Cultura

El alma de la España profunda

  • Cristina García Rodero presentó ayer en el Castillo de Santa Catalina una colección de 70 instantáneas capturadas del 75 al 88, perteneciente a La Caixa e inspirada en los ritos y tradiciones ancestrales del país

Cuando allá por la década de los 70 Cristina García Rodero decidió recorrer el país sin más equipaje que su cámara de fotos, sabía que se estaba convirtiendo en testigo excepcional de los últimos coletazos de una España profunda que se transformaba a la velocidad del viento. Presentía que muchas de las tradiciones y ritos tan arraigados a una tierra religiosa y prácticamente aislada del resto de Europa, tenían los días contados. Y decidió captarlos. Quedárselos para siempre, arrebatárselos al olvido y acunarlos en la sensible memoria de sus negativos para descubrir al público aquella España oculta, hoy convertida en un clásico de la fotografía documental contemporánea.

Ayer se presentó en el Castillo de Santa Catalina de Cádiz esta muestra de 70 instantáneas pertenecientes a la Colección de Arte Contemporáneo de La Caixa, de la mano del teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cádiz, José Blas Fernández, el director del área de negocio de la entidad bancaria, Lorenzo Carrión, la comisaria de la exposición, Lola Garrido y la propia autora, Cristina García Rodero.

Durante el recorrido que junto a los medios emprendió por las dos salas que ocupan la exposición, volvió a revivir la esencia de aquellos años desde un rosario de anécdotas que todavía hoy mantiene vivas en el brillo de sus ojos. Los mismos que casi treinta años atrás percibieron la valía de aquellos momentos únicos, de esas tradiciones que dentro de la cotidianidad, "eran despreciadas porque se asociaban a la falta de conocimiento", comentó la fotógrafa. "Pero para mí siempre estuvieron vinculadas a la sabiduría del pueblo. Y cuanto más las conocía, más me enamoraba de España y más me descubría a mí misma", revela.

Y así nació el alma de fotógrafa guerrillera en la se convirtió y tomó cuerpo su inquietud artística. Una reportera en tiempos en que no existían reporteras. En los que su trabajo suscitaba el resquemor de los pobladores de los rincones que recorría, en los que las carreteras daban pavor y tenía que dormir en pensiones de mala muerte.

Un contexto duro, "pero que también tenía su encanto". Recuerda por ejemplo, la preocupación de la gente de los municipios que recorría, "donde las puertas siempre estaban abiertas y me invitaban a pasar en multitud de ocasiones ante la incomprensión que les producía mi soledad". Y donde la hospitalidad estaba a la orden del día, en definitiva.

Fue en esta España de contrastes en la que "con gran pasión" desarrolló de 1975 a 1988 este vasto trabajo de investigación que hoy constituye un documento visual que trasciende los límites de la sociología y la antropología, basado en el folklore y ritos religiosos del país.

Logró capturar tradiciones tan insólitas y perdurables en el tiempo como la del colacho, de Castrillo de Murcia, en la que las intrépidas madres acomodan en un colchón en el suelo a sus bebés para que los bendiga el sacerdote y literalmente los salte el colacho, en busca del perdón del pecado original. "Hoy es casi imposible retratar esta tradición porque se ha convertido en un fiesta de masas".

Tampoco permaneció ajena a una peculiar costumbre de la zona de la rivera del Miño de dramatizar la enfermedad y el lecho de muerte, una vez salvados de ella. "Las madres o abuelas, generalmente, portan el ataúd de la persona que se ha librado de la muerte".

La Semana Santa o las más diversas manifestaciones de la fiesta del carnaval cristianizada son otras de las constantes de su obra. Así, del fervor con que el pueblo revive la pasión de Cristo recoge muchos testigos. Algunos retratan el dolor o la burla del dolor de Jesús, otros reviven la crucifixión en la figura de los padres o de los niños que juegan a serlo, mientras otras instantáneas recogen el contraste de una hilera de penitentes franqueada por un camarero que sirve churros en la acera de enfrente.

La fiesta de los toros en cualquier vertiente, la representación de moros y cristianos, las peregrinaciones a ermitas, el Rocío y otras múltiples y fervorosas tradiciones se completan con un muestrario de escenas costumbristas captadas desde la sencillez, profundidad o el misterio del momento.

Una España profunda retratada desde lo más profundo del alma de esta fotógrafa intachable, que no inmortaliza "lo que encuentra, sino lo que busca", comentó la comisaria de la exposición, Lola Garrido. "Una muestra hecha hace tantos años que cada día es más actual y que conforme pasa el tiempo, se hace más grande, clásica, necesaria y contemporánea". La esencia más pura de la España Oculta.

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