Cultura

Premio Club Nazaret, apoyo fiel a lo artístico

DÍA grande en el Club Nazaret, uno de los muchos que allí se suceden al cabo del año. Las magníficas instalaciones se abren, un año más, para acoger a pintores de todos los confines que llegan, además de para intentar llevarse el suculento premio en metálico, para echar un buen día de creación pictórica en un bello y agradable rincón.

Ya hemos comentado en otras ocasiones la familia profesional y artística que constituye la legión de autores que acuden a los muchos premios de pintura al aire libre que hay por todos los rincones de Andalucía. Como es habitual en estos concursos, caras conocidas que repiten en casi todos los sitios. Esta edición, el Premio del Club coincidía con otro importante en una población sevillana y algunos de los habituales se echaron en falta. Pero la presencia de ellos hacían presagiar un día bueno de ejercicio creativo.

El Club Nazaret permite perderse por sus variados ámbitos y encontrar el rincón adecuado, existen paisaje semiboscosos, pistas deportivas, edificaciones con cierto atractivo, cuidados caminos y senderos y, además, todo vestido de un manto floral que permite al artista poder elegir.

Es de destacar el esfuerzo que supone para estas instituciones la organización de estos certámenes en los momentos actuales en los que la economía imprime su determinante potestad con mucha dificultad para cuadrar las cuentas. Por eso, muchos han sido los premios que se han eliminado del calendario concursístico, Es, por tanto, de agradecer a estas corporaciones e instituciones que mantengan, a pesar de las infinitas carencias, estas celebraciones artísticas que permiten la canalización del difícil trabajo de unos autores que han perdido muchos de sus habituales sistemas de difusión, toda vez que han sido muchas las galerías que han cerrado sus puertas, muchas las instituciones que han prescindido de lo cultural en sus organigramas y, lo peor de todo, el comercio artístico, ya de por sí poco activo en tiempos de bonanza, casi se ha evaporado. Todo lo cual hace que los artistas busquen afanosamente los medios adecuados que les permitan dar salida a sus trabajos. Y son los premios casi las únicas vías que han quedado y a las que ellos pueden acudir como tabla de salvación en este océano de penurias.

El Premio del Club es objetivo de muchos fieles a la cita. Cuenta con un jurado de muy amplias perspectivas plásticas y estéticas; para esta edición: el gran dibujante publicitario y espléndido pintor figurativo Juan Herredor, el artista de difícil clasificación y autor de una pintura de profundo compromiso, David Saborido y este que todo esto les relata. Las obras presentadas respondían a las manifestaciones habituales dentro de estos certámenes. Desarrollo pictórico de fuerte gestualidad en la pincelada - salvo en algunos autores, profesionales de esto, que como los mediocres toreros que llevan hecha la faena desde el hotel, ya traían perfectamente acondicionada la estructura de la obra desde su casa, algún que otro despistado que quería jugar a ser moderno y, en casi todos, bastante buen oficio.

El resultado no ofreció duda en cuanto a la obra ganadora, un muy buen paisaje, con acertados esquemas coloristas y valiente ejecución del joven pintor Víctor Tenorio; con los tres accésit hubo más dura deliberación, resultando elegidos los presentados por Juan Manuel Basallote González, Juan Miguel Álvarez Páez y María Luisa Rey.

En definitiva, un día importante para el Club y para ese arte tan necesitado de buenas proposiciones como esta.

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