Diario de las Artes

Poderosa naturaleza plástica

Desventaja. Desventaja.

Desventaja.

Fernando Toro es un pintor de Jerez con larga trayectoria y carrera consolidada a través de los años. Fue de los primeros artistas que en la ciudad asumieron unos principios pictóricos más acordes con los tiempos y los planteamientos de una Modernidad que, allá por los años setenta y ochenta, era totalmente necesaria y que, en Jerez, tardó en consolidarse. Su figuración rompía los estrictos moldes de la tradición y daba un paso adelante con unas marcas que dejaban abiertos nuevos horizontes en la plasmación de la realidad.

Es pintor de pronta profesión que le llega por la tradición de una familia totalmente implicada en lo artístico. Su padre fue el recordado Fernando Ramírez, germen de una dinastía que dio a la ciudad muchas páginas de buen hacer en un arte siempre entusiasta y apasionado. Fernando Toro es un artista con un conocimiento profundo de la realidad pictórica. Ha sabido dar a la figuración, aquella que conoció, de primera mano, en su casa, un sabio juego personal que se ve materializado en un dominio absoluto de la técnica, lo que lo lleva a poder afrontar cualquier situación por difícil que esta fuera.

Domina la materia plástica; es de los más acertados hacedores del primer gesto, de la mancha conformante, del impulso iniciático que acabará configurando el conjunto de la obra; es, por tanto, un pintor con contundencia formal, con manejo sobrado de la materia plástica, con una solvente argumentación pictórica para resolver cualquier sistema artístico.

Todo ello le permite generar una obra que tiene un sello muy personal y que, en sus distintos desarrollos, mantiene un lenguaje que le es propio, que lo identifica y que le lleva a plantear una realidad plástica muy particular y bien definida desde un estricto sentido artístico intransferible.

En estos días en los que la ciudad vive casi a medias, con las tardes cerradas y absolutamente vacías, Fernando Toro expone en la sala Espacio Abierto, única galería de una ciudad que necesita infinitamente más debido a la cantidad de artistas buenos que están faltos de apoyos y lugares para canalizar sus obras. Por eso es tan importante este espacio expositivo que lleva a cabo una programación constante y que es uno de los principales argumentos que debe tener una galería de arte, que el público sepa que existe y que esté permanentemente llevando a cabo su función. En eso hay que volver a agradecer a las hermanas Marina y Lucía Franco su labor. En estos tiempos de crudeza existencial, ellas siguen manteniendo su apuesta firme y la programación fija de una muestra cada mes.

La exposición de Fernando Toro es tremendamente variada y responde a muchos de los argumentos estéticos que caracterizan la obra del artista. Dentro de su amplia y diferente naturaleza las obras responden a un riguroso planteamiento formal, desentrañan muy buenas estructuras plásticas que argumentan la poderosa realidad artística del autor. La pintura transita por los amplios caminos de una figuración de muy amplio espectro. El artista recrea una figura humana desde muchas posiciones, juega con el relato de la imagen a la que dota de mucho espacio vital, de mucha amplitud representativa; no se queda en un sólo argumento sino que nos adentra por muchos registros, siempre acentuando el rigor de la expresión y formulando jugosos esquemas que no dejan indiferente.

Fernando Toro nos lleva por un trabajo consciente donde la figuración plantea muchas de sus formas, muchos de sus registros llevados a cabo con un planteamiento plástico que descubre, sin ambages, la personalidad de un autor curtido que, además, nos deja para la ocasión dos esculturas, también de variada naturaleza plástica; una con mayor desarrollo formal y otra con más fortaleza conceptual; ambas confirmando el muy buen estamento creativo de su creador.

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