Cultura

Pepe Lebrero o cómo ir de la nada al todo

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo ha tenido, desde su creación, un proceloso discurrir con muchas aventuras llenas de expectación. Han sido los últimos años cuando la institución artística andaluza ha alcanzado su mayor sentido y se ha conseguido que las estructuras se consoliden, las exposiciones lleguen con fluidez y los proyectos organizados mantengan el rigor y el carácter de su importancia. Todo esto ha tenido un protagonista, José Lebrero Stals, su director desde el verano del2003, que vino a sustituir a José Antonio Chacón. Con él se ha llenado de contenido una programación que, hasta su llegada, venía manteniendo demasiados y manifiestos altibajos. Pepe Lebrero no sólo ha conseguido que la realidad artística más abierta tuviera su hueco en los antiguos recintos monásticos, sino que, además, ha conformado un proyecto donde han tenido cabida muchas más circunstancias que las que se desprenden de las simples muestras artísticas.

Pepe Lebrero ha dado muestras en estos años que estaba en posesión de un nuevo ideario y de una visión artística mucho más acordes con los tiempos y con la importancia de un centro que debía de ser la referencia absoluta para observar la realidad del arte contemporáneo. No lo ha tenido fácil el gestor catalán. En el CAAC había demasiadas estructuras anquilosadas, excesivos vericuetos a los que entraba la luz muy desvirtuada y a los que había que dotar de mucha claridad y, además, con una economía que debía acoger muchos espureos estamentos. Poco a poco, Pepe Lebrero ha ido asumiendo las circunstancias y planteando soluciones que han eclosionado en una sabia estructuración expositiva, en una permanente, adecuada y rigurosa programación, en una sistemática asunción de la realidad artística contemporánea desde los más jóvenes a los grandes nombres y desde todos los sectores y postulados creativos y, además, ha dado sentido a una colección que presentaba muchos desajustes. Ahora, cuando parece claro y seguro que Pepe Lebrero abandona la nave artística andaluza y sus destinos se dirigen a tierras malagueñas, para afrontar la gestión del Picasso, es hora de valorar en su justa medida lo realizado por un director que llegó de puntillas, que se encontró con muchas dificultades y con muchos recelos - los míos los primeros - y que ha sabido dotar a la institución artística andaluza de una entidad y de un carácter como nunca tuvo. Deseamos a Pepe Lebrero lo mejor.

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