Cultura

La gente comprueba que José Tomás no puede resolver lo imposible

  • Por lo deslucido de su lote, el de Galapagar no toca pelo en Palencia donde cortan oreja Manolo Sánchez y Manzanares

Ganadería. Toros de la ganadería de Joaquín Núñez del Cuvillo, terciados y sospechosos de pitones, nobles y dejándose a pesar de su escaso fondo. Los más completos, primero y cuarto. También el tercero dio más de si, aunque insuficiente. TOREROS: Manolo Sánchez, pinchazo hondo y descabello (ovación); y pinchazo y estocada (oreja tras aviso). José Tomás, tres pinchazos y estocada (silencio); y media atravesada, estocada y cuatro descabellos (ovación tras aviso). Manzanares, estocada (oreja); y estocada (silencio). Incidencias. La plaza de toros de Palencia tuvo un lleno de cartel de "No hay billetes", pero cinco minutos antes de dar comienzo el festejo la reventa ofrecía entradas a su precio, y a la hora en punto, por debajo del precio marcado en la taquilla.

Una corrida de toros de suma decepción en los tendidos, a pesar de los respectivos trofeos paseados por Manolo Sánchez y José María Manzanares, pues el "ídolo", José Tomás, no pudo ni tan siquiera cortar una sola una oreja, por culpa de su deslucido lote, en la tarde de ayer en la plaza de toros de Palencia.

El nombre de la tarde, José Tomás, desapareció enseguida. Lo que tardaron en aparecer en el ruedo sus dos toros, la gente comprobó que no había ningún influjo divino para resolver lo imposible, y le volvieron la espalda.

No le sirvió ningún toro, no hubo opción de triunfo, ni siquiera de torear, y el desencanto se tornó en tremenda indiferencia, incluso hubo algunos pitos, equivocados e injustos, porque aquello no tomaba los esperados tintes de grandeza.

La gente, muchedumbre, viene a ver a José Tomás, y le importa poco las condiciones en que se desenvuelve. Quieren que triunfe a toda costa. Pero Rafael "El Gallo" lo dejó bien claro, "es imposible lo que no puede ser". Con ninguno de los toros que tuvo Tomás se podía hacer el toreo. Demasiado que lo intentó, a pesar de lo poco que consiguió.

Es curioso, pues empezaron jaleándole intervenciones de escaso mérito, como al salir a fijar a su primer oponente con lances de puro trámite. Esos mismos aplaudidores terminaron pitando cuando después fue Tomás a buscar la espada ante la evidencia de que el toro no servía, no colaboraba lo más mínimo. La faena o el triunfo hubieran sido pura entelequia. Así que, mejor evitar la farsa.

El quinto de la tarde dio más de sí, pero sin llegar a ser toro completo. José Tomás lo toreó en series cortas y a menos, conforme el animal también iba apagándose. Fueron sobresalientes los lances en el recibo a pies juntos y un quite por gaoneras de mucha quietud, y eso que ambas intervenciones también resultaron notablemente breves.

Nada que objetarle al torero de las masas, puesto que esta vez no tuvo contrincantes. Aunque "sus partidarios", entrecomillados puesto que la mayoría se notaban ocasionales, al final quisieron hacerle pagar las culpas de la tremenda decepción.

Abría terna actuante el matador de toros vallisoletano Manolo Sánchez, en perfecto papel de telonero, como él mismo se encargó de demostrar durante su actuación. Otrora un gran torero, a pesar de no haber cumplido la centésima parte de lo que se vislumbraba en su estilo y concepto. Ahora se le nota encantado de ir rompiendo el hielo que molesta a la figura.

Sánchez quedó en evidencia en el que abrió plaza, un gran toro minimizado por la falta de compromiso del espada. Más mentalizado en el cuarto de la suelta, otro astado que dio mucho de sí, sin embargo, tampoco llegó el torero vallisoletano a lo que se esperaba. Una faena bonita pero sin ambición.

Cerraba terna el joven José María Manzanares, cuya diferencia con el otro es que le respalda el apoderamiento de una casa fuerte para que nada se interponga en la consecución de sus objetivos. A él no le van a pasar cuentas por hacerlo bien. Y así estuvo Manzanares, queriendo mucho toda la tarde.

Series cortas y de medios pases en su primero, suficientes para que la plaza de Palencia se identificara con él. Toreo al fin y al cabo valeroso y enjundioso en función del toro que tuvo delante. Paseó una oreja "de Palencia", que tampoco es gran cosa, pero cuando menos sirve para marcar diferencias.

Ya en el sexto que cerró plaza, un toro probón, que se lo pensaba mucho entre pases, descolgado y con la cara entre las manos, por mucho que lo intentó José María Manzanares no fue posible armar faena.

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