La crónica

Rubichi en cuerpo y alma

  • El mundo del flamenco se vuelca en el homenaje al jerezano con más de cinco horas de cante, toque y baile.

Más de cinco horas de cante, baile y toque sirvieron para honrar la memoria de Diego de los Santos Bermúdez ‘Rubichi’, en una cita celebrada en el Teatro Villamarta, que contó con la flor y nata del flamenco jerezano  y de la provincia y en la que se vivieron momentos de emoción, de tristeza por aquello de recordar la figura del cantaor plazueleño, y de éxtasis.

Con una instantanea de Rubichi presidiendo el fondo del escenario, fue la propia familia la que abrió la gala, no sin antes recordar al protagonista de la noche con un vídeo en el que su malagueña nos recordó su mejor versión. 

 

Eva, Tomás, Diego y Domingo fueron los encargados de levantar el telón con una tanda de fandangos que dejaron paso a AntonioAgujetas, pura visceralidad también por fandangos y bulerías. Acto seguido, la fragua del Tío Juane, con Manuel, Pedro y El Gordo abanderando el cante por bulerías con pataítas de José El Pañero y Fernando Jiménez. 

 

La noche se acabó de entonar con uno de los mejores momentos de la velada, la unión de Jesús Méndez y Luis Moneo, dos metales poderosos y cada vez cuajados. El público se levantó encandilado con ambos.

 

Emotivos fueron los tangos de Juan Villar, el pellizco de Alonso Rancapino, los aires del Chozas de Paco El Gasolina,  y una taranta de Salmonete que demostró eso de el que tuvo retuvo. Los Mijita, Alfonso y José, revolucionaron el patio con su personalidad, a lo que se sumó el baile de Carmen Herrera. También gustó Gema Moneo, espectacular con el cante de El Quini, y retazos de arte de Mateo Soleá, en la soleá de Alcalá, de la Elu y sus las bulerías por soleá, o el soniquete de Luis El Zambo yFernando de la Morena con pataítas de Diego de la Margara y El Zorri.

 

Capullo fue fiel a su talento, y Manuel Agujetas a su capacidad de sorprender, pues hizo dos letras de soleá, un fandango y una letra por seguiriyas antes de levantarse e irse dejando al público tan aturdido como ofuscado.   

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