Comedia dramática, Bélgica, 2011, 105 min. Dirección: Geoffrey Enthoven. Guión: Pierre De Clercq. Fotografía: Gerd Schelfhout. Música: Meuris. Intérpretes: Tom Audenaert, Isabelle de Hertogh, Gilles De Schrijver, Kimke Desart.

Hace ahora 12 años que, dentro de una iniciativa del Canal Arte para hacer una serie de telefilmes en formato digital al rebufo de la moda Dogma 95, se estrenó en España Nacional 7, de Jean-Pierre Sinapi, una cinta protagonizada por un discapacitado en proceso degenerativo cuyo horizonte vital pasaba por tener relaciones sexuales con las prostitutas apostadas en las caravanas junto a la carretera del título. Un filme crudo, rugoso y realista, amargo y cómico como la vida misma, que no temía adentrarse en terrenos incómodos y llevaba su apuesta de visibilidad hasta el final.

Sobre una misma premisa, aunque ahora en clave de road movie amable y luminosa desde Bélgica a la Costa Brava, acentuado el tono ligero y cómico sobre unos personajes jóvenes igualmente discapacitados (un tetrapléjico, un ciego y un chico que ha perdido la movilidad de las piernas en un accidente) pero de buena familia, gran corazón y gustos algo caprichosos, Hasta la vista, Espiga de Oro en Valladolid 2011, abraza el siempre peligroso tono del didactismo bienintencionado para lanzarse a una aventura estirada que promete ciertas dosis de realismo sin paños calientes pero que acaba por convertirse en una fábula roma, previsible y complaciente sobre la amistad, la fraternidad y la cordialidad de los diferentes (porque también llevamos a una choferesa con sobrepeso en el viaje), eludiendo responsabilidades a golpe de elipsis, borrando la presencia de la silla de ruedas y el bastón-guía con una buena dosis de sentimentalismo y canciones pop y rematando la faena en clave trágico-romántica buscando reconfortar a toda costa, caiga quien caiga.