La otra mirada

Recuerdos de una vida

  • Antonio Vargas en la Torre del Agua

RECUERDOS de toda una vida dedicada a la fotografía es lo que el veterano fotógrafo Antonio Vargas, miembro de la Agrupación Fotográfica San Dionisio, nos muestra hasta el final de esta semana en la Torre del Agua de la Barriada de la Plata. Sede de la Agrupación que, por cierto, luce una nueva cara en la inauguración de este curso, tras su rehabilitación exterior y pintado. 

Antonio Vargas Perdigones pertenece a esa hornada de fotógrafos que consolidó la Agrupación Fotográfica San Dionisio a finales de los setenta y ochenta. Consiguiendo que el nivel de calidad fotográfica de Jerez transcendiera a otras partes de Andalucía donde el fenómeno asociativo también alcanzaba su auge.

Eran los tiempos de una carrera obsesiva por dominar la técnica del blanco y negro, y de disfrutar las fantásticas posibilidades cromáticas que la diapositiva ofrecía. 

Ambos géneros los ha practicado Antonio a lo largo de sus más de treinta años de vida fotográfica. En la diapositiva centrado en los temas cofrades, donde ha destacado por sus innumerables montajes audiovisuales de la Semana Santa jerezana. Y aunque éste sea un tema que el autor ha vivido plenamente, más allá de lo fotográfico, su pasión por la fotografía la ha desarrollado especialmente en el blanco y negro, como así lo demuestra la exposición ‘Recuerdos’ que se exhibe en la Torre del Agua.

Si la Agrupación fotográfica jerezana se caracteriza por algo es por haber sido una inmejorable cantera de fotógrafos especialistas en blanco y negro. Las altas cotas de calidad de sus miembros y la finalidad formativa de la misma, la convirtió en los años ochenta y noventa en la mejor escuela de esta técnica tan compleja, esencia de la fotografía.

Antonio Vargas, miembro destacado en esta disciplina, se considera un clásico de la fotografía. No amante de investigar o arriesgar, prefiere ir a lo seguro en cuanto a reveladores, papel, etc., con el objetivo de dominar la técnica y controlar rigurosamente el proceso de ejecución.

Las fotografías expuestas realizan un recorrido por lo que han sido estos más de treinta años de buen hacer fotográfico del autor. Predominan los retratos, de corte clásico y directo, sin artificios, pero en los que consigue aflorar toda la humanidad y honestidad del personaje, generalmente ubicándolos en su entorno.

Fruto de las continuas salidas fotográficas colectivas organizadas desde  la Agrupación, en la exposición también podemos encontrar paisajes cercanos que nos son familiares, a los que la correcta técnica de Antonio Vargas sabe sacar todo el potencial de belleza y sencillez que encierran. Belleza que el autor es capaz de exprimir a una simple bicicleta o una silla. Elementos sencillos que, ante la cámara del fotógrafo, se convierten en diamantes en bruto que su visión talla, despojándolos de todo artificio que les envuelve y extrayendo de ellos una sutil gama de posibilidades plásticas, estéticas, sensoriales y evocadoras para el disfrute de los amantes del buen blanco y negro. Para el disfrute de los amantes de la fotografía que no entiende de tiempos, técnicas, modas ni caprichos. De la fotografía eterna. 

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