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Romancero Tradicional de Cantabria

José Manuel Fraile Gil. Libro + Cd. Fundación Marcelino Botín. www.fundacionmbotin.org. ISBN:978-84-96655-54-6.

Una de las preguntas más recurrentes por quienes suelen acercarse con la curiosidad del ignaro en los estudios relacionados con la cultura tradicional y, en especial, con el romancero y la lírica tradicional, se haya relacionada con la pérdida de algunos de sus valores: en este caso la tradición, que a base de repetirla, más que la reproducción de un proceso que se viene repitiendo en espacios de tiempo se convierte en algo estético por su representación simbólica en un marco cultural; lo antiguo ; como si cualquier tiempo pasado fuera mejor .

El romancero es un arte narrativo que se soporta bajo diversas estructuras formales para su difusión y desarrollo donde la interrelación entre literatura culta y popular ha sido constante y en el que los distintos procesos de oralización han jugado un importante papel. La ocasionalidad fue sin duda uno de sus elementos vectores y en ello reparó pronto Ramón Menéndez Pidal.

Esta materia oralizada, los romances, en la que proliferan héroes legendarios, noticias de referente histórico o tipos que acuñan historias de las que de una manera u otra hemos tenido referencia a lo largo de nuestra vida, son textos que se han venido desenvolviendo sobre modelos de estructuras abiertas, de ahí su multiplicidad de versiones.

José Manuel Fraile es un profundo conocedor de la cultura tradicional hispana, incansable y paciente ha sabido retratar con sabia erudición siempre que se ha acercado al romancero. Cada libro de este autor es un intenso viaje donde la geografía viene a ser solo una excusa: un texto por sí sólo carece de valor sí no se entiende a través de quien lo recita o canta, porqué lo interpreta y cuáles fueron las motivaciones que impulsaron al informante a mantenerlo en la memoria, ese desván al que de "cuando en vez" recurrimos y nos evoca imágenes antañonas, son también razones substanciales para ver como "sobrevive " un romance.

En esa buhardilla del recuerdo trasiegan romances basados en el repertorio de los cantares de gestas franceses cuyos nombres ya evocan siglos lejanos : Gaiferos, Grimaltos y Montesinos, prístinos textos que han sobrevivido a los avatares históricos de la ibérica península sin olvidar romances tan fascinantes como el de la muerte del hijo de los Reyes Católicos, el príncipe Don Juan, todo eso y más podemos apreciar en esta magnífica colección.

No es menos cierto que el romancero está sufriendo un proceso desintegrador, las historias y los modelos que en ellas se presentan dejaron de tener sentido para una sociedad que se vio superada por los aires de la modernidad, lo que no comporta que hayan surgido nuevo modelos ajenos a las estructuras formales del romancero pero no totalmente sustraído de ello.

La compilación que hoy presentamos es el fruto de largos años de laboriosidad y esfuerzo por parte de José Manuel Fraile, donde gran parte de los textos y de las grabaciones que aparecen en éste trabajo pertenecen a distinto períodos y campañas en tierras cántabras, así como parte del material disponible en el Archivo Menéndez Pidal-Goyri de Madrid y de autores que desde el siglo XIX han venido rescatando éste legado, sin olvidar que, además, cuenta con un buen número de colaboradores amigos que han contribuido de manera ferviente a la consecución de éste magnífico trabajo.

Prologado por Samuel G. Armistead, resalta este autor, entre otras cosas, que el romancero cantábrico y su riquísimo despliegue de temas narrativos, un conservadurismo característico de las áreas laterales más arcaizantes y, por lo tanto, más interesante del mundo romancístico.

El libro consta de un cd con ochenta registros recogidos por el propio José Manuel Fraile, donde conoceremos de primera mano, desnudos de aderezos, las melodías y los textos. El libro, extenso donde los haya, nos interna en el devenir del romancero cántabro en su introducción general, donde nos ubica en que marco geográfico y temporal ha transitado. Los amantes de la cultura tradicional hallarán no sólo un excelente corpus poético, se tropezarán con retazos de formas de vidas ancestrales, entre sus versos desenterraran lo que fue hasta hace bien poco una forma de vivir. Esa actitud ante la vida queda fielmente reflejada en el segundo capítulo dedicado a la ocasionalidad en el romancero cántabro: las jilas y veladas, los ramos de Navidad, la petición de reyes, las marzas y las pascuas hacían uso de un ingente catálogo de romances. Sin descuidar que en las faenas agrícolas, los corros infantiles y las oraciones y plegarias también se proveían de estos textos romancísticos.

Cuando Menéndez Pidal a principios del XX asistió en Cantabria a la representación de el baile a lo llano de Ruiloba detectó la pervivencia de textos narrativos en lugar del versátil y variado corpus métrico que ofrecían las coplas líricas, presenció uno de los escasos bailes romanceados que, como fósil, han quedado en algunos lugares de la península Ibérica, el tercer capítulo de este libro está dedicado precisamente a este baile de Ruiloba.

Existe un apartado dedicado a los portadores de la tradición en Cantabria en él incide en las peculiaridades de muchos de los informantes, retratando los distintos caracteres que definen a los cántabros, pequeñas geografías humanas, todas de acusada personalidad.

Interesante resulta la crónica de la recolección romancística donde destacan un buen número de investigadores desde el siglo XIX, no sólo del romancero, también de la música y la etnografía, poniendo énfasis en el interés de abordar estos textos desde disciplinas multidisciplinares.

Este ingente trabajo ha contado con el valioso apoyo de la Fundación Marcelino Botín que ha sabido ver en José Manuel Fraile Gil todas las virtudes de un buen investigador, habrá pues que felicitar a ambos, a Chema por su dedicación y honestidad y a la Fundación cántabra por haber creído en un proyecto de tal envergadura.

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