Desde su irrupción a comienzos de la década de los 90 del pasado siglo, el pianista Brad Mehldau (Florida, 1970) ha disfrutado de un creciente estatus entre aficionados y críticos que le ha conducido a robustecer su puesto en la primera fila del escaparate jazzístico. Aquel veinteañero dotado de depurado criterio y administrada técnica, cuyo discurso se nutría de referentes como Keith Jarrett o Bill Evans mientras apelaba por igual a su educación pop o a la espaciosa sonoridad del impresionismo clásico, había dado sus primeros pasos en Nueva York acompañando a ilustres de la talla de Jimmy Cobb. Su salto adelante se produjo tras una estancia en Europa donde coincidió con músicos españoles como Perico Sambeat o los hermanos Rossy con quienes compartió una tanda de interesantes entregas. La multinacional Warner no tardó en echarle el ojo incorporándolo a su catálogo en puestos de preferencia y, lo que es más importante, dándole autonomía para que plasmara sus proyectos.

Desde entonces, su trayectoria se ha desarrollado agarrada a una serie de ofertas donde el formato acústico (preferentemente en trío o en piano solo) ha gozado de trato especial pero entre las que también han tenido cabida incursiones en el ámbito de la música clásica, el arreglo de cuerda y viento e incluso la pincelada electrónica. Aquel quinteto de álbumes en trío -agrupados en 2011 en la caja The Art of the Trio Recordings: 1996-2001- tuvo su correspondiente respuesta por parte del piano solo en otro bloque de entregas como Elegiac Cycle (1999), Live in Tokyo (2004) y, más recientemente, en un cofre recopilatorio con cuatro discos que encadenaba una década de registros en directo bajo el título 10 Years. Solo Years (2015). Pero el ecosistema preferido de Mehldau continúa siendo el trío y a él retorna regularmente para profundizar en un modelo propio enmarcado por su destilada sonoridad y el dominio de la gramática improvisadora.

Cuatro años después de su última entrega en dicho formato -Where Do You Start (2012)-, el pianista suscribe un retorno a las raíces de la mano de un álbum de explícito título: Blues and Ballads. El contrabajista Larry Grenadier y la batería de Jeff Ballard vuelven a ocupar plazas en un trabajo grabado entre 2012 y 2014 en el que Mehldau prescinde del repertorio propio para recalar en partituras ajenas convertidas en reflejo de sus influencias: Cole Porter (I Concentrate on You), Charlie Parker (Cheryl) o el tándem Lennon & McCartney / The Beatles (And I Love Her) conforman un catálogo sentimental ensanchado con la incorporación de estándares como These Foolish Things (Remind Me of You) o Since I Fell for You de Buddy Johnson, donde la firma Paul McCartney repite con un My Valentine perteneciente a su trayectoria en solitario y en el que el pop contemporáneo también reserva asiento de la mano de Little Person, firmada por el autor de bandas sonoras Jon Brion, colaborador de Mehldau en la composición y producción de álbumes como Largo (2002) o Highway Rider (2010).

El balance discurre en suelo seguro, sin sorpresas e imprime un perfil continuista en relación a precedentes trabajos del trío. La compenetración del grupo viene avalada por un vasto periodo de asociación a sus espaldas mientras que Mehldau juega sus cartas con proporción y sin aspavientos, administrando su lirismo armónico y melódico y aplicando con tacto su dominio del tiempo. En este sentido, el guión favorece el positivo resultado, basculando entre el dinamismo de Cheryl y la pausa de And I Love Her y reforzado por una producción que corre a cargo del propio líder. Conocedor e incondicional de este repertorio, Mehldau se aplica con especial acierto, distante ya del impacto de sus primeros trabajos en trío pero consolidado en un modelo - el trío de piano - cuya presencia y expansión su música ha contribuido considerablemente a remozar.

blues and ballads

Brad Mehldau / Larry Grenadier / Jeff Ballard. Nonesuch Records, 2016