paco plaza. director de cine

"Cuanto más te documentas sobre casos paranormales, más fisuras te encuentras"

  • El creador de la saga '[REC]' triunfa en los cines con 'Verónica', una madura y sólida cinta de terror inspirada en hechos reales

  • La película se verá en los festivales de Toronto y Londres

El director Paco Plaza, junto a la actriz Sandra Escacena, en Sevilla, donde asistieron a un pase de 'Verónica' en los cines Nervión Plaza.

El director Paco Plaza, junto a la actriz Sandra Escacena, en Sevilla, donde asistieron a un pase de 'Verónica' en los cines Nervión Plaza. / juan carlos vázquez

-usted y su coguionista Fernando Navarro se han basado en casos destacados del estudio de lo paranormal en España, como el Expediente Vallecas, pero en realidad estos hechos son apenas un punto de partida para otra historia.

-Lo que me interesaba mucho del Expediente Vallecas, como caso concreto, es la existencia de un atestado policial en el que un inspector es capaz de decir que ha visto con sus propios ojos fenómenos paranormales, eso es lo que lo convierte en algo insólito. Pero no sólo hemos partido de aquel suceso, también del caso Embajadores, que fue muy popular en Madrid... Cogimos esos referentes para situar la película en unas coordenadas de género, no tanto para construir la historia.

Chicho Ibáñez Serrador es el santo patrón de toda una generación de directores. Le debemos muchísimo"

-Uno de los aciertos de la película es cómo el hecho de que la protagonista esté entrando en la adolescencia añade tensión dramática a la historia. En pocas edades se es tan vulnerable.

-Yo veo Verónica como el retrato de una niña que está entre la infancia y la adolescencia, en ese momento en el que tu cuerpo empieza a alterarse, comienzas a sentir emociones que nunca habías experimentado y temes que eres un marciano. En el caso de los chicos, te cambia la voz, y yo recuerdo que cuando me ocurrió a mí me parecía algo espeluznante. ¿Pero quién es este señor?, me preguntaba al hablar. Y en el caso de las chicas... los compañeros de juegos ya no se comportan como el verano pasado, adviertes que los adultos te miran de manera diferente, y luego está el momento clave de la menstruación. No puedes evitar que alguien te diga que ya eres mujer, y que te preguntes qué quiere decir eso... ¿Qué obligaciones o qué ventajas conlleva eso? Esa incertidumbre hace que Verónica se sienta tan vulnerable.

-Mientras se documentaba para la película, en su aproximación a la parapsicología, ¿dio con algún detalle que le asombrara y derribara su escepticismo?

-En realidad, cuanto más te documentas sobre casos paranormales, más fisuras te encuentras, más contradicciones, inexactitudes. Un especialista en el tema como Jiménez del Oso murió sin haber podido constatar nada extraordinario. Él estuvo 50 años buscando; yo por estar un año con una película no iba a hallar nada, claro.

-Manuel J. Lombardo, crítico de este periódico, define como "un pequeño milagro grupal de interpretación debutante" lo que ha logrado con Sandra Escacena, la Verónica del título, y sus compañeros. Tiene que ser difícil dirigir a niños en una película como ésta.

-La idea era que no actuaran. Lo más bonito que tiene un niño es su naturalidad, y queríamos atrapar eso. Si hacían los deberes, pues lo filmábamos. Yo le decía al director de fotografía: Esto es como un documental de leopardos. Tú estás ahí con la cámara preparada, y lo que hagan los niños lo tienes que grabar. Algo muy interesante de esto es que los adultos fingen cuando actúan, pero los niños no, los niños lo viven, se lanzan de cabeza a experimentarlo todo, y hay una autenticidad asombrosa que debes preservar. En un rodaje se despista mucho a los actores, pero aquí intentamos que las interferencias fueran las mínimas.

-Ha hablado del homenaje a Cría cuervos, pero también hay otro tributo evidente en el filme: a Chicho Ibáñez Serrador y su ¿Quién puede matar a un niño?

-Chicho es el santo patrón de una generación de directores, desde Álex de la Iglesia, Juan Antonio Bayona, Jaume Balagueró, yo mismo... Nos criamos viendo Mis terrores favoritos, el ciclo que programaba Chicho en TVE. De aquel espacio, yo recuerdo hasta las presentaciones. Cuando emitieron No profanar el sueño de los muertos, una película de Jorge Grau que a mí me gusta especialmente, Chicho y él salieron lavándose las manos con sangre... Chicho, de alguna manera, es el arquitecto de nuestra sensibilidad hacia el terror. Le debemos muchísimo.

-A menudo, cuando se escribe sobre el fenómeno del nuevo cine de miedo en España, se olvida a toda esa generación que les precedió y que ya abordaba el género.

-Sí. Y los que hacemos cine ahora tenemos una deuda moral con ellos. Con Eugenio Martín, Jesús Franco, Paul Naschy, José Ramón Larraz, Carlos Aured, Amando de Ossorio... Nombres que en algunos casos resultan ajenos a un espectador de hoy, pero cuyo cine rompió con la endogamia local y trascendió las fronteras de nuestro país. Cuando viajas fuera de España te das cuenta de la repercusión que tuvo su trabajo.

-Hablando de proyección internacional, su película se verá en el Festival de Toronto.

-Sí, es un escaparate muy importante. Y después Verónica va al Festival de Londres, una cita organizada por el British Film Institute que selecciona los mejores títulos del año. Además, en octubre estrenamos en México y en Japón.

-¿Hasta qué punto le abre puertas la etiqueta de del director de [REC]?

-Es muy difícil vivir de las rentas en este negocio. Es evidente que cuando has tenido una trayectoria con cierta relevancia cuentas con eso como un aval, alguien que ha visto tus películas puede sentirse interesado por algo que hagas, pero eso ocurre en el cine y en la vida: cuando el cocinero de un restaurante que te gusta abre otro local, tienes más posibilidades de ir. No tenemos que darnos importancia, los del cine. Me resisto a esa imagen mitificada en exceso, es un oficio y no considero que quienes nos dedicamos a esto seamos especiales. Somos afortunados por estar en algo que nos apasiona.

-En la conversación han asomado nombres como Jiménez del Oso e Ibáñez Serrador. Y en su película hay mucho de su educación sentimental, como su amor por Héroes del Silencio.

-He intentado que la película no fuera nostálgica. No creo que los 90 fueran un tiempo mejor que éste. El mundo, desde los cartagineses hasta hoy, es igual. Cambia el vestuario y el atrezo, pero la vida, entonces y ahora, trata sobre gente procurando ser feliz, simplemente.

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