Cultura

Villaronga encuentra su sitio

  • Las catorce candidaturas de la refrescante ‘Pa negre’ sacan de la marginalidad a su director

Candidaturas armónicas las de estos XXV Premios Goya, que contra viento y marea, y mucho escepticismo, llegan este año a su cuarto de siglo. Como una muestra de la política de concordia que Álex de la Iglesia ha llevado a una Academia que vive de demasiados y gratuitos sustos, su presidente y vicepresidenta protagonizan el consabido duelo de este año. Además, por fin se han conseguido unas candidaturas equilibradas, sin las rarezas que se han visto otros años. Coinciden los cuatro directores con los filmes y con la mayoría de los actores, con la excepción del inevitable Bardem de Biutiful, que puede considerarse la gran derrotada de las nominaciones. Los actores revelación por fin lo son, al menos en cine, pues algunos tienen breves carreras televisivas. En fin, unas candidaturas equilibradas.

A priori, parece que la cosa está entre los jefes de la Academia. A priori, Bollaín debería imponer sin problemas su ‘buenrrollista’ También la lluvia, aunque no sea ni de lejos la mejor película de su directora. Pero tal vez De la Iglesia consiga que su inteligente política institucional –en la guerra de las descargas ha dicho las cosas más sensatas-, que le llevó a conseguir que Almodóvar se reconciliase con la Academia, se vea reconocida a través de su film. O que su bizarra y nihilista propuesta, que no deja a nadie indiferente, conecte con el Zeitgeist de esta depresiva época economicista y se alce con la victoria el 13 de febrero.

Pero cuidado, porque este bipartidismo puede verse amenazado por la refrescante presencia de Pa negre y Buried. El hecho de que los grandes nombres que acaparan las nominaciones estén ausentes este 2011 puede que las haya situado en la pole de los Goyas, pero sin duda dan brillo a los premios. Las 14 candidaturas de Pa negre sacan de la marginalidad en que siempre se ha movido Agustí Villaronga, autor de algunas grandes y poco vistas películas (Tras el cristal, El mar), y que sencillamente ha hecho el mejor film español de 2010. El problema es que muchos pudieron tomar su excelente Pa negre como una más de la postguerra civil, cuando es una áspera reflexión sobre los eternos móviles de la dominación social. Y Buried es una de las sorpresas de la temporada, con otra historia que habla del actual momento neoliberal desde un aparente film de género. Es curioso constatar que los cuatro films finalistas son más combativos a su manera que los de otros años aparentemente más guerreros. Pero es buena señal que los académicos hayan apoyado estas propuestas frente a la trampa más evidente, Biutiful.

Sin embargo, sigue habiendo sus puntos oscuros, en los que la Academia no deja viejos hábitos. Es el caso de los documentales y los cortos. De nuevo se marginan los que han pasado con éxito en festivales. En cortos figura el excelente El orden de las cosas, pero ¿dónde están La rubia de Pinos Puente, La historia de siempre o El vendedor del año? ¿Y dónde Holidays, Cuchillo de palo o Falso orgasmo en los documentales?. Pero no seamos exigentes e imitemos al presidente de la Iglesia. Alabemos a la Academia por la sabiduría de las otras categorías y preparémonos para una noche de Goyas que puede ser apasionante.

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