familiares que,  hasta casi 1980, allí recibió.      

Y es que Pemán fue muy familiar durante su juventud con sus primos jerezanos. Su hermano César y él mismo, adoraban visitar la casa de la Porvera 3 para jugar con su primas Carolina y Elisa Sánchez –Romate, sólo unos años mayores que ellos y desde luego visitar a su abuela Elisa Carrera Aramburu en la calle Diego Fernández Herrera 1, donde vivían sus otros  nueve primos-hermanos  Pemartin Sanjuán y donde la poesía y la música era el remanso, tras la labores de la Bodega, que durante tres generaciones ocuparon a su familia materna. Y los vinos y brandies de Jerez fueron  la actividad empresarial a la que siguió vinculado toda su vida, por la pertenencia y participación de su esposa, a la Casa Domecq. La primera obra escrita de Pemán fue publicada en 1923, ‘De la vida sencilla’. Y aún quedaban muchos años de vivencias políticas entre Madrid y Estoril. Y tantas obras literarias como puede el lector encontrar en Google o en cualquier enciclopedia en castellano. 

La numerosísima familia de su esposa le traía de continuo a la ciudad de Jerez, y así le podemos recordar con Jean Cocteau, y con Mauricio Wiesenthel en el patio del Hotel Los Cisnes, en la caseta azul y blanca del Real del parque González Hontoria o en la caseta de rayas colorada y blanca vecina: “Feria de Jerez, rumbo y elegancia…/”. En los Juegos Florales Poéticos de la Fiesta de la Vendimia. En la I Cátedra del Vino, de Marañón. Así como en la tribuna del hipódromo de Chapín,  para presenciar los éxitos de los caballos de su yerno Ramón.  Pemán y Pemartín, nunca olvidó sus raíces jerezanas de las que se preciaba.    

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