Núria Espert. Actriz

"Lo que se advirtió sobre la codicia hace un siglo sigue siendo válido hoy día"

  • La gran figura de la escena española regresa a Sevilla con 'La loba', un montaje dirigido por Gerardo Vera que se representará del jueves al domingo de la próxima semana en el Lope de Vega

Después de haber revisitado La casa de Bernarda de Alba de Lorca junto a Lluís Pasqual y de haber sido la Lucrecia de Shakespeare para Miguel del Arco, Núria Espert (Hospitalet de Llobregat, 1935) se mete de lleno en La loba de Lillian Hellman en una coproducción de Juanjo Seoane y el Centro Dramático Nacional que dirige Gerardo Vera y que llega a Sevilla la semana que viene en Sevilla, del jueves al domingo en el Teatro Lope de Vega. El amor de esta mujer por las tablas parece no tener límites. Pero quien más disfruta su órdago, con el más difícil todavía como bandera, es el público.

-Con una trayectoria como la suya, que es de por sí un episodio clave en la historia reciente del teatro, ¿en qué medida constituye un reto hacer La loba?

-Siempre que empiezas un trabajo con un personaje que forma parte de la literatura universal, lo que deseas es que no se parezca a nada de lo que hayas interpretado antes. Y lo cierto es que mi personaje en La loba es muy diferente a todos a los que he dado vida en mi carrera. Cuando empecé a darle forma comprendí que se trataba de una mala absoluta, una mala sin paliativos, a la que no le hacen falta adjetivos, y me di cuenta de que nunca había abordado un personaje con unas características tan rotundas. Lo sorprendente, de todas formas, es la actualidad absoluta de La loba, la historia de una codicia desenfrenada. Es casi estremecedor el modo en que todo lo que Lillian Hellman advirtió sobre el asunto hace un siglo siga resultando válido hoy día. La obra podría perfectamente haber sido escrita esta mañana. A veces Hellman parece casi una adivina. Cuando Obama denunció la "codicia obscena del materialismo", da la impresión de que ella ya sabía de lo que estaba hablando un siglo antes.

-¿Eso puede deberse a que la especie humana ha evolucionado francamente poco en lo que se refiere a la codicia?

-Imagino que sí. En una escena de la obra, mi personaje se dirige directamente a sus alumnos y les asegura que la lucha por el dinero les conducirá a la felicidad. Es como una revelación. Llega a decir que muy pronto, en cada casa, habrá personas ambiciosas como ellos, y que sólo los perseverantes se convertirán en los amos del país. Eso se ha cumplido al pie de la letra. La única diferencia es que los amos del país también son ya los amos del mundo.

-La protagonista de La loba tiene matices que recuerdan especialmente a Lady Macbeth. ¿Recurrió de algún modo a Shakespeare para construir el personaje?

-No de manera consciente. En los ensayos nunca se dijo abiertamente que tal o cual personaje o situación era de carácter shakesperiano. Pero sí es cierto que los personajes que están concebidos de una manera tan certera, tan profunda, comparten la genialidad no sólo de Shakespeare, también de todo el gran teatro universal, desde Ibsen a Strindberg. Es una verdad honda que late en la escena.

-El teatro español vive uno de sus momentos más críticos desde la Transición a cuenta de la crisis económica. La subida del IVA se ha traducido en compañías desaparecidas, circuitos extinguidos, giras recortadas y funciones canceladas. ¿Qué lectura hace usted de la situación?

-No da la impresión de que hayamos tocado fondo y podamos empezar a levantarnos. La situación económica afecta a todos los órdenes, desde la sanidad a la educación. La subida del IVA en las entradas para el teatro ha sido un hachazo en mitad de la cabeza, pero no es mayor que el que sufren otros sectores. Así que yo no haría una distinción especial de lo que sucede en el teatro y la cultura y lo que sucede en otros ámbitos. Vivimos un momento de destrucción general. Pero lo más terrible es que estamos así para poder cumplir unas reglas impuestas que no parecen conducir hacia arriba, sino hacia abajo.

-¿Comparte, no obstante, la idea de que una crisis como la actual puede generar un renacimiento cultural? En el panorama teatral de hoy conviven administraciones asfixiadas con serios problemas para programar funciones, pero también compañías jóvenes e independientes que buscan nuevos modos de distribución.

-Pero es que precisamente son esas nuevas compañías, las que llegan con ganas de hacer cosas nuevas, a las que más perjudican las actuales condiciones económicas. Todos lo sufrimos, en mayor o menor grado, pero quienes trabajan desde la independencia son quienes peor lo pasan porque disponen de menos recursos para defenderse. Cuando se empieza a crear todo es mucho más difícil, hay que definir bien lo que se quiere hacer, hay que ganar al público desde abajo, pelear mucho para llegar al mayor número de escenarios... La mayor parte de las compañías que se han desecho a cuenta de la crisis apenas daban sus primeros pasos, y muchas eran muy prometedoras. Es cierto que hay gente joven dispuesta a seguir adelante y capaz de adaptarse a un paisaje tan atroz, pero precisamente ellos necesitan más que nadie que el tsunami termine.

-Aun así, ¿considera que creadores como Alfredo Sanzol y Miguel del Arco permiten hablar de una edad de oro del teatro español en el presente?

-Esas dos personas que has citado poseen un talento extraordinario. Ambos han abierto las ventanas al teatro y a la cultura y han renovado la escena de una manera que parecía imposible hace algunos años. Hay otros creadores jóvenes que están despuntando muchísimo, pero Sanzol y Del Arco han logrado hacerse con un público muy fiel en toda España en poco tiempo, cuando conseguir algo así requiere décadas. Lo que el teatro español necesita es que ellos puedan desarrollar sus carreras en plenitud.

-Después de La loba, ¿qué nuevo reto preferiría?

-Está ya decidido. Haremos con Gerardo Vera una obra inspirada en el Macbeth de Shakespeare que se titulará Los asesinos del sueño y que protagonizaremos Alfredo Alcón y yo. No ibas desencaminado.

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