Cultura

Riestra disecciona Albuquerque

  • La escritora gallega publica en Alianza 'La noche sucks', una novela ambientada en la ciudad del estado de Nuevo México con la noche como marco excepcional

Una atmósfera genuinamente norteamericana envuelve la sexta obra de Blanca Riestra, que se presenta bajo un título cargado de dobles sentidos. "La noche sucks juega con la polisemia. Es decir, la noche apesta pero al mismo tiempo también significa absorber, es como un embudo que se va tragando a todos los personajes". No es la única figura que aparece como una constante en la novela. Junto a la noche se erigen como motivos recurrentes, además, el bosque, la conspiranoia o los iconos de la cultura estadounidense.

Marcada por su experiencia en la ciudad, donde vivió entre los años 2005 y 2007 mientras dirigía la sede del Instituto Cervantes, muestra un retrato cotidiano de la vida en Albuquerque, "una ciudad como todas las de la América profunda, muy desolada y sin tejido urbano, ni lugares de encuentro propiamente dichos. Parece más un cruce entre carreteras. Por otro lado tiene esa parte salvaje, de libertad, de esos símbolos que nos retrotraen a las canciones de los Rolling Stones o a la película Easy Rider".

A través de un amplio elenco de personajes sumidos en la soledad y la búsqueda de algo que parece no existir, entre los que se incluye a ella misma, Riestra construye una novela bosque, donde una maraña de historias se cruzan con un lenguaje entrelazado, en este caso el spanglish, y cuya estructura se basa el sentido oculto de la narración. "Todos los personajes del libro son fugitivos de algo y al mismo tiempo están atrapados en una ratonera. Mi incursión como personaje en La noche sucks tiene como función desdibujar las barreras entre realidad y ficción, desnudar la parte de atrás de la tramoya del libro".

Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Borgoña, ha tardado cuatro años en dar forma a esta historia de vasos comunicantes donde se palpa la atmósfera polvorienta y chicana de Albuquerque. Sin embargo, la autora sostiene que "esta novela podría extrapolarse a cualquier otro lugar. Creo que todos somos muy parecidos, que el mal está ahí, inherente al ser humano".

Con los ecos de las noches de Nuevo México aún resonando, la ganadora del Premio Ateneo Joven de Sevilla 2001 por La canción de las cerezas ya trabaja en sus próximas novelas. La imagen que proyecta de Albuquerque, por momentos grotesca, es un fiel reflejo de su concepción de la literatura, la cual "nunca puede ser nada adulador, se trata también de oscuridad y descarnamiento. Si quitas esos elementos se convierte en algo ridículo".

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