el origen del museo litográfico El cambio de rumbo del proyecto inicial

El centro de litografía que nunca fue

  • Los primeros pasos de un espacio que aspiraba a ser referente nacional en la técnica y que finalmente abrió como un museo

Érase una vez el proyecto de un Centro de Litografía y Grabado que convertiría a Cádiz en todo un referente en la materia a nivel nacional e internacional. Un espacio de amplia proyección didáctica, artística y cultural. Dotado de una estructura funcional donde tendrían cabida talleres, cursos intensivos, monográficos, cursos de verano, de iniciación, conferencias de prestigiosos artistas, encuentros... Un lugar donde aprender las distintas técnicas de estampación como se conciben hoy día, desde donde establecer vínculos y acuerdos con otros centros universitarios nacionales e internacionales, donde se desarrollarían proyectos de investigación, exposiciones periódicas e itinerantes y que, por otra parte, estaría dotado de una parte museográfica. Un emplazamiento que adoptaría el nombre de Centro de Litografía y Grabado y que un buen día de 1994 dejó de ser un proyecto para convertirse en lo que es hoy, el Museo Litográfico.

Manuel Manzorro, uno de los grandes impulsores de este primer proyecto se pregunta, todavía hoy, qué pasó con aquella iniciativa por la que tanto luchó y en la que el gobierno que por aquel entonces lideraba Carlos Díaz le implicó desde sus orígenes más remotos, en 1987.

Con esta duda que arrastra desde entonces se acerca a la redacción de Diario de Cádiz con el fin de retomar el tema. Un asunto que no vuelve a su cabeza por casualidad, sino por una suma de factores. "Me enteré que volvió a abrir el Museo de Litografía y cuál fue mi sorpresa cuando me dicen que sigue en la misma línea de siempre", dice este gaditano de Vejer. Lo ha comprobado de la mano de numerosos profesores, alumnos y colegas que se han puesto en contacto con él para preguntarle si hay algo de aquel esperanzador proyecto en este nuevo museo. Por aquel entonces era profesor de la cátedra de Grabado de la Universidad de Bellas Artes de Sevilla. "Cancelé muchas clases, muchas, para venir donde me requerían, a reunirme con técnicos, con los propios hermanos Müller, para hacer y presentar el proyecto". Nadie, a día de hoy, "me ha dado las gracias". Y eso que fue él quien puso en contacto al Ayuntamiento con los dueños de este importante legado y quien asesoró acerca del precio por el que debía hacerse la compra y qué se podría hacer con este material.

Manuel Manzorro retoma la historia tal como fue, paso a paso, con documentos y recortes de prensa en mano, con el fin de aclararnos. Y lo narra de la siguiente manera. En 1987 recibió la oferta de la familia Müller para comprar piedras litográficas para impartir sus clases. Cuando calibró la importancia de tal material los puso en contacto, en primera instancia, con la Diputación de Cádiz, para lo que realizó un primer informe. Desde esta institución se decidió que por cuestiones administrativas debía pasar a competencia del Ayuntamiento, por lo que se puso en contacto con la entonces concejala de Cultura, Josefina Junquera.

Fue a ella a quien le expuso la idea del Centro de Litografía, a tenor de toda la experiencia que había atesorado en EE.UU. y Canadá, tras cursar varias becas en la Fundación March. Y posteriormente se reunió con el entonces alcalde, además de propietarios de las piezas, cuyo legado pretendían se quedara en Cádiz.

Tras esta reunión se le requirió un informe "en el que especificaba la importancia, el valor, contenido y filosofía que tenía que adoptar este centro". Un documento que también portaba consigo durante la entrevista y en el que se recogen las consideraciones fundamentales de estructuración del centro. En éste señalaba la carencia de un espacio a nivel nacional de estas características, la carencia de materiales, bibliografía y la oportunidad única que se les presentaba.

También realizó un proyecto de lo que debía ser el centro experimental, en el que concretaba el personal docente necesario, los cursos que se impartirían y otras actividades docentes e investigadoras de índole didáctica.

Finalmente convenció al equipo de gobierno que en la comisión del 11 de agosto de 1988 aprobó por unanimidad la compra de la litográfica alemana por el importe de 15 millones de pesetas (90.000 euros). En el acta que consta tal adquisición también figura que "la compra de este material podría permitir la creación de un centro de litografía y grabado con las actividades que más ampliamente se describen en el informe elaborado por Manuel Manzorro".

Recuerda también Manzorro que un día lo llamó Rafael Garófano para decirle que a partir de ese momento, como nuevo concejal de Cultura, se encargaría del tema. "Me reuní con él y tras un intento fallido de ubicar el material en el Palillero me preguntó qué me parecía el nuevo emplazamiento en Puertas de Tierra", rememora. También volvió a contactar con él en 1993 para que les asesorara en una nueva adquisición para el centro. "Escribí a Josefina Junquera para informarle de nuevos contactos que había establecido; incluso volví al centro con un profesor de la universidad americana interesado en el proyecto". Pero se le prohibió hacer fotos y se le apartó del tema para siempre. Ni siquiera le invitaron a la inauguración de lo que sería el nuevo Museo Litográfico. Ni han reconsiderado la interesante propuesta en las sucesivas ampliaciones e inauguraciones.

Su amigo Ildefonso Rimada, hijo de impresor y "criado entre máquinas, guillotinas, tintas y papeles", corrobora todas sus palabras. Trabajó desde 1966 en el Instituto Hidrográfico de la Marina como delineante cartográfico, donde conoció los sistemas de grabado y litografía "que se emplean para cartas náuticas históricas". Junto a su amigo cree oportuno que alguien esgrima "una explicación veraz del misterioso trueque".

A la pregunta de qué diferencia económica suponía abrir este centro en lugar del museo, Manzorro responde tajante. "Mínima, solo había que adquirir tórculos, tinta, rodillos... poca cosa. Una inversión muy inferior a la que se ha hecho hasta ahora para tener un museo sin actividad".

Por eso se cuestiona si el conjunto de los gaditanos ha recibido desde entonces y hasta ahora "algún tipo de beneficio por esta compra que se ejecutó con el dinero de todos". Se pregunta qué ocurrió con aquel Centro de Litografía que nunca fue.

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