Macarena de Jerez y José Méndez estrenaron en la noche del pasado domingo el ciclo ‘Herecia’, enmarcado dentro de las I Bienal de Cante de Jerez. Unas doscientas personas acudieron al Museo del Enganche de la Real Escuela para ver cante en directo en una noche especialmente fresca.

Fue la cantaora jerezana la encargada de abrir la velada. De rojo, con mantón rojo floreado y llamativos corales, apareció sobre el escenario al filo de las once menos cuarto. Acompañada por la guitarra de Juan Manuel Moneo, Macarena calentó la garganta por tientos, con dos letras bien marcadas, y remató por tangos, de aire canastero, que levantaron los primeros aplausos del público.

Macarena y Juan Manuel Moneo

La guitarra de Juan Manuel Moneo, de sonido limpio y siguiendo bien el cante, sin entorpecerlo, se metió entonces por malagueñas, donde Macarena se acordó en las dos letras que hizo, de El Mellizo, y rematar su aparición por abandolaos.

Liberada ya de la tensión inicial, la jerezana, de pie, y en plena ebullición, se arrancó por fandangos para continuar por bulerías. Festera como nadie, Macarena de Jerez ofreció casi diez minutos de letras variadas (desde cante por Jerez a cuplés) que acompañó con esos arrebatos de baile que tan bien maneja. La noche la remató recordando a Lola en esa magnífica composición de Antonio Gallardo.

De seguido, fue José Méndez el encargado de continuar con la función. Trajeado y dispuesto a romperlo todo, el jerezano es toda una enciclopedia de cante. Abrió por tonás llevándose los primeros olés y continuó haciendo bulería por soleá y seguiriyas, dos palos que maneja como nadie.

Por seguiriyas, José, respaldado a la perfección por Juan Manuel Moneo, rindió tributo al señor Manuel Molina y Paco La Luz, para rematar con el cambio atribuido a Curro Durse y popularizado por Manuel Torre. Su ejecución fue perfecta, sacando los aplausos del respetable.

José Méndez, junto a Juan Manuel Moneo

Tampoco quedaron atrás las bulerías por soleá interpretadas, frescas y en la que el ‘gen’ Méndez apareció por el patio del Museo del Enganche. Joselito moduló la voz a su antojo, sin correr, cantando como se tiene que cantar.

Dentro de su repertorio sonaron también tangos de Jerez, nuevamente con el sello de su tía Paquera (con aquel ‘Dolores, con qué te lavas la cara...); de Triana y La Niña de los Peines, para rematar el cante con letras de la Salvaora, de claro acento caracolero.

El colofón llegó por bulerías, en las que el toque Méndez también se hizo notar, y donde la pataíta de José Peña completó una noche extraordinaria de cante pa escuchá, como debe ser.